En cada musical de la cartelera madrileña, el público tiene la oportunidad de sumergirse en la magia que solo la combinación de música, movimiento y teatro consigue generar. Pero tras cada paso de baile, cada historia… un grupo de actores entre bambalinas permiten que este pequeño milagro se mantenga vivo cada noche.
Ellos son los covers, swings, alternantes, standbys o walk-in covers: los actores suplentes del teatro musical. Esta labor, una de las menos reconocidas pero más indispensables dentro del oficio, exige al artista permanecer preparado para salir al escenario ante cualquier circunstancia que impida actuar a la compañía titular, cubriendo desde una libranza programada, hasta un imprevisto o una emergencia a mitad de función.
Eduardo Mayo, walk-in cover en El Rey León; Javier Manente, Yonkers y cover de Tulsa en Gypsy; José Guélez, swing y cover de Aladdín y Omar en Aladdín; y Judith Tobella, alternante de Christine Daaé en El fantasma de la Ópera, nos cuentan sus experiencias en estas posiciones, y comparten tanto las dificultades como todos los retos y satisfacciones que les brindan estos roles.
Eduardo Mayo, actor madrileño de teatro, cine y televisión, se enamoró de este género teatral, y de forma especial de El rey León durante un viaje a Londres a finales de los años 90. “Siempre quise ser actor de teatro musical, aunque la vida me fue llevando más por el de texto”. Cuando se anunció que iba a estrenarse en Madrid, se quedó a las puertas del casting final.
Sin embargo, nunca se rindió y finalmente consiguió entrar en El rey León once años después de su estreno, como walk-in cover. Esta posición, también llamada standby, implica aprenderse varios personajes, en su caso, tres, y permanecer preparado para salir a interpretarlos siempre que sea necesario. Su mayor reto durante los ensayos fueron los puppets, las marionetas características de este montaje, que “tienen que sentirse vivos”.
Javier Manente, actor, cantante y bailarín argentino con una extensa carrera en Estados Unidos y México, buscaba un trabajo que le trajera “cierto crecimiento personal y profesional”. Se topó con las audiciones de Gypsy, y acabó comprando un viaje de tres días a España para presentarse. “El equipo creativo no daba crédito”, relata.
Manente estaba “abierto a todo lo que pudiera suceder” y trabajó el personaje de Tulsa durante las audiciones, sin importarle que fuera para ser suplente. “Hacer Gypsy en España ya era una propuesta muy interesante”. Finalmente se le asignó el rol de Yonkers, además de cover de Tulsa. Suele interpretarle una vez a la semana, siempre que las circunstancias lo permitan, además de cuando el actor titular está indispuesto o librando.

José Guélez en ‘Aladdin, el musical’
José Guélez, actor, cantante y bailarín procedente de Fuenlabrada, forma parte de la compañía de Aladdín como swing, una figura “muy desconocida para la mayoría del público”. Su labor es suplir a los ocho miembros del elenco masculino, pudiendo salir en cualquier momento. Conoce cada movimiento, armonía, posición… de cada bailarín; los cuales apuntó y clasificó durante los ensayos en su “biblia del swing”, un documento que resume todo lo que ocurre en cada momento del espectáculo, en cada una de las posiciones que cubre.
Además de ser swing, es cover de los personajes de Omar y del protagonista, un papel que le propusieron aprender tan solo dos semanas antes del estreno, lo que era “un sueño” para él.
Judith Tobella, actriz y cantante barcelonesa, siempre había deseado interpretar a Christine Daaé en El fantasma de la Ópera. No dudó en presentarse al casting, el primero que realizaba después de haber sido madre. “El proceso de audiciones lo recuerdo con cariño”, recuerda. “Ser alternante de Christine me apetecía mucho, porque iba a combinar a la perfección con mi situación familiar.”, comenta.
A partir de su segunda audición, comenzaron a probarla junto a su pareja, Manu Pilas, quien se presentaba al papel del Fantasma. “Ambos estábamos sorprendidos y disfrutamos mucho del proceso.” Fueron seleccionados para ser los alternantes de ambos papeles, interpretándolos juntos en dos funciones fijas cada semana, además de como suplentes en ocasiones puntuales.

Judith Tobella en ‘El fantasma de la Ópera’
Todo lo que conlleva ser swing, cover o alternante
Ocupar alguno de estos puestos implica muchas horas de estudio y ensayos, y una fecha de estreno diferente a la de la compañía. Una vez esto ha ocurrido, han de estar preparados para afrontar cualquier situación que altere el orden habitual de una función y sacarla adelante.
Para Guélez, ser swing “no consiste en estar en escena, sino en estar preparado para estarlo. Incluso antes de recibir esa llamada que me dice qué me va a tocar hacer. Parte de mi trabajo se basa en que no existe el previo aviso”. Es muy consciente de la enorme responsabilidad que conlleva esta posición. “Si algo sale mal, puede ser peligroso”.
«Parte de mi trabajo se basa en que no existe el previo aviso»
José Guélez
Tobella, basándose en su propia experiencia, indica que cualquier suplente, pero de forma especial un alternante, puede pasar mucho tiempo observando a los titulares, y que es indispensable que haga “gran parte del trabajo [de preparación, interpretativo, vocal…] por sí mismo” para afrontar en buenas condiciones el momento de estrenar.
Mayo hace hincapié en que hace falta “disciplina, capacidad de trabajo y buena memoria” para poder trabajar de suplente en un musical, aunque son necesarias para cualquiera que trabaje en esta profesión. Manente reitera lo dicho anteriormente, e incide en otras cualidades que también considera indispensables: “Un buen cover necesita una buena formación y un entrenamiento sólido. Y ante todo, mucha versatilidad”.
Su rutina física, vocal y mental para mantenerse preparados y en forma
Un oficio tan intenso mental y físicamente como el teatro musical, de forma especial en el caso de los swings y covers, no solo conlleva una formación y una forma de trabajar específica, sino que también requiere estar en forma y mantener una rutina específica.
Como afirma Guélez, “sin cuidarse a todos los niveles, algo que cada artista hace a su manera, no se puede mantener una gran producción”. En su caso, la rutina que sigue “varía mucho conforme avanza la semana, dependiendo de qué me vaya tocando hacer”. Aun así, “hay pilares como cuidarse la voz, entrenar, comer sano… que se mantienen durante todo el proyecto”. También, subraya la importancia de cuidar la salud mental para evitar agobiarse y perder la calma.
Tobella reconoce ser “muy cuadriculada” los dos días que le toca ser Christine, siguiendo su rutina al pie de la letra desde que se levanta. Aunque a la vez, expresa que la experiencia que le ha dado vivir situaciones “críticas” en el escenario, unida a la técnica, le sostiene cuando no se encuentra del todo plena. Menciona también la importancia de la preparación física y vocal. “Diseñé un calentamiento vocal que deja mi voz en condiciones óptimas para cantar esta partitura. También, procuro mantenerme en forma para evitar hacerme daño, ya que es un personaje muy físico”.

Eduardo Mayo forma parte de ‘El rey león’
Una parte imprescindible de la rutina de Mayo es tenerlo todo repasado para lograr un resultado óptimo. “Hay una parte paralela a los ensayos y a las funciones, que conlleva repasar y asegurarse de que todo está como debe”. También, reitera la importancia del calentamiento, momento que comparte toda la compañía cada día, (incluidos swings y covers) para no perder la energía de la compañía.En cambio, Manente, quien, al contrario que sus tres compañeros, sí realiza todas las funciones semanales del espectáculo en el que está, confiesa que su rutina no se ve alterada cuando le toca interpretar al papel que suple. “Tengo mi rol habitual en el ensamble y el papel de Tulsa muy asentados. Confío en esto para no estresarme”.
Su trabajo: cómo lo viven
Ser cover, swing, alternante… no solo implica subirse al escenario con mucha menos frecuencia que el elenco titular. También conlleva un reconocimiento muy diferente y una forma distinta de vivir el día a día en su trabajo. Sin embargo, estos cuatro artistas han encontrado diversas formas de abrazar el lado más positivo de sus puestos, y encontrar crecimiento profesional en ellos.
Manente recalca que sentirse “igual de a gusto en una posición como en otra” le permite “disfrutar de su trabajo”. Su mayor reto en Gypsy, su primer trabajo en España, ha sido neutralizar su acento al castellano; aunque hoy en día lo tiene tiene “bastante más internalizado”.
Para Mayo, formar parte de El Rey León era “un sueño de juventud”. Cada personaje de los tres que cubre es “un viaje muy diferente”, relata, y aclara que le ha tocado “ir descubriendo todas las particularidades que tiene este puesto y lo difícil que es”, algo que no se esperaba del todo.
Guélez, quien ha sido swing en los cuatro grandes espectáculos de los que ha formado parte, no esconde que ciertos atributos de su puesto, tales como “no aparecer en el anuncio, vivir el estreno desde el camerino o la platea”, o incluso no sentirse “del todo parte de la compañía”, pueden volverse difíciles de gestionar, sobre todo para quienes lo son por primera vez. Y, sin embargo, expresa con orgullo que ha “aprendido a disfrutar” de su trabajo. ¿Cómo? “No juzgándome tanto, siendo capaz de salir del teatro sabiendo que me he esforzado al máximo, y sin aspirar a estándares imposibles ni caer en comparaciones ni autosabotaje”, además de por lo mucho que disfruta “el componente de adrenalina” que conlleva.
Por otra parte, Tobella señala que: “Hacer dos funciones a la semana me ayuda a afrontar el papel con más frescura. No tengo la oportunidad de cansarme de hacerlo y lo disfruto siempre”. Ser alternante: “Se ajusta a las circunstancias actuales de mi vida, y me permite compaginar este trabajo con otros proyectos y, sobre todo, poder dedicarme a mi hijo”.
Hacia el bienestar de la compañía
Cualquier musical de gran formato tiene mucha complejidad física y vocal, y conlleva un cierto riesgo de lesionarse. Sin suplentes, el telón no podría levantarse ocho veces por semana. Una compañía que no cuida este aspecto está mucho más desprotegida ante cualquier incidencia y corre un riesgo muchísimo más elevado de tener que cancelar una función.
Fomentar las alternancias y cotitularidades (dos intérpretes que alternan un papel equitativamente) le resulta “una idea genial” a Tobella, no solo pensando en los actores que interpretan los roles complejos, sino también en todas las actrices que tienen dificultades para conciliar maternidad y trabajo. “Tengo compañeras madres que han podido repartirse un personaje, y creo que para todas las que lo somos y nos dedicamos al teatro musical es una necesidad”.
La gran mayoría de grandes producciones tienen un sistema que permiten a los artistas librar en alguna función y a los swings salir en su lugar, sabiéndolo de antemano y pudiendo repasar: las rotaciones. Guélez recalca cómo ayudan a mantener la calidad del espectáculo: «Cuando actúan covers y swings, la compañía está más descansada y sana, facilitando que la historia se cuente con la misma energía e intención con la que fue concebida.” Además, añade que este sistema también permite a los artistas salir a verlo desde el patio de butacas, algo que considera “esencial y muy enriquecedor.»
Mayo defiende que el rol del suplente es esencial para una compañía, pero manifiesta que “Se hace un buen trabajo como cover cuando tanto el público como la compañía no notan nada cuando hay un suplente en escena. […] El objetivo es que el show esté en las mejores condiciones posibles”.
«Se hace un buen trabajo como cover cuando tanto el público como la compañía no notan nada cuando hay un suplente escena»
Eduardo Mayo
Manente, quien protagonizó Anastasia en México justo antes de aterrizar en España, declara que, aunque no tuvo que ausentarse prácticamente ningún día, le daba “mucha seguridad” saber que tenía otra persona preparada si se ponía enfermo o no podía salir por otra circunstancia.

Javier Manente forma parte de ‘Gypsy’
¿Se valora su labor dentro de la industria teatral?
Sin los swings, covers y alternantes, sería inviable que el telón se levantase a diario en cualquier espectáculo. Y sin embargo, como recuerda Guélez, “hasta hace muy poco, éramos vistos como una figura menos importante. Hoy en día ha mejorado, pero sigue pasando. Hay artistas que sienten inferioridad cuando les ofrecen un puesto así”. Atribuye esta mejoría a que ahora se les utiliza mucho más, y eso les hace estar mejor preparados. “Cuando yo empecé, no salías para nada a escena a no ser que hubiera una baja.”
Manente afirma que existen suplentes “hambrientos” por interpretar los papeles que cubren. “Por más que les pese, el titular es otra persona”. “Yo entiendo que mi trabajo es cubrir. Uno tiene que saber dónde está y dónde tiene que estar.” Y argumenta también que escoger a suplentes frente a titulares es muchas veces una cuestión logística. “Si dos personas tienen las mismas cualidades para un personaje, pero solo una sabe bailar, es lógico que esta esté en el ensamble y sea cover.”
«Yo entiendo que mi trabajo es cubrir. Uno tiene que saber dónde está y dónde tiene que estar»
Javier Manente
Tobella reconoce estar “muy cómoda” ejerciendo de alternante y que agradece cuando las productoras “dan el lugar correspondiente a cada cargo, con transparencia y respeto”. Apunta que “cada vez nos acercamos más al modelo del West End o Broadway de estrategias de casting o promoción”, refiriéndose a cómo El Fantasma de la Ópera ha sido de las primeras producciones de la cartelera madrileña que ha anunciado públicamente la distribución de funciones semanales de sus Fantasmas y Christines.
La acogida del público
En muchas producciones de la cartelera madrileña, aunque no todas, una pequeña pizarra o pantalla anuncia discretamente el reparto que aparecerá ese día. El público más curioso mira en el programa de mano quiénes son. Si leen el nombre del titular, respiran tranquilos. Si leen el del suplente, aparecen el temor o la decepción. Es una reacción automática, casi inconsciente. ¿Estará a la altura? ¿Merecerá la pena haber venido?
Esta percepción, procedente de los tiempos en los que ver a un suplente era algo mucho más excepcional, cuando no existía una cantera tan sólida de actores de musicales como la hay hoy en día. Ignora la realidad de la profesión, en un momento en el que los covers están mejor preparados que nunca.
Según Tobella, quien ha sido cover en muchos montajes, hoy en día “El elenco de un montaje de estas características está diseñado para que el público vea un musical de primera, salga quien salga”. En caso de El fantasma de la Ópera, parte del público ha vuelto a verlo dos o tres veces, o incluso más, para ver a todas las combinaciones de protagonistas. Este fenómeno, muy habitual en el West End o Broadway, es la primera vez que pasa en Madrid con tanta frecuencia.
Muchos seguidores del espectáculo, la mayoría gente joven procedente de todas partes del mundo, han acudido a Madrid para ver nuestra producción, y a sus alternantes. “No era consciente del phandom tan grande que tiene este musical, y me ha sorprendido mucho.”, admite Tobella. “Hay gente que viaja desde otros continentes para verlo varias veces, otros que reservan ocho shows en la misma semana para ver todas las combinaciones de elenco, y también personas a las que hemos cogido cariño de tantas veces que nos han esperado a la salida. Estamos muy agradecidos por todo ello”.
«Hay gente que […] ha llegado a ir a ocho funciones en una semana para ver todas las combinaciones posibles», Judith Tobella.
Mayo cree que es bueno “que se sepa y que se reconozca esta labor, y que se reconozca el sacrificio y el trabajo que lleva consigo”. Sin embargo, opina que la efectividad de este reconocimiento “depende más de la curiosidad del público que de la producción” y que anunciar a un suplente por megafonía, como ocurría antiguamente, puede generar “una mirada diferente hacia el actor.”.
Para Manente, aún “hay un estigma en el público, que piensa que un suplente es siempre peor.”. Asegura que un musical no tiene por qué perder calidad si salen los suplentes, y que simplemente “el texto está pasando por la cabeza de otro actor, con lo cual va a ser diferente.” Tanto para la compañía como para el público, cuando esto sucede “es emocionante, una función muy especial”, señala.
Guélez, quien ha interpretado a Aladdín en torno a cien veces, afirma que lo mejor para que el público cambie su perspectiva frente a los suplentes, es que las producciones les permitan salir todo lo posible a escena. “En compañías con mucho movimiento y mucha rotación, los swings y covers estamos muy bien preparados. El show tiene la misma calidad, aunque no siempre aparezcan todos los que aparecen en las fotografías de la entrada. Que estemos en escena a menudo ayuda al público a dejar de extrañarse cuando nos ven”.
Y ahora que los conoces, ¡ve a verlos en escena!