¿Existe una respuesta para los dilemas existenciales? Hay temas que acompañarán al ser humano por los siglos de los siglos. Cuestiones que plantearon nuestros antepasados y que seguimos tratando en la actualidad. ¿Será, quizá, que no hay una verdad absoluta para las grandes incógnitas de la existencia humana?
José Mateos, el dramaturgo de Amniótica, obra que se reestrena en el Umbral de Primavera después de su candidatura a los Premios Max 2022 como Mejor Autoría Revelación, opina que «andamos entre las tinieblas y, de vez en cuando, encontramos alguna certeza». Y añade que «puede que sí exista una respuesta por individuo, una de salvación personal. Muchas veces son certezas que no se pueden racionalizar, son respuestas que cada uno tiene en las entrañas. Algo parecido a la fe».
La pieza, un monólogo interpretado por Emilio Rosales sobre la existencia humana a millones de kilómetros de la tierra, trata temas como el sentido de la existencia, la muerte, las ambiciones y el amor. Hablamos con el escritor sobre el montaje, el proceso de creación y descubrimos algunas de las citas del texto para profundizar en ellas.
Entrevista a José Mateos
¿Cómo surgió el proceso de escritura de Amniótica?
José Mateos: Mi formación teatral es sobre todo de teatro clásico y lo que más me ha fascinado es la tragedia griega. En esa época, no inventaban gran cosa: adaptaban las leyendas que ya existían a sus propias obsesiones, preocupaciones. Yo he hecho un poco igual, pero con la canción de David Bowie llamada ‘Oddity Space’, en el que un astronauta, que podría ser un héroe moderno, vive las últimas horas de su vida.
¿Tenías pensado ya de antemano tratar los temas que abarca la obra o fue surgiendo a medida que crecía el personaje?
Son las obsesiones que están en mis libros, en mi literatura. Lo que he hecho es trasladar mi mundo al teatro. Mi género es la poesía, esta se despoja mucho de la actualidad y va a los temas eternos, aquellos que nunca pasan de moda: el paso del tiempo, la enfermedad, la muerte… Son temas atemporales. Los problemas sociales son muy importantes y nos suelen afectar muy de cerca, pero la mayoría, salvo la guerra desgraciadamente, dejan de ser actuales con el tiempo.
«¿Desde dónde se nace? Desde un vientre. Desde un vientre lleno de líquido amniótico»
Amniótica habla sobre el amor. ¿Tendría sentido nuestra existencia sin él? ¿Es el amor el que nos mantiene vivos? ¿Es nuestro líquido amniótico?
El amor es lo que mueve el sol y las demás estrellas. Nosotros hemos salido de la nada, no sabemos bien de dónde hemos salido, pero creo que todo empieza con un acto de amor. Si no hubiera amor, no estaríamos vivos. El amor por lo que hacemos, por nuestra pasión es lo que nos alimenta en la vida.
A veces me pregunto si esto último está cambiando, si está desapareciendo la pasión. No sé si ese sacrificio por hacer lo que te apasiona está disminuyendo en la actualidad.
¿Puede que la gente se olvide de sus pasiones? ¿De aquello que alimenta su vida?
Sí, la gente en general está más preocupada por la «realidad», por alimentarse físicamente, las responsabilidades… La vida cotidiana parece que empuja a dejar eso de lado.
«Desde aquí, qué insignificante resulta todo lo que hacéis. Qué pequeño. Vuestras ambiciones, vuestras guerras, vuestros grandes proyectos»
¿Crees que el ser humano vive en una mentira para, de ese modo, dar sentido a su existencia?
Sí, necesitamos la mentira. Cuando el personaje de Amniótica está al filo de la muerte o cuando cualquiera de nosotros ha pasado una enfermedad o ha sufrido algo grave, entiende qué es importante y qué no lo es. En ese sentido, hay muchas «cáscaras», cosas de poca importancia que nos preocupan y, en realidad, lo valioso o importante, como hablábamos antes, son otras cosas más pequeñas. Cosas que quizá no aparecen en los medios de comunicación.
Una de esas mentiras es el cómo tratamos el tema de la muerte en nuestra sociedad, un concepto que también está presente en tu obra. ¿Nos mentimos porque sabemos que algún día no estaremos en este mundo o porque olvidamos ese hecho?
Si hay un tabú actual, realmente importante, es el de la muerte. Predomina incluso más que el tabú sexual. Eso hace que perdamos la intensidad que tiene la vida ya que la muerte subraya su valor. Amamos las cosas que sabemos que no vamos a tener para siempre. La vida es algo prestado. Olvidar a la muerte, tenerla apartada, hace que la vida tenga menos intensidad, menos matices.
Mucho de lo que se hace ahora es para evadir a las personas, aturdirlas, hacerles olvidar los problemas. Pero el teatro nació para todo lo contrario: para agitarnos, para acentuar el deseo de vivir. El entretenimiento ha copado todas las artes.
¿Cómo ha sido para ti dirigir este montaje y trabajar con Emilio Rosales?
Ha sido mi primera experiencia como director de teatro. Tengo buenos amigos como Eusebio Calonge de La Zaranda que me han echado una mano cuando tenía dudas. Ha sido una experiencia completamente diferente a lo que es mi profesión, que es la de escritor, en la que suelo estar conmigo mismo y me miro al espejo todo el día para sacar cosas. Esta, en cambio, ha sido una vivencia distinta, el teatro es un trabajo colectivo. En la puesta en escena el texto concibe un lenguaje diferente. Me ha asombrado muchísimo ver cómo hay cosas que pueden funcionar en un libro pero no marchan tan bien a la hora de ponerlo en escena y me ha parecido algo muy interesante.
La obra se ha estrenado también en México, donde ha hecho gira, recientemente ha sido candidata a los Premios Max a Mejor Autoría Revelación y fue ganadora del Festival Mutis XII de Barcelona.
Sí, Emilio Rosales es el actor que interpreta el monólogo y está magnífico. Es un trabajo complicado el que desempeña ya que está más de una hora él solo en el escenario. Creo que, por muy buen texto que haya en un montaje, si el actor no sabe encarnarlo, traducirlo… Se queda en palabras vacías que no van a ningún lado. Él lo ha dado todo por este proyecto y le estoy muy agradecido.
Además el teatro, a diferencia de la escritura, requiere una inversión económica. Para escribir solo hace falta un bolígrafo y un papel. El teatro requiere un presupuesto y nosotros no hemos tenido una ayuda económica institucional. El resultado, de todos modos, creo que ha sido favorable ya que no podíamos económicamente poner el universo en el escenario, hemos tenido que hacer algo más minimalista utilizando la imaginación y centrándonos en el actor, y eso ha acabado siendo un acierto.
Después de esta experiencia, ¿te animas a escribir más teatro?
¡Sí! Ya estoy terminando la próxima obra. Imagino que verá la luz en septiembre y sigue un poco la misma línea, ahondando en estos temas que hemos hablado y en las raíces de Calderón.