La espera, ese lugar incómodo en el que poco a poco empiezas a desconectar del mundo y piensas en la lista de la compra, en las cosas que te quedan por hacer, en ese viaje que tienes dentro de poco… si se alarga, los nervios comienzan a sublevarse poco a poco. Verás cómo tus pies se mueven más ágiles, quizá algún tic en la mano, miras alrededor para ver si el momento que tenías planteado ya ha llegado. La espera nos lleva a lugares de nuestra mente que no estaban previstos.
Malena Alterio y David Lorente esperan a Los amigos de ellos dos en una obra dirigida por Daniel Veronese y que estará hasta el 16 de junio en las Naves del Español. Hablamos con ellos de esa espera, de la percepción de los otros y mucho más.
En esta obra representáis a una especie en peligro de extinción, un matrimonio de larga duración. ¿Cómo son estos personajes?
M.A: (risas) Sí, aún quedan algunos. Todavía existen. Ellos son bastante comunes, reconocibles, con sus contradicciones, con sus conflictos en este momento vital en el que nos los encontramos. Hay uno de los personajes, que es el de David, que empieza a cuestionarse si realmente estamos tan bien como aparentemente estamos. Ahí empiezan a brotar las dudas, los reproches, las cosas que no estaban apareciendo empiezan a aparecer y, a lo mejor, hay que tomar un tipo de medida al respecto. En todo eso nos vamos batiendo en esta larga espera porque nuestros amigos no llegan.
¿Cómo lo vive tu personaje, David?
D.L: Yo creo que no somos un buen ejemplo de cómo hacer durar un largo matrimonio. Bueno, o sí, bueno, sí, ¿por qué no? Es un retrato teatral de un matrimonio de larga duración, un momento muy crítico de su existencia y cómo lo resuelven, pues que venga la gente a verlo. Pero sobre todo con muy buen humor, con muy buen humor. Es importante.
La obra se llama Los amigos de ellos dos, o sea, el sujeto son los amigos. ¿Quiénes son estos amigos?
M.A: Uy, los amigos son unos seres… También es verdad que la visión que tiene el espectador en relación a nuestros amigos es nuestra… Claro. Ese sentir en relación a ellos no quiere decir que sea la real. Desde nuestro punto de vista son perfectos. O sea, nuestros amigos son perfectos. A ellos les pasan cosas más interesantes, más… Más cosas.
D.L: ¿Qué cosas?
M.A: Cosas más interesantes, tienen vidas alocadas, diferentes,… Y por eso yo los admiro y él también los admira pero los envidia. Son unos amigos ideales, guapos, inteligentes, interesantes. No sé, perfectos.
Qué curioso lo que comentas de la percepción, de cómo vive cada uno la realidad. La verdad, es relativa. ¿cómo lo vives tú, David?
D.L: Yo lo que tengo claro es que eso es lo que hace el hecho teatral. La hora y veinte que estamos en el escenario, lo digo titubeando porque me da pudor pero lo digo convencido, resulta ser interesante para el espectador. El punto de partida no puede ser más teatral y más interesante para ver qué pasa con la vida, qué pasa con los amigos, qué pasa con uno, todo eso.
Hace treinta años que estáis encima de los escenarios pero es la primera vez que trabajáis juntos. ¿Cómo ha sido?
M.A: Ha sido curioso porque yo tengo la sensación de que ya lo conocía. O sea, es verdad que nos conocimos hace muchos años, hace… no sé, treinta. Sí, en el 95. Coincidimos con el mismo grupo de gente y ahí yo lo conocí, siempre he pensado que hay algo familiar en él. Y ahora me encuentro con él y yo sabía que me iba a llevar muy bien. Tengo la sensación de que es familia, que es como… No sé…
¿Un nuevo Alterio?
M.A: Sí
D.L: Qué honor. Qué honor. Sí, sí, es verdad y… qué bien.
Y Daniel Veronese, ¿qué tal vuestra experiencia con este gran director?
M.A: Yo he tenido la fortuna de haberlo conocido hace tiempo porque dirigió una adaptación de Chejov, que se llamaba, Los hijos se han dormido. Y ahí me quedé prendada, de su forma, de su estilo, de lo que transmite. Y cuando Mónica Regueiro, que es la productora de Los amigos de ellos dos, me propuso este texto dije: «ay sí, otra vez con Daniel». La verdad que apetece porque hay algo donde me reconozco, en su forma de trabajar, en el tipo de teatro que hace y es muy fácil trabajar con él.
D.L: Sí, este año hago 30 años de mi primer sueldo como profesional, que es como la línea de salida. Y a estas alturas digo que Veronese es un antes y un después. Me ha removido mucho su sabiduría, cómo maneja el artefacto teatral y lo que significa estar ahí arriba. Y encima es buena persona, es amable y nunca ha habido ningún conato de qué estás haciendo, qué es esto,… Yo es que aprovecho para hacer un llamamiento a los directores y directoras de España: se puede hacer muy buen teatro así.
David Lorente: «Veronese es un antes y un después»
¿Qué importancia tiene la escucha en obra?
M.A: Toda, toda. Escucharse y reaccionar en la medida de su palabra, su gesto, su intención, eso es lo que genera vida. Mi palabra lo va a modificar o no, y yo tengo que recibir esa indiferencia o esa comunión conmigo y de eso se trata, no hay otro misterio que eso.
D.L: Totalmente, es verdad, hay que escuchar, hay que escuchar.
Compra ya tus entradas: