Vacío. Dos puntos. «Que no tiene contenido». «Deshabitado». «Que está libre o sin ocupar». La RAE define así este adjetivo. Reconozco que, a priori, no me atrae esta palabra. Me conflictúa. Siento que si algo está vacío está inacabado y hay que llenarlo. Pero me siento a hablar con Nerea Lovecchio sobre Vaciada y mi imagen cambia.
La actriz, directora y dramaturga de esta obra toma Yerma como base para hablar de nosotras, de las mujeres, de nuestros cuerpos, de nuestros deseos y de cómo urge volver a la esencia, a lo natural, y aceptar el vacío como algo saludable. Nerea sabe mucho del vacío, lo ha investigado y ha aprendido a hacer de él algo positivo. Y ahora, ese vacío se convierte en el eje vertebral de un espectáculo que estará en la sala Tarambana del 12 al 26 de octubre.
No te llenes de prejuicios. No te llenes de preguntas. Vacía tu cabeza, lee esta charla y llega hasta el final: seguro que te apetece ver Vaciada después de lo que cuenta esta creadora.

Nerea Lovecchio en ‘Vaciada’
¿De dónde surge Vaciada y por qué lo vinculas con Yerma?
Vaciada parte desde mi maternidad personal y de determinados vacíos que para mí siguen presentes en la sociedad y que no están resueltos. Por mucho que hayamos avanzado en muchos aspectos, hay otros que siguen estancados o incluso peor que en otros momentos. Y parte de ese vacío personal me lleva a la relectura de Yerma. Lorca es un referente; siempre lo será. Yerma habla de una frustración, y esa frustración está puesta en un hijo. Pero yo escucho el eco de cualquier mujer en torno a la maternidad y a lo que eso implica, y hay mucho vacío, mucho vacío.
¿A qué te refieres con ese vacío?
La sociedad, los trabajos, la conciliación… Y, además, el vacío interno: estamos llenas y de repente nos vaciamos. Hay un tránsito emocional de despegar de un cuerpo hacia otro cuerpo, al que le damos todo, otra vez. Todo eso me llevó a releer Yerma, y quise hacer una propuesta sin la presencia del hombre: ¿cómo contar esta historia sin Juan, sin Víctor?
Tú sientes una atracción hacia el vacío. Tanto es así, que has desarrollado tu propia técnica actoral, a la que llamas Los cuatro vacíos. Cuéntame por qué este interés.
Cuando estaba haciendo mi tesis doctoral tuve una crisis grande, porque iba a hacer la adaptación de una novela a película, pero el autor no me dio los derechos. Me tuve que sentar frente a una página en blanco y hacer frente a ese vacío. Y de ahí surgió la pregunta: por qué nos da tanto miedo, por qué me da tanto miedo, el vacío. Y me fui dando cuenta de que no saber qué hacer es lo más rico que tengo para poder aportar. Me empecé a vincular a la necesidad de un vacío para crear: cuando sentía que mi cabeza estaba, sentía que desde ahí no podía crear. De hecho, desde que fui madre me ha costado mucho crear porque mi vida estaba llena de otras cosas y no sentía esa… crisis. Einstein decía que de la crisis sale la oportunidad, ¿no?
No saber qué hacer es lo más rico que tengo para poder aportar. Me empecé a vincular a la necesidad de un vacío para crear.
Tampoco es la primera vez que hablas de maternidad en tu trayectoria profesional: el año pasado estrenaste Section-C, que es así como se llama a la intervención quirúrgica de la cesárea.
Es cierto que la maternidad me ha interesado siempre, y las… las brechas que eso produce. Pero sobre todo me interesa hablar de la mujer, de la mujer real. Section-C habla de una cesárea, de un corte, de cómo te imaginas que algo va a ser y luego no es. Pero la cesárea era una metáfora: hablábamos de los cortes que se producen en la vida de una mujer a lo largo de cada etapa, de cada ciclo.

Las actrices de ‘Vaciada’
En el dosier de Vaciada defines el cuerpo de la mujer como «territorio político». ¿A qué te refieres con esto?
Creo que según el momento que vivamos, el cuerpo de la mujer está abocado a unos paradigmas que nos dicen cómo tiene que ser. Siento que estamos vendidas, que nuestro cuerpo está vendido a las tendencias de moda, y todo el mundo puede opinar sobre él. Creo que el feminismo ha ayudado mucho a reivindicar los cuerpos femeninos normales, naturales. Aunque todavía tenemos mucho que hacer para conseguir la igualdad real, porque, con respecto a esto, del cuerpo del hombre no se opina tanto. Por ejemplo.
También dices, con tu propuesta, que el cuerpo de la mujer es un símbolo.
Es el símbolo de la tierra. A través de nosotras pasa la vida, la creación de todo. A través de nosotras y nuestros cuerpos todo fluye, como en un círculo. Somos símbolo porque somos vida. Queramos o no ser madres, nuestro cuerpo creo que es un símbolo.
Hablas de la circularidad, y creo que esto está vinculado con la ritualidad. En Vaciada apuestas por elementos que remiten al rito. ¿Por qué crees que es necesario el rito hoy?
Creo que estamos viviendo un momento donde el ritual teatral se está contaminando cada vez más. Artaud hablaba de que el teatro jamás podría morir porque es un ritual. El teatro es un rito en el que todos, espectadores e intérpretes, respiramos a la vez. Y eso es muy puro, y por eso yo recupero elementos de la naturaleza como la piedra o el agua. Yerma dice que la madre es tierra, la madre es agua. E intentado volver a toda esa para contar que la mujer es naturaleza y que lo que nos pasa es natural. Frente a lo natural, en escena aparecen el plástico y la reja, que simbolizan lo artificial, las trabas, lo contaminado. La basura.
El teatro es un rito en el que todos, espectadores e intérpretes, respiramos a la vez.
Y volvemos a otro vaciado: porque la basura se vacía para almacenar más.
Sí, y no voy a desvelar el final, pero también mencionamos en la obra todo lo artificial, que incluso nos comemos y que no nos permiten fluir.
Te escucho hablar y pienso en la infertilidad y lo mucho que tiene que ver con lo que dices. En esta propuesta, y sé que como creadora y docente, te interesa el cuerpo como material metafórico y poético.
Me interesa mucho la individualidad de cada cuerpo: cada cuerpo es único, rico, bello y maravilloso. Y me interesa vivir la creatividad a través del cuerpo. Pero creo que nos preocupan cosas superficiales de los cuerpos: si engordamos o adelgazamos, si nos tapamos con maquillajes… Reivindico los cuerpos naturales y creo que hay que recuperar la esencia de cada uno. La de verdad.
Por otro lado, a mí no me gusta la evidencia en escena. No me gusta pensar que el espectador o espectadora es tonto o tonta. Creo en la inteligencia del público y creo que merece calidad. Por eso busco la poesía corporal y que el subtexto esté en la acción.

‘Vaciada’, de Lapotinguele Prodcciones
Esta obra la has ensayado en Tyl Tyl, que es un teatro de tu familia. Háblame sobre este espacio.
Tyl Tyl es un teatro que está aquí desde hace treinta años. Yo he crecido aquí. Y ahora es más familiar que nunca, porque desde el covid no recibimos ayudas, así que no hemos podido mantener al personal y estamos sosteniéndolo mi familia. Mis padres llevan trabajando en el arte y la cultura para la infancia treinta años. Es un espacio único, un espacio con alma.
Ensayar aquí Vaciada ha sido muy bonito y duro a la vez, porque los ensayos iban alargándose a medida que veíamos si durábamos un mes más. La obra quedó montada en junio porque creíamos que en julio nos íbamos. Pero hemos podido alargarlo, al menos hasta diciembre.
¿Cómo ha sido este proceso con el equipo?
La propuesta estaba pensada para Surge Madrid, pero finalmente, por errores administrativos, no salió. Yo contaba con un caché para poder pagar al equipo, pero cuando no salió tuve que reunirlas para explicarles la situación. Y las actrices, Luisa Maciá, Antía Goyene y Pury Estalayo, decidieron quedarse y continuar con el proceso de ensayos. Todas mujeres. También es mujer la vestuarista, Marta Galiacho, que ha venido a los ensayos y se ha comprometido mucho con esto. Solo un hombre está en el montaje: el espacio sonoro corre a cargo de Daniel Lovecchio. No puedo estar más que agradecida porque son profesionales que han trabajado como si estuvieran cobrando todo lo que hacen.
En el dosier lanzas una pregunta que quiero que me respondas tú: ¿qué nos vacía hoy a las mujeres?
El intentar ser.
Contundente. Y, para terminar, me gustaría que me dijeras cómo te gustaría que saliera el público de las funciones.
Pues con esa misma pregunta. Ojalá que no nos olvidemos de dónde está lo importante. Que no nos vaciemos como sociedad; que no nos anestesien. Pero ojalá que también aceptemos el vacío como algo positivo para poder llenarnos de cosas buenas, naturales, más nutritivas. Yerma dice, en la obra: «Yo misma quiero la pureza, la pureza. Yo he matado a mi hijo».
Uf. Me gusta mucho esta propuesta de vuelta a la esencia. Ojalá nos vaciemos para llenarnos de cosas importantes y esenciales. Muchas gracias por la charla, Nerea.
A ti. Gracias por acompañarnos en este proceso y darnos este espacio.
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