José Padilla: «Considero que hemos echado a los jóvenes de los teatros y, si queremos recuperarlos, más nos vale escuchar»

Irene Herrero

Golfa vuelve al Teatro Quique San Francisco, escenario donde se estrenó la temporada pasada, después de un amplio periplo por varias plazas de nuestro país. El debate y la reflexión sobre la sexualidad, que plantea el dramaturgo y director José Padilla, volverá a interpelar al público más joven a través de la comedia y el uso de las nuevas tecnologías del 25 de noviembre al 5 de diciembre. Aprovechamos la ocasión para hablar con José Padilla sobre el tabú de la sexualidad en nuestra sociedad y el sexo como política. Además, nos desvela qué proyectos tiene para los próximos meses… ¡Sigue leyendo!

Entrevista a José Padilla

¿Cómo van los preparativos para el reestreno?

Pues bien, bueno, estoy un poco cansado porque el fin de semana pasado hubo bolo en mi tierra, que no es porque fuera mi tierra, pero hice yo uno de los personajes de la función y me metí una paliza entre pecho y espalda importante. Pero bueno, ya está, se hizo, salió.

¿Cómo fue volver a subir al escenario?

Pues bueno, fue un reto, eso seguro y fue algo inesperado, supongo que por eso me lancé a ello porque no había mucho tiempo para pensárselo, no era algo que tuviera planeado. De hecho, hacía 9 años que no me subía y francamente no entraba en mis planes inmediatos subir. Pero bueno, fue un chute de adrenalina que me gustó mucho poder llevar a cabo. Aunque no es algo que en el futuro inmediato quiera repetir. Lo haré más adelante seguro, pero será en otras circunstancias menos urgentes.

Para ponernos un poco en contexto, ¿de qué habla Golfa?

Pues Golfa transcurre a partir de un hecho: aparece una pintada enorme con esa palabra en frente de la pared de un instituto. A partir de ahí empiezan a desplegarse todos los acontecimientos que habrá en la función y se cuenta justo lo que le precede a la aparición de esa pintada. Esa pintada ocurre una noche, de un día para otro, y a partir de ahí se estigmatiza a una de las alumnas de ese instituto, empieza a descubrirse que ella tenía una relación con un compañero. La madre del compañero, porque a este muchacho le echan la culpa de haber escrito eso porque acababan de romper, se mete por medio, insulta a la chica… Bueno, total, que todo esto termina en una denuncia de los padres de la muchacha y lo que se cuenta en la función es la resolución judicial del caso. Somos testigos de una sesión conjunta y abierta al público dirigida por un sexólogo en la que como parte del proceso se va a dirimir qué es lo que ha ocurrido. Este es el argumento de Golfa y de lo que estamos hablando es de sexualidad. Está abierto completamente desde los 14 años a los 99. Proponemos un debate en torno a la sexualidad, un debate que creo que no se ha producido de la manera tan contundente como se tendría que haber producido en la sociedad y la ausencia de este debate nos ha llevado a auténticas catástrofes casi cotidianas.

Golfa, de José Padilla.

Golfa, de José Padilla.

Por qué eliges este tema, ¿de dónde nace el interés por abordar esta cuestión?

A mi me llamaron los productores, Primera Toma y Crémilo. Me llamaron para proponerme el llevar la sexualidad de alguna manera a este debate del que te hablaba a los escenarios. A mi me sorprendió porque es verdad que en casi todas las obras de teatro el sexo como tal sí que está presente, pero es verdad que hablar de la sexualidad como salud y, sobre todo, como política no es muy común. Y menos abrirlo a un público familiar, con familiar quiero decir en todo el espectro de una familia. Desde los integrantes más jóvenes hasta los mayores. Era algo que no había visto y que, en cuanto nos pusimos a trabajar en torno a ello y empezaron la sesiones de formación para poder escribir esto, me di cuenta de que efectivamente ahí había algo, no inédito, pero sí poco tratado.

Y cómo fue este proceso de creación ¿tuviste que documentarte mucho?

Tuve que documentarme, sí, también tuvimos formación. Ya te digo, sigo sin saber nada. Es una labor de una vida entera, pero desde luego me di cuenta en las sesiones de formación, que nos dio Christian Gallego de la la asociación Sexpol, de que sí hacían falta. Ahí me di cuenta lo absolutamente ignorante que era en torno a todo lo que tiene que ver con la sexualidad entendida como salud. Se tiende a ver el sexo como algo tabú, además, se le suele dar un halo de mundo sórdido, de mundo escondido y claro, de repente, con estas sesiones de trabajo nos empezamos a dar cuenta, y yo me empecé a dar cuenta, que era una forma completamente sesgada de ver y entender el sexo. Fue muy revelador y, sobre todo, lo que me dio a mí la absoluta conciencia de saber que tengo que empezar a reaprender todo lo que yo creía que sabía. Fue una proceso muy iluminador. Fue algo sin lo cual evidentemente no hubiera podido escribir Golfa.

Cada proyecto nos deja un rastro, un aprendizaje, ¿qué te deja Golfa?

Sí, cada proceso termina por ser un aprendizaje total que te nutre, pero con Golfa esto yo lo he visto multiplicado. Sobre todo porque uno se piensa que siendo adulto, no es que lo sepa todo sobre el sexo pero, como mínimo, la base lógica que todo el mundo comparte sí y lo que me ha venido a demostrar este proceso es que no, absolutamente, rotundamente no. Cuando te digo que era un ignorante y lo sigo siendo es porque a lo que me ha abierto la puerta este proceso es a darme cuenta de qué equivocado, o qué equivocados estamos. Estamos entendiendo el sexo tal y como se nos ha vendido desde que somos niños y simplemente la frase de saber que el sexo es salud, esa frase solamente, de repente conlleva una serie de consecuencias en las que nunca me había parado a pensar. Me la puedes decir y lo puedo ver como una obviedad, pero a poco que me pongo a escarbar en ello, se abre un mundo enorme que, por supuesto, contradice la formación que de niño me dieron, que era absolutamente nada y menos.

Hablas de que es una propuesta para público familiar, ¿hablar de sexualidad os ha abierto puertas o más bien os las ha cerrado?

Pues, algunas nos las ha abierto y otras nos las ha cerrado. Hay distintos ayuntamientos que directamente no quieren saber nada del tema. Lo cual me llama mucho la atención porque me he dado cuenta de que el sexo es política, de manera contundente, a niveles muy prosaicos, en la calle. Es muy fuerte porque solamente y viene a demostrar un poco lo que te decía antes, solamente nombrando la palabra sexo estás generando una serie de reacciones a tu alrededor de manera inmediata que te dan, que te indican, lo mal entendido que está el sexo. Hay directamente lugares en que no quieren comprar la función, no porque el proyecto no les interese sino porque «no se quieren meter en líos», esto es casi literal. Y digo, madre mía. Y luego ves la función y proponemos un debate, es lo que hacemos. Pero claro, nombras la palabra sexo y parece que aquello va a ser Sodoma y Gomorra. De verdad que no lo puedo comprender, pero ha pasado. Eso en cuanto a la parte negativa. La parte positiva compensa lo que te acabo de decir. Yo me he encontrado con familias enteras yendo a ver la función, las personas más jóvenes y las personas más longevas. Eso a mí me llamó mucho la atención el año pasado en Madrid. Vi varias familias que estaban allí, esto tiene que ser de alguna manera el boca-oreja. No me podía esperar nunca que una obra que habla de sexualidad, de repente, llamara la atención de un público determinado. Como para que la familia entera vaya. Y ocurrió. Esto a mí me compensa bastante que en algunos lugares no quieran llevan la obra porque hablamos de sexo, que ya ves tú.

Esta no es la primera obra que hacer para un público joven-adulto, ¿qué tiene de especial este público? ¿estás aprendiendo a manejarlo? Desde fuera parece complicadísimo.

Lo es, lo es. Manejarlo en absoluto (se ríe). Lo que estoy aprendiendo, o al menos quiero creer que estoy aprendiendo, es a hablarles de tú a tú. Es decir, sobre todo, estoy quitándome condescendencia. Estoy teniendo un aprendizaje amplio y largo en el tiempo. Estoy aprendiendo a hablarles de persona a persona y, sobre todo, a escucharles y escucharlas, que es algo que con este espectro de edad se hace nada y menos. Precisamente porque hay un aire de condescendencia social hacia los jóvenes que no es nada beneficioso y desde luego para hacer teatro lo es aun menos. De hecho, es un problema enorme. Considero que hemos echado a los jóvenes de los teatros y, si queremos recuperarlos, más nos vale escuchar. Si no, lógicamente y con todo el criterio, nos van a mandar a freír espárragos. 

Planteáis Golfa como un proyecto transmedia, ¿qué quiere decir exactamente?

Es verdad que el teatro históricamente, desde que el teatro es teatro, ha aplicado como ningún otro arte cualquier tecnología que se haya ido dando. Te hablo de algo tan inmediato como los focos, la microfonía… Cualquier avance que ha habido, el teatro lo ha absolvido casi en un chasquido de dedos. Es verdad que yo no sé si esta obra no se hubiera estrenado inmediatamente después de la parte más dura de la pandemia, no sé si hubiera sido igual, probablemente no. Pero viviendo lo que vivimos, yo vi claro que había que incluir las nuevas formas de relacionarnos que llegaron para quedarse. Y a lo largo de la función, puesto que en la ficción de la función tiene lugar una sesión online conjunta y abierta al público, lo que hacemos es facilitar según qué materiales e invitar al debate mediante el uso de teléfonos móviles y redes sociales en el aquí y el ahora. Y bueno, eso lo convierte en una obra transmedia, porque estamos no solo limitándonos al hecho escénico sino que procuramos que tanto en el momento que se está dando la función, como posteriormente ,no se limite a las paredes del teatro y abarque un rango mucho mayor y para eso las redes son absolutamente útiles.

Y el público joven, ese público tan difícil, ¿entra al juego?

Sí, sí entra. Es verdad que al principio cuando hemos hecho funciones exclusivamente para público joven, al principio hay cierto el nivel de entusiasmo extra. Pero poco a poco, según la función va comenzando empiezan a participar y terminan completamente metidos y metidas en la historia que estamos planteando y dentro de esa historia está la participación vía redes y la utilizan vamos, ya lo creo que sí.

Y habéis recorrido muchos teatro por España, ¿cómo está siendo ese periplo?

Para haber sido una función casi estrenada a pie de pandemia, está teniendo una vida bien próspera. Hemos estado en bastante sitios. Ahora volvemos a Madrid. Luego nos vamos Gijón, hay ya bastantes plazas confirmadas y antes de ahora, antes de verano hemos estado también en algunas plazas así que bueno, está funcionando a pesar de los pesares.

Estrenasteis la temporada pasada en el Teatro Quique San Francisco, después de este año volvéis ¿la obra vuelve como salió o vuelve cambiada?

Pues, bueno, el propio devenir condiciona el teatro. Hay ahora alternancia en el reparto pero aparte de eso, que es como lo más inmediato que se ve… Es verdad que ya tenemos como un cierto recorrido y sabemos mucho más qué es lo que tenemos entre manos que cuando lo estrenamos. Cuando lo estrenamos no teníamos idea de qué es lo que iba a pasar con Golfa y cómo se iba a recibir la propuesta. La obra vuelve igual pero distinta (se ríe), es lo que te puedo decir. 

¿Qué dirías que hay de ti en los personajes de la obra? Como dramaturgo, a la hora de construir a estos personajes, alguno ha recibido parte de tus vivencias o de tu personalidad?

No lo sé, no me atrevo a responderte. Seguro que sí, sin duda sí, seguro que en los cuatro personajes hay pequeños trocitos de mi. A mi me gusta mucho una frase de Tom Stoppard que siempre me agarro a ella como un clavo ardiendo que es la de «Yo escribo teatro porque es la mejor manera de contradecirme a mi mismo». Es verdad que, si bien hay mucha parte de mi, es inevitable que tu vida termine permeando en lo que estas escribiendo, a mi lo que me gusta es no estar de acuerdo con lo que yo ya sé que yo opino. En este sentido me reto, me pongo en sitios que no son los habituales en mi. Eso también soy yo (se ríe).

Cuando se habla de temas en los que parece que la postura adecuada está muy clara, cuesta un poco no juzgar a los personajes que no defienden esa opción, ¿cómo has vivido este proceso?

Sí, cuando te tienes que poner en el lugar de un personaje que de alguna manera está opinando de manera distinta a ti, hay que ponerse ahí. Hay que ponerse en esos sitios incómodos porque si no te queda un panfleto. En ese sentido el propio escenario te repele, el propio escenario termina por echarte. Si como espectador voy a ver una obra y estoy de acuerdo con lo que están contando a nivel social, político  o lo que sea, pero lo único que me dan es un regocijarse sobre eso, por muy de acuerdo que esté, me va a terminar por parecer algo infumable. Entonces, hay que buscar la manera de que no se convierta en un panfleto, por obvio que pueda parecer lo que se va a abordar. A veces se consigue y a veces no. Espero que con Golfa no esté ocurriendo eso.

¿Qué planes tienes para el futuro? ¿Es qué están trabajando para los próximos meses?

Bueno, pues tengo Run, Jamás caer vivos que va a estar en los Teatros del Canal en julio. En enero tenemos la segunda fase de taller de investigación. Y luego otro que todavía no te cuento, no por nada, sino porque todavía no me han dado luz verde para poder contarlo pero sé que será por marzo.

¿Qué tal el proceso de investigación de Run?

Bien, ya tengo escritas varias escenas. Lo que pasa es que la cosa se está complicando cada vez más. Me entrevisté hace poco con una actriz china, que si todo va como debe va a estar en el taller de enero y claro, estoy conociendo puntos de vista de los cuales no tenía ni la más remota idea y eso va enriqueciendo todo pero lo va volviendo más complejo. El reto está creciendo, pero tengo muy buen pálpito.

Para despedirnos, para aquellas personas que todavía no han ido a ver Golfa, ¿algún mensaje para que terminen de decidirse?

Mira, hay una frase la obra, del final de la obra, que creo que va a acompañar a la promoción de la pieza en estas semanas en el Teatro Quique San Francisco que es: «Hablemos de sexo más y mejor.» Creo que Golfa es una oportunidad fantástica para hablar de sexo más y mejor, sobre todo porque si hacemos eso, seremos mejores como sociedad, no tengo la menor duda.

Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi

Escrito por
Irene Herrero

Soy periodista, aunque me dedico también al marketing y la comunicación cultural. En los últimos me he atrevido a dar el paso hacia la dramaturgia y la dirección escénica y creo que ha sido amor a primera vista.

Creo en el poder transformador de las historias y nunca salgo de casa sin mi cuaderno.

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