Las Crónicas Ibéricas llegan a su fin. La trilogía creada por la compañía Club Caníbal, compuesta por Desde aquí veo sucia la plaza, Herederos del ocaso y Algún día todo esto será tuyo, que ahora se estrena abriendo la temporada del Teatro de La Abadía, son una ácida mirada del comportamiento de la sociedad española pasada por el tamiz de lo corrosivo y carnavalesco, sello inconfundible de la compañía.
Juan Vinuesa, miembro fundador de Club Caníbal junto a Chiqui Carabante, Font García y Vito Sanz, nos habla sobre su filosofía de trabajo y las ganas de contar, divirtiéndose, mientras meten el dedo en la llaga.
TEATRO MADID.- Háblanos del origen de Club Caníbal, ¿cuál fue la necesidad que os movió a crear la compañía?
JUAN VINUESA.- La necesidad viene de entender la vida. Vito Sanz, Font García y Chiqui Carabante querían formar una compañía y les faltaban personas, en esos momentos yo estaba trabajando con Font y me llamaron. Nos dimos cuenta de que nos reímos y nos preocupan cosas muy similares. Nos propusimos quedar algunos días para leer la actualidad de la prensa, ver qué noticias había, qué giro se les podía dar, qué “Cara B” podía haber en las cosas más inmensas de este país. Dentro de todas las anécdotas nos quedamos con el lanzamiento de una cabra desde un campanario en Manganeses de Polvorosa y pensamos qué mundo podría haber ahí. Al hablar de ese asunto central se nos ocurrían muchos personajes, muchos comportamientos, muchas analogías y muchas situaciones, pensamos en hacer una trilogía, cada una con un suceso central para hablar lo que entendemos nosotros como el carácter ibérico, la parodia de la sociedad española y la manera que tenemos en esta país de reírnos y de llorarnos.
TM.- ¿Desde el comienzo decidisteis que sería una trilogía y los temas que trataríais?
JV.- Sí, por una cuestión de desarrollar un lenguaje. La idea de la trilogía no es por hacer tres obras porque sí, es por poder investigar el desarrollo de un lenguaje. Como las otras siguen en gira, nos damos cuenta ahora que hay una pequeña evolución en nuestro desarrollo del lenguaje.
TM.- ¿Una especie de depuración?
JV.- Exactamente, pero no quiere decir que unas sean mejores o peores. Habrá a quien le guste una, a quien le gusten todas o no le guste ninguna, dentro de la forma carnavalesca que tenemos de trabajar, de crear el paisanaje de un pueblo, de una ciudad y de hacer los personajes.
TM.- ¿La estructura de las tres es similar?
JV.- Sí, los cambios de vestuario están dentro del espectáculo, hay música en directo. Creo que hay ciertos elementos de acción en una trilogía que se pueden desarrollar mejor que en una sola obra.
TM.- Hablabas de que pueden gustar más o pueden gustar menos. ¿Por qué crees que vuestros espectáculos generan reacciones encontradas?
JV.- Nunca queremos hacer una gracieta gratuita, de hecho nos hemos cargado muchas cosas que creíamos que solo podían provocar y no teníamos discurso sobre eso. Lo que nos hace a nosotros estar contentos y tranquilos es que, dentro de cada frase, debajo de cada personaje, de cada escena, sabemos por qué lo hacemos. No nos interesa para nada aleccionar, nos preocupa mirar las cosas desde diferentes lugares, no voy a ir a explicarle a nadie nada. Si alguien se siente ofendido, que alguna vez ha pasado, está en su derecho. Lo que no soporto es la gente que sabe las intenciones de los demás: “Es que han hecho esta obra para provocar” “Es que han hecho esta obra para hacerse los graciosillos” “Es que han hecho esta obra porque quieren ser modernos” Di que nuestras obras te han gustado o no, que te has reído, que te parecen una mierda, si quieres, pero no digas con qué intención se ha hecho porque la intención la sabemos el equipo, nadie más. Como creemos que nuestras preocupaciones las tenemos claras, si alguien se siente ofendido, pues bueno, qué le vamos a hacer, está en su derecho.
TM.- ¿Os han puesto muchos problemas a la hora de programaros?
JV.- No, para nada. No le importamos tanto a la gente ¡no somos Els Joglars! (Risas)
TM.- Cuéntame qué temática abordáis en Algún día todo esto será tuyo, la tercera entrega que cierra la trilogía.
JV.- Nos vamos a lo que pudieron ser los últimos días del presidente del Corte Inglés, Ramón Areces. Eso nos da para investigar sobre cómo el poder corrompe, qué efectos tiene sobre una persona que no tiene ningún poder y alcanza casi el máximo poder que puede tener. A raíz de esta figura y centrándonos en una biografía que fue muy polémica, que fue retirada y que nos ha costado encontrar – El libro de Javier Cuartas, La falseada historia de El Corte Inglés – nos hemos centrado en cosas reales, su viaje a Cuba, la compra de Galerías Preciados, su relación con el que se cree el otro fundador del Corte Inglés, estirándolo e investigando sobre el capitalismo y el mundo de la empresa en España.
TM.- A priori, parece que la propuesta de esta tercera parte suena más seria, más sobria.
JV.- Yo soy bastante enemigo de categorizar las cosas, pero es verdad que esta tiene un punto quizá más sobrio y también más negro en algunas cosas. A mí me interesan mucho los límites extraños, cuando no están muy definidos en el género, que no sabes si es comedia, drama, o qué. De alguna forma parecía que las otras tenían un punto muy disparatado desde un principio y esta lo tiene de sobriedad, pero luego se dispara igualmente porque, que el universo se estire y se dispare, nos ayuda a nosotros a reflexionar y a reírnos de nosotros mismos.
TM.- ¿Cómo es el proceso de trabajo? Imagino que en la primera parte era de una manera y ahora ya tenéis como un patrón de trabajo que seguir.
JV.- Lo que nos hemos dado cuenta es que, cuando ya hemos investigado un poco más en este lenguaje, ya sabemos encontrar por dónde nos huele que esa escena se va a quedar o que pueda contener un personaje, el instinto se desarrolla. No hemos querido traicionar la manera de trabajar, es decir, no hemos querido conformarnos con la primera versión que salga de una escena, hemos querido que debajo de cada escena, de cada frase, haya un porqué. Nosotros llegamos a una sala de ensayos, improvisamos, la improvisación la transcribimos, la medio memorizamos y la volvemos a improvisar, eso lo volvemos a transcribir y luego llega Chiqui para hacer el trabajo de dramaturgia y va dirigiendo por dónde ir. Hace falta una visión de director que decida qué se queda y qué se recorta. Y cuando todo está unido, volvemos a ver de ahí qué sobra, qué puede faltar, porque si no dudas de las improvisaciones y las tomas como material definitivo, de esto que se suele decir “¡Qué frescura tiene esto!”, corres el riesgo de que la historia se diluya, no llegue, no comunique con nadie y se quede en una gracieta de actores haciéndose gracia entre sí, una especie de endogamia artística terrible.
TM.- Siempre tienes que estar con las antenas puestas.
JV.- Siempre, para saber que, aunque no trabajes para un resultado, si estás trabajando para establecer un diálogo con el público. Lo que sí puedo decir es que las tres obras las hemos estrenado y a las tres las hemos quitado 20 o 25 minutos. En Club Canibal nos interesa el trabajo artesano del teatro, el saber que la mejor función puede ser la última y la última puede ser diferente al estreno, aunque sea la misma historia. Es un placer la poda, esto lo aprendí de José Ramón Fernández. Es como respirar otra obra o volver a estrenar.
TM.- ¿Cómo os repartís los personajes?
JV.- Como las improvisaciones no las juzgamos, vamos repartiendo personajes. El ego no está presente en la sala de ensayos, y si está, se queda en la puerta. No hay problema en pedir probar a hacer cualquiera de los personajes, los podemos improvisar y ver que de repente ese personaje le queda mejor a otro de nosotros y se lo queda. No tenemos amores platónico-artísticos con los personajes. Siempre se tiene en cuenta cuál es el miembro que mejor le puede dar forma.
TM.- ¿Tenéis las tres obras en gira a la vez?
JV.- Sí. En julio del 2015 se estrenó Desde aquí veo sucia la plaza, y desde ahí comenzamos una gira que tenemos cerrada hasta julio del 2019.
TM.- ¿No os gustaría daros el placer de hacer la trilogía completa?
JV.- Sí, nos gustaría. ¡Seríamos como los Jan Fabre del Hacendado! (Risas) Hacerlas seguidas serían unas cuatro horas. Tenemos pensado hacerlo, pero no tenemos pensado dónde ni cómo, pero nos encantaría por ver la experiencia, podría ser interesante.
TM.- Centrándonos en ti, parece que esta temporada vamos a tener Vinuesa para rato, ¿no?
JV.- Sí, bueno, estamos con esto, estamos con la gira, volvemos ahora con Tus otros hijos no te olvidan, Mirona en los Luchana, luego estreno con Alberto Conejero La Geometría del Trigo y con Andrés Lima estrenamos Shock 1 – El cóndor y el puma, sobre el golpe de estado de Chile. ¿Sabes qué me pasa? Que veo la gente de la que estoy rodeado y a mí, que no me gustan los tópicos, pienso “Qué alegría ir a ensayar”. Estoy con gente que ha vivido épocas muy diferentes, que se ha formado en escuelas muy diferentes, que viene de ciudades muy diferentes, que están comprometidos con causas muy diferentes, y a mí eso me enriquece. En cada una de las cosas en las que estoy, hay gente que cuando yo estudiaba, ya sabía de ellos o había visto cosas de ellos y sabía quiénes eran, este encuentro intergeneracional, está muy bien. Bueno, ¡y que te permite pagar el piso!
Esto son rachas, pero no tienes que perder la perspectiva, son montajes de teatro que ¡ojalá!, pero ninguno tendrá una gira de 300 bolos. Este es un oficio que carece de reglas, tú puedes trabajar una obra y que no le gusta a nadie; o puedes creer que trabajan los más guapos y no; puedes creer que se lleva un tipo de actor y luego resulta que no. Este oficio carece de reglas y hay que estar preparado para que, cuando te llegue el momento, puedas defenderlo de la mejor manera posible. ¡Así que yo lo voy a disfrutar!
TM.- Además de actor, te estamos descubriendo como director y dramaturgo, ¿qué faceta es consecuencia de cuál?
JV.- Yo soy periodista y me vine a Madrid para trabajar de periodista, he trabajado como tal y sigo haciendo colaboraciones, pero le he tenido mucho respeto a escribir teatro, me he formado en talleres hasta que llegó el Máster de Creación Teatral de la Carlos III que hice hace dos años con Juan Mayorga, ahí escribí una obra que todavía no he estrenado y luego Tus otros hijos no te olvidan. Me gusta mucho escribir y lo de dirigir… a mí lo que me gusta es un trabajo de dirección de actores muy de tú a tú. Es verdad que escribir me hace mejor actor, dirigir me hace mejor autor, pero me considero un actor que escribe y que dirige porque no tengo el tiempo completo de dedicar a escribir. Me ha ayudado mucho todo estos años en Layton por trabajar textos muy diferentes de autores y autoras que de alguna manera te preparan el oído para la acción. Lo que me interesa es investigar el sistema teatral, ¿me interesa escribir una historia? Pues la escribo luego ya veré si se hace o no, tiene que ver más con trabajar para ti que de cara a la galería.
TM.- ¿Crees que estamos cayendo mucho en el autobombo y el exceso de exposición para vendernos? Pensando en el teatro, ¿a dónde crees que va eso?
JV.- Yo me he promocionado, me promociono y lo seguiré haciendo, pero para mí hay un error, las sociedades que se crean en Facebook principalmente son muy endogámicas y muy cerradas y son muy pequeñas. Lo magnificamos todo, ¿pero efecto en el público? No. Soy de la opinión de que si pones un día tras otro que estás con una obra, no te va a llevar a más gente, puede incluso que pierdas, porque lo acaban leyendo los mismos, no creo que por volver a compartir lo mismo vayas a levantar una taquilla. El exceso de autobombo te puede hacer perder más gente por desarrollar una animadversión de “Por favor, ¡ya no me digas más que estás en esa obra!”. También hay que ver qué capacidad tiene cada uno, pero aun así, no lo creo. La repetición de algo por redes no es nada exponencial.
TM.- ¿Y qué me dices de la crítica?
JV.- Yo también soy periodista y soy un apasionado del mundo de la comunicación. La gente que dice que no lee una crítica mala, no me lo creo. La gente las lee, otra cosa es que no le de importancia, yo me las leo todas y me encanta, pero el asunto está en que mucha gente se expone y cuando le hacen una mala crítica lo borran, le bloquean, le contestan de malas, entonces tenemos que pensar si solo tenemos preparado el oído digital para lo bueno. El dialogo y la discusión me interesa.
Por suerte todo va evolucionando mucho, yo veo ahora el debate con lo de Un enemigo del pueblo, y a mí me interesa. Fíjate que no la he visto y de repente digo “¡Qué acontecimiento!” Hay un debate que se genera más allá de si la obra es buena o mala. Los acontecimientos me interesan, y a quien se queja también le interesa, el interés no tiene que ver con estar de acuerdo, habría que fomentar más en las escuelas de arte dramático, y en la sociedad en general, el desacuerdo porque hablamos de dialogo, pero el dialogo parece que tiene que ir siempre en la misma dirección, y el desacuerdo no lo aceptamos.
TM.- ¿Y la autocrítica?
JV.- A todos nos gusta gustar, solo hay que saber que estamos expuestos. Hay que tener presente que si criticamos, damos lugar a que a nosotros también nos digan algo. Si criticas, deberías mirarte un poco, que lo mismo criticamos cosas en las que nosotros también hemos caído o caemos o caeremos. Esta presión de hacerlo todo bien me parece horrible, todos queremos hacer las cosas bien, claro que sí, pero si las haces mal, tienes que pensar que te van a recordar por tu último trabajo. Hay tanto ruido que es terrible y no somos tan importantes. Si te equivocas, ya lo harás mejor.
Texto y fotos José Antonio Alba