'LA GRAMÁTICA': EL PODER DEL LENGUAJE

María Adánez: «El teatro es un refugio de la palabra»

Un espectáculo sobre la palabra y su capacidad de transformación individual y social

Luna Paredes

Imagínense un mundo sin lenguaje. Imposible, ¿verdad? El lenguaje es la herramienta que usamos para comunicarnos, para expresarnos, para contarnos, para mentirnos, para pensar.

Ahora imagínense que son eruditos de la lengua y que hablan correctamente. Correctísimamente. Tanto, que no pueden evitar corregir los errores que detectan en todo el mundo. Eso es lo que le ocurre al personaje de María Adánez: una señora de la limpieza que, de pronto, se convierte en erudita de la lengua. Su compañero en escena, José Troncoso, es un neurocientífico que trata de que ella desaprenda lo que ya sabe. ¿Para qué? Para hablar como el resto de la gente. Para ser como el resto de la gente. Este enredo lingüístico y teatral está urdido por Ernesto Caballero, quien escribe y dirige La gramática, que estará en Nave 10 de Matadero del 29 de noviembre al 22 de diciembre.

Hablamos con la actriz sobre lengua, pensamiento y evolución de la sociedad gracias a (o a pesar de) nuestro idioma. Pueden ver la entrevista completa (el vídeo está grabado y editado por Antía Goyene) o leer lo esencial de esta charla con María Adánez.

¿Cómo estás?

Bien, contenta, con muchas ganas de traer aquí la función. E intrigantes también, al saber que traemos un texto inédito, que es un estreno mundial (me encanta decirlo así, lo del estreno mundial). Es una función muy inteligente, muy divertida, que nos va a hacer reflexionar sobre el desuso de nuestra lengua española.

Porque La gramática cuenta la historia de una señora de la limpieza, que trabaja en la Real Academia…

Mi personaje es el sujeto femenino, que es una mujer básica, prácticamente ignorante, que trabaja en la Real Academia de la Lengua como limpiadora. Y un día se le cae una estantería encima con todos los libros, desde la primera gramática, la de Nebrija, hasta la reciente edición de la RAE. Y le impacta sobre la cabeza. Cuando despierta del coma, es una mujer ilustrada y no puede evitar corregir continuamente cualquier imperfección detectada en el habla. Eso provoca el rechazo y abandono de la gente de su alrededor. Así que se pone en manos de un terapeuta, que es el personaje de José Troncoso (que está maravilloso), para volver a ser la mujer que era. Ella quiere volver a ser normal y hablar mal.

Quiere desaprender, ¿no? ¿Y tú crees que es posible desaprender?

Yo creo que si uno deja de leer… sí se puede, desgraciadamente, desaprender lo aprendido.

Después de este proceso de montaje, ¿cómo es tu relación con las palabras? ¿Ha cambiado?

Desde luego, sin lugar a dudas. Para estudiar esta función he tenido que echarle muchas horas. Normalmente un texto teatral siempre requiere un gran estudio, pero especialmente para esta función ha sido un gran esfuerzo. Y es verdad que inevitablemente ahora cuando oigo a la gente decir «delante mía» pienso: «no, se dice delante de ti».

Se ha apoderado de ti el personaje.

Bueno, me ha encendido una bombilla.

¿Y es difícil corregir a la gente?

No, yo no lo hago.

Pero tu personaje sí.

Sí. No lo puede evitar. Pero eso le genera una gran frustración y desasosiego, y una situación de mucho sufrimiento. Por eso ella realmente decide cambiar esa situación y volver a ser la que era. La función creo que hace una reflexión muy interesante en este sentido. Por ejemplo, estos móviles malditos nos hacen comunicarnos de una manera muy rápida y desestructurar mucho el lenguaje. O los jóvenes también se comunican de una manera muy rápida. Y la función lanza la reflexión de hasta dónde somos capaces de perder nuestro lenguaje a favor de la integración en una sociedad.

La función lanza la reflexión de hasta dónde somos capaces de perder nuestro lenguaje a favor de la integración en una sociedad.

¿Tú crees que ha habido una degradación del lenguaje?

Sí, las redes sociales, los móviles, WhatsApp… todo es rápido e inmediato, y eso ha facilitado el detrimento del lenguaje. Por ejemplo, ya nadie pone el primer signo de exclamación o interrogación. El pueblo, a lo largo de la historia, es la que ha ido creando la lengua actual, y ahora estamos sembrando la semilla de lo que se hablará en equis años. Y sería una pena que esa lengua no fuera tan rica en matices. Siempre existirá el teatro, que es un refugio de la palabra. Pero en la calle…

¿El lenguaje nos acerca o nos aleja los unos de los otros?

El lenguaje es la vía de comunicación que tenemos los seres humanos. Es realmente lo que nos define como especie. Lo que somos viene de la necesidad del ser humano de comunicarse, y de dejar para futuras generaciones nuestra historia escrita. Sin el lenguaje no estaríamos tú y yo ahora mismo aquí.

Estamos en un momento en que el lenguaje intenta, por ejemplo, reflejar la realidad no binaria de las personas.

Sí, pero no debemos olvidar que el castellano tiene un neutro, que incluye el género masculino y el género femenino. No debemos perder la riqueza de nuestro idioma.

Ya, pero también es normal que lo vayamos cambiando. ¿Tú crees que hay que cambiar la realidad para que el lenguaje cambie? ¿O hay que cambiar el lenguaje para que cambie la realidad?

Yo creo que la realidad no se cambia a través del lenguaje. Se cambia a través de la cultura, de la sensibilización y de la educación. No hay que transformar una palabra para designar a un colectivo que por sí mismo tiene derecho a vivir y a ser respetado, tolerado e integrado. Creo que lo más importante es transformar el pensamiento, antes que la palabra, porque si no, no hay transformación. No sé si me explico. No quedarnos en la mera palabra, en la forma, sino que trascienda. Que el cambio, la tolerancia, la igualdad, el respeto existan, para que podamos convivir los seres humanos.

Lo más importante es transformar el pensamiento, antes que la palabra.

¿Todos estos debates lingüísticos están surgiendo en los ensayos?

¡Bueno! ¡Claro! Además nuestro ayudante de dirección, Pablo Quijano, que tiene 23 años, aporta una visión muy distinta a la nuestra. Cuando nos enredamos en algunas cosas, como decir «miembro» o «miembra», él pregunta: «¿Pero por qué os enfadáis tanto?». Las nuevas generaciones viven esto de una manera mucho más natural.

Ellos y ellas sí están cambiando el pensamiento.

Son mucho más flexibles, en este sentido.

¿Me dices una frase de la obra que te guste especialmente?

Hay una que le digo al final al terapeuta: «Gracias por devolverme sana a la vida vulgar».

¿Se te daban bien las clases de Lengua en el cole?

Ni bien ni mal. He sido buena estudiante, pero tampoco recuerdo que destacara en Lengua.

Vale, porque te voy a hacer un test. Te digo dos frases y tú me dices cuál es la correcta. ¿Le escribí una carta o La escribí una carta?

Le escribí una carta a ella.

Bien. ¿Detrás suya o Detrás de ella?

Detrás de ella.

¡Muy bien! Te veo preparadísima. ¿Le informamos de que el tren está a punto de llegar o Le informamos que el tren está a punto de llegar?

Le informamos de que el tren…

Eso es. ¿He impreso una copia o He imprimido una copia?

¿He impreso?

¡Las dos!

¿Las dos son correctas?

Las dos son correctas. ¿Solo, con tilde o sin tilde?

En esta función le dedico un monólogo entero a esta cuestión. Yo soy las de con tilde. Soy una romántica del Pleistoceno. Por cierto, tenéis que ir a ver esa exposición tan bonita de los dinosaurios en el CaixaForum.

¡Ahí vais a encontrar las tildes del solo!

¡Ahí vais a encontrar las tildes del solo!

Pues María, muchas gracias y un placer.

A vosotras.

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Escrito por

Hablo de teatro porque conozco bien sus tripas. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista Teatro Madrid.

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