«Quedan 10 minutos… ¿Qué te vibra? ¿Qué te llama? ¿Hay relaciones posibles con los otros cuerpos? ¿Hay diálogo? No perdáis la conexión visual entre vosotres». La bailarina y docente brasileña Marina Santo susurra algunas indicaciones a los intérpretes Malvin Montero, Julio Hu, Natasha Ortiz y Benia Nsi Ngua durante la improvisación de 20 minutos previa a los ensayos de Más allá de la piel.
Tomando como punto de partida conceptos como diáspora y ancestralidad, esta pieza de danza contemporánea nace como homenaje a la comunidad de personas racializadas. Benia, Natasha, Julio y Malvin fueron seleccionados tras un ciclo de talleres de conciencia corporal e investigación de movimiento impartidos por Marina Santo, exclusivamente destinado a la población migrante residente en Madrid. El espectáculo, que se estrena en el Teatro Pradillo el 24 y 25 de marzo, cuenta con la asistencia dramatúrgica y coreográfica de la artista Poliana Lima.
«¿Cómo quieres vivir estos dos últimos minutos que quedan? Diez, nueve, ocho… Cerrad los ojos un momento y respirad lo que sentís, sin juzgar. Inspiramos y espiramos, ahhh…». Silencio. Quietud. Los cuerpos que durante 20 minutos se movían sinuosos, fluyendo, con movimientos rítmicos, otras veces espasmódicos, reposan ahora con la respiración todavía entrecortada. Sin embargo, el espacio de ensayo ya está cargado de la energía necesaria para empezar a crear, a dar forma a las escenas que el público vibrará en Más allá de la piel.
A través del cuerpo de Benia, Natasha, Julio y Malvin los espectadores serán testigos de la afirmación de sus existencias, de sus vulnerabilidades y de sus potencias tanto a nivel individual como colectivo. Lejos de un relato narrativo lineal, la pieza discurre en un tiempo donde pasado y futuro se mimetizan con un presente bañado por el universo sonoro diseñado especialmente por el músico Miguel Zamora Sánchez.
TeatroMadrid ha conversado con Marina Santo durante uno de estos ensayos previos al estreno de Más allá de la piel, una pieza con una actitud «deliberadamente política», que coloca a la comunidad racializada como protagonista en el escenario, donde todavía tiene muy poca representatividad, por no hablar de los altos puestos de prestigio y poder de los teatros.
Vídeo ideado, creado y editado por Carmen Álvarez
El título Más allá de la piel ya es toda una declaración de intenciones. Explícanos qué pretendes transmitir.
Cuando pensamos en racialización, pensamos en piel y en color, por un lado. Por otra parte, la piel es el órgano más grande que tenemos en el cuerpo. Para mí Más allá de la piel conecta también con estar a flor de piel, ir más allá del cuerpo, entrar en contacto con lo que no se ve pero se siente. Existen todas estas variantes alrededor de la piel. Pero el eje de la pieza tiene que ver con la racialización.
Luego, para mí era muy importante tener una persona de origen asiático en la pieza, porque aunque su piel pueda ser leída como blanca no está dentro del pacto de la blanquitud. Y recordamos el contexto que habitamos: no estamos ni en Londres ni en París, estamos en Madrid, con todo lo que eso significa. Aquí la población afrodescendiente es megarresiliente, vale, somos lo camellos y la putas, pero resilientes. ¿Y la población china qué? Si vienen de Nueva York, sí, hay moda, pero aquí, ¿en Usera? También quería que el reparto reflejara diferentes perfiles afrodescendientes donde personas afro de piel más clara y más oscura pudieran estar en escena juntas, desde la ancestralidad afro que nos une.
¿Cómo decidiste que los intérpretes fueran estas cuatro personas?
Estuve impartiendo sesiones gratuitas de conciencia corporal y exploración de movimiento durante 16 horas en el Espacio Vilarinyo. Tenía un cupo de 30 personas y se apuntaron 120. Esto habla de lo que pasa en Madrid y de la demanda que hay por parte de la comunidad de ocupar espacios que si no tienes dinero no ocupas. Tenía claro que quería dos personas con más experiencia profesional y otras dos que no tuvieran experiencia en danza. Hay algo con la comunidad racializada que trasciende a la formación corporal por las experiencias que nos unen y que están totalmente relacionadas con el cuerpo que somos.
En marzo iniciamos la residencia en la asociación cultural La Parcería y luego hemos continuado ensayando en los estudios del Centro Coreográfico de los Teatros del Canal. La última semana previa al estreno trabajaremos en el centro cultural Paco Rabal. Ha sido importante poder ocupar todos estos espacios antes de llegar a Pradillo.
Mi gran preocupación era que los talleres no fueran un casting. Muchos de los recursos que traigo a Más allá de la piel tienen que ver con cosas que probé o sentí después de una sesión impartida a la comunidad. Con todo el respeto al grupo, no quería contar la historia de sus padres o narrar su propio proceso migratorio. Quería tocar la temática de la racialización desde el lenguaje contemporáneo y ampliar las posibilidades de habitarla.
¿De qué manera abordas el proceso creativo de la pieza?
Trabajamos a partir de prácticas de conciencia corporal y de exploración de movimiento. Las ideas pueden surgir inicialmente de mí o de lo que veo en sus cuerpos en movimiento. Es un proceso colectivo donde soy yo quien conduce, acompañada del grupo. Cuento con el apoyo y la experiencia de Poliana Lima como asistente coreográfica y dramatúrgica.
Desde nuestras referencias, vemos lo que sale y cómo lo integramos. Siempre he creado performances e improvisaciones; es un proceso de creación que está vivo. La danza usa mucho la intuición, expresamente la improvisación en movimiento. Nuestras ancestras trabajan con el invisible, eso está también presente. Cada vez valoro más esos saberes que no son universitarios, que no se pagan con dinero y que tienen un valor que occidente ha matado.
¿Tenéis las condiciones y el tiempo necesarios para desarrollar el proyecto?
Estoy realizando un sueño. Podemos tener un salario, el pago a la seguridad social. Es una reparación. Más allá de la piel es uno de los 20 proyectos seleccionados -entre los 168 presentados- por la convocatoria Art for Change, de la Fundación La Caixa.
Por primera vez tengo también un músico [Miguel Zamora] a mi disposición, que acude a todos los ensayos, crea música en directo… También cuento con la colaboración de Pablo Seoane, en el diseño de luces; Génesis Valenzuela, en el diseño gráfico; Megane Mercury, en audiovisuales; Patricia Roccu y Jeannette Tineo, como ponentes invitadas, e Isabella Lima en la producción.
Siento que puedo abarcar este proyecto ahora. Hace 10 años no hubiera podido hacerlo. Quiero que esta pieza, más allá de lo que hable, sea un homenaje. Estamos en 2023. Los coles son muy diversos, pero en los equipos directivos nadie tiene acento; y cuando alguien lo tiene, es la profe de francés. Que está muy bien, pero España nunca fue blanca.
Y ya ha llegado el momento de que las artistas creen algo intencionadamente político.
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