EN EL TEATRO ALCAZAR HASTA EL 28 DE ENERO

Juan Fernández: «Si eres capaz de crear magia en el escenario, sale al patio de butacas »

Simbología y realismo mágico en escena: la ternura y sutileza de Amor de Don Perlimplín y Belisa en su jardín, de Federico García Lorca

Noelia Pérez

Llega al Teatro Alcázar una de las obras olvidadas de Lorca: Amor de Don Perlimplín y Belisa en su jardín. Definida por el autor como aleluya en cuatro actos nos hace navegar por la poesía el simbolismo y la delicadeza de su texto.

Una adaptación y puesta en escena de Triana Lorite muy mágica. Un elenco formado por Candela, Lucía y Juan Fernández dan vida a los personajes de Belisa, Marcolfa y Don Perlimplín. Hablamos con su directora, Triana Lorite, y Juan Fernández que protagoniza esta adaptación.

Simbología y realismo mágico en escena

¿Cómo abordáis al personaje de Don Perlimplín?

JUAN FERNÁNDEZ: Yo lo tenía en mi cabeza porque lo había trabajado en la escuela. Por entonces, no tenía muchas luces porque estaba estudiando. Pero con el tiempo, esas luces se van aclarando. Fueron solo cinco ensayos, fue una sustitución muy rápida. Lo que hicimos fue poner en el en el escenario lo que yo tenía en mi cabeza, lo que yo creía que era el Perlimplín. También le dije a Triana que lo quería hacer para mí, para mis compañeras, para jugar porque, al fin y al cabo, es un juguete. Y si tú eres capaz de crear magia en el escenario, sale al patio de butacas. Ahí se crea un universo mágico que sale hacia fuera. Y eso es lo que conmueve a la gente. Somos capaces de reír, somos capaces de llorar, de sentir, al fin y al cabo, que es de lo que se trata.

¿Qué le pareció esto a Triana?

TRIANA LORITE: Pues cada actor trabaja un personaje de una manera. Juan lo ha entendido muy bien. Lorca hablaba de monigotes en esta obra. Hablamos de que Don Perlimplín no es un monigote al uso. Monigote no significa que te tengan que coger los brazos y moverte los brazos. Ser un monigote es cuando te dejas manipular. E incluso, a veces, eres muy consciente de que te estás dejando manipular. Puede ser cualquier hombre y cualquier mujer actual.

JUAN: Para mí, ser un monigote, es cuando la sociedad, el sistema, lo que sea, te manipula para que tú encajes en un sitio.

TRIANA: Eso es, Perlimplín es un hombre sabio que al final sacrifica su sabiduría. Lo entiende todo. Entiende el amor que siente hacia Belisa y, entiende cómo Belisa ama a otros hombres. Los tres personajes hacen una especie de viaje iniciático al entender. Todo esto está rodeado de una poesía mágica. Y yo, embadurno la escena de un realismo mágico que es lo que a mí me parece más interesante.

Lorca decía que la obra es un viaje desde lo ridículo a lo sublime.

TRIANA: Sí, Lorca decía que Don Perlimplín es un viaje entre lo ridículo y lo sublime. Comenzaba con lo ridículo porque él cogió al personaje de Perlimplín, que era un personaje fijo de unas aleluyas.

Sí, la obra está definida como Aleluya en cuatro cuadros, ¿qué son las aleluyas?

TRIANA: Son una especie de hojita a modo de cómic, que era para los niños del Siglo XIX con una literatura muy infantil. Lorca pensó que este ridículo lo podía convertir en sublime y finalmente convirtió a Perlimplín en un héroe. Marcolfa también era uno de los personajes de esas Aleluyas. Lorca parte de ahí, hace una función con una estructura literaria de cuatro actos y cambia totalmente de concepto. Es una función muy chiquitita, son unas 30 páginas.

Porque está todo muy condensado.

TRIANA: Sí, está muy condensado porque es algo privado, como la poesía. Hay unas elipsis de tiempo de una manera mágica y el público entra en ese código.

JUAN: Te sumerges en el realismo mágico desde el momento en que Perlimplín entra al escenario arrastrando de alguna manera el amor y el dolor que ha sido su vida desde que se enamora y hasta que la pierde. El público entra en un código que no es naturalista.

TRIANA: Sí es naturalista en la interpretación, pero no lo es desde la puesta en escena. Es la interpretación de mis tres compañeros la que es capaz de moldear un texto poético dicho de una manera absolutamente natural.

JUAN: Natural en un universo mágico. También, hay un elemento muy brechtiano que son los duendes, que rompen la cuarta pared y se dirigen al público. Me parece una de las mejores obras de Federico con diferencia.

TRIANA: Las artes vivas están vivas, pero esta lo está especialmente. Te das cuenta de la profundidad absoluta que tiene, la profundidad de la poesía. Y esto es una cosa mágica que tiene la función, que se eleva. Esto sucede cuando la entienden tan bien como ellos tres en escena y son capaces de elevar esto como como lo hacen.

«Los actores tenemos la capacidad de detener el tiempo y ponerlo en marcha cuando queramos»

Habéis hablado de este universo mágico de los duendes, ¿cómo es enfrentarse a esta versión para tres intérpretes?

TRIANA: Esta obra tiene originalmente seis personajes, pero en realidad, yo creo que el viaje iniciático es de los tres personajes: Belisa, Don Perlimplín y Marcolfa. La madre es un personaje que en nuestra versión existe como voz en off. Los duendes hablan al público y enseñan algo que no se debe ver, son importantes porque se para la acción y muestran esos “trapos sucios”, a partir de ahí todo cambia. Los doblan Juan y Lucía.

JUAN: Sí, en esas transiciones mi trabajo es bucear hasta que lo encuentro. Una vez lo encuentro, lo grabo en el disco duro y solamente tengo que dar al botón y ya está. Es el trabajo de los actores. Entras en el duende, pero cuando sales del duende, tienes que salir desde el dolor de Don Perlimplín. Lo bueno que tenemos los actores es que, cuando el personaje está bien definido, tú eres el dueño del tiempo. Los actores tenemos la capacidad de detener el tiempo y ponerlo en marcha cuando queramos.

Esta obra fue censurada.

TRIANA: Fue censurada. Mejor dicho, fue incautada.

JUAN: Y por pornográfica.

Así que fue este el motivo.

TRIANA: Esta función la escribió en el año 26. Lorca intentó estrenarla en el año 29. Cuando estaban ensayando, apareció la policía de Primo de Rivera y dijo que la obra quedaba incautada. Corrió el riesgo de desaparecer porque había solo dos manuscritos. Finalmente, la estrenó en el 33 con la Segunda República.

¿Creéis que hoy en día tendría peligro de estar censurada por algún motivo?

JUAN: No, está tal y como la escribió. Quizá, si no se hubiera incautado, Lorca hubiera hecho más versiones.

TRIANA: Sí, lo hemos pensado: creo que siempre le hubiese dado una vuelta. Quizá añadir un acto y para darle el tiempo actual de una función.

¿Cómo ha sido el proceso de creación y ensayo?

TRIANA: Los tres han tenido un proceso corto porque han venido como sustituciones, donde han tenido que encontrar una estructura y yo les he ayudado. Pero, sobre todo, aparecen ellos con un trabajo muy hermoso y muy directo. Si no fuera así, esta función sería muy difícil. Ellos se entienden perfectamente de lo que se está hablando. Es una pieza delicada, es poesía.

JUAN: Jugamos a algo bonito que es el personaje. El actor nunca está en el escenario. El actor se queda en cajas. El elemento sorpresa está continuamente en el escenario. Eso lo trabajamos también mucho. Y es muy sorprendente ver la reacción del público porque lo hacemos todos los días. Pero todos los días nos sorprendemos.

Definida por el autor como aleluya en cuatro actos nos hace navegar por la poesía el simbolismo y la delicadeza de su texto.

Que importante crear buenos equipos también.

TRIANA: Cuando trabajas con buen equipo, cuando eres capaz de hacer un buen equipo, esa es la clave. Esa es fórmula: el equipo.

JUAN: Cuando tienes la suerte de que todos los elementos conjugan hacia la misma dirección. Te vas al cielo.

«Yo creo que la belleza del teatro es cuando se sublima el amor o el dolor, te queda como un eco»

Hay una tensión entre los tres personajes, que Triana relaciona con la pieza de Rest energy de Marina Abramovic, ¿cómo se relaciona esta pieza en el universo de Lorca?

TRIANA: Me parecía que encajaba muy bien la performance Rest Energy de Marina Abramovic y Ulay porque habla de que la cercanía y la distancia provocan el mismo peligro. Es el mismo peligro cuando te entregas a alguien o a algo. La acción que hacemos en la puesta en escena es muy importante, es la misma que en la performance. En este caso, Perlimplín coge la empolladura del arco y Belisa sostiene la flecha y la cuerda tensa, que prácticamente es quien tiene las riendas. Si Belisa suelta, rompe el corazón de Perlimplín. Y, es que realmente pasa eso en la función Belisa tiene el poder de soltar esa cuerda.

JUAN: Es verdad que a mí me impactó mucho. Está muy bien solucionado cuando Marcolfa es la que para esta acción.

TRIANA: Sí, por eso es el viaje iniciático de los tres personajes. Marcolfa es la que protege primero y la que está intentando que esto pare. Perlimplín quiere vivir, entiende que tiene que tener un final, el que sea. Y, Belisa no se da cuenta hasta el final, la anagnórisis de Belisa es el final absoluto, ahí lo entiende todo. Todo es tan sutil que se convierte en hermoso. Hay algo que decía Lorca sobre los personajes, que me parece muy hermosa: los personajes se dejan llevar, no entienden nada. El único que está entendiendo todo es el público, el único que sabe cómo transcurre todo, el viaje de los tres. Eso es lo sublime.

JUAN: Y, además, nada es histriónico, por eso se sublima. Todo va sucediendo de una manera natural. El dolor va quedando como un eco, todo va quedando como en ecos. Yo creo que la belleza del teatro es cuando se sublima el amor o el dolor, te queda como un eco. Es simbólico. Todo el espectáculo está lleno de simbología.

TRIANA: Las pulsiones de Lorca elementales están: la muerte, el amor, el sexo, la vejez, el sentirse querido o el ser correspondido.

¿Qué vigencia tiene este texto en la actualidad o por qué le diríamos a la gente que es importante hoy?

JUAN: En primer lugar, porque Federico tiene una vigencia absoluta. Después, porque se nos ha olvidado mucho lo que es la ternura. Se nos olvida mucho lo que es el amor. Se nos olvida mucho lo que es la empatía, el entendimiento, la tolerancia, la comprensión. Todo eso está en el texto de Federico. Y, a veces, el teatro tiene que cumplir su cometido, que es el espejo. Es una dosis de vida que el público debería recibir constantemente porque se nos está olvidando. Creo que Don Perlimplín y Belisa en su jardín tiene una dosis de ternura infinita.

TRIANA: Yo añadiría que levantar la literatura es una cosa vigente. Y es lo que nos hace evolucionar. Este tipo de literatura está llena de símbolos y es tan privada, como decíamos, utilizarla es una oportunidad de sentarte y dejarte llevar por la literatura. Hay que escucharla y verla. Y, esta pieza es una joya.

«Un viaje hacia lo sublime»

Y, hablando de que la poesía es el arte de sintetizar, ¿cómo sintetizaríais en tres palabras esta joya que tenéis entre manos?

TRIANA: Te hace experimentar sentimientos vivos. Sí, experimentar sentimientos vivos.

JUAN: Viaje hacia lo sublime.

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Escrito por

Actriz, directora y dramaturga. Graduada en Filosofía y Arte Dramático (RESAD). Siempre haciendo preguntas y siendo curiosa por lo que me rodea.

Dando mucha guerra con mi compañía teatral Evogía, para seguir creando, renovando clásicos y acercando el teatro y la filosofía a todo el mundo.

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