Se cumplen 25 años desde la declaración de Alcalá de Henares como Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y qué mejor forma de celebrarlo que con uno de los más universales tesoros alcalaínos: la palabra cervantina.
El montaje Enmudecer con hablar es un díptico entremesil, con versión y dirección de Abel González Melo, que invita a adentrarse en un juego de engaños y fingimientos. Los entremeses El vizcaíno fingido y Los habladores reviven en las tablas a partir del ingenio y la sátira cervantina. Un montaje protagonizado por Betiza Bismark, Antonio Dueñas, Georbis Martínez, Rey Montesinos y Yanet Sierra, que podrá verse hasta el 4 de enero en el Corral de Comedias de Alcalá.
Los entremeses: el gran éxito teatral de Cervantes
Los entremeses son obras de un solo acto, con carácter humorístico y tema popular, que se representaban en los entreactos de obras más largas durante la época del Barroco. «Son piezas que nos abren los ojos y nos hacen ver lo que ha sido la humanidad. Y muchas veces no tienen más causa que la idea misma de la burla», afirma Abel González Melo, dramaturgo y director del espectáculo.
El propio Cervantes escribe que, desde bien pequeño, «se le iban los ojos» tras el carro de los comediantes y que asistió a las austeras representaciones de Lope de Rueda. «Él fue un gran espectador de teatro, pudo ver a Lope de Rueda y quizás formar parte de algunos de sus proyectos. Y ahí captó la picardía de los personajes, el tempo interno de la teatralidad y del juego de la pequeña anécdota que estalla», declara Abel González Melo.
Es bien conocido, pues así lo expresó públicamente, el ferviente deseo del autor alcalaíno de triunfar como dramaturgo. Sin embargo, su éxito fue efímero, ya que sus obras se representaron «sin ofrenda de pepinos», como él mismo afirma en el prólogo a sus Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados publicados en 1615. La fórmula dramática creada por Lope de Vega, más audaz y moderna que la suya, arrasó e hizo a los empresarios de la época desestimar las comedias cervantinas y preferir llevar a la escena las del fénix de los ingenios.
A pesar de que el mayor reconocimiento literario Cervantes lo obtuvo en el género narrativo, los entremeses son sin duda lo más interesante de su creación dramática. Y, de hecho, mostró un gran valor en el mero hecho de publicarlos, porque desde el primer cuarto del siglo XVII ningún autor firmó como suyos entremeses hasta que lo hizo Cervantes. Estas piezas de teatro breve han mantenido muy bien su vigencia a lo largo de los siglos por presentar una grandísima riqueza y enorme actualidad. «Son muy universales; parten de arquetipos que se dimensionan en una época
y una sociedad como las de hoy, donde abunda el moralismo extremo, donde prima lo políticamente correcto», declara Abel González Melo.
El genio dramático de Cervantes brilla en el entremés al mostrar una asombrosa interconexión entre el mundo teatral y el narrativo de su imaginario. Sus composiciones reflejan una profunda reflexión sobre la condición humana y su contexto social, y logran, a través de un humor humanista, poner al público frente al espejo. «El entremés nos reconcilia con una tradición de carnaval, con la ruptura de los límites, y ahí nos reconocemos como seres que hemos atravesado siglos y que mantenemos esencias extraordinarias y a la vez oscuras», afirma el director del espectáculo.
‘Enmudecer con hablar’: un doble juego de espejos y fingimiento
Enmudecer con hablar se suma a la notable tradición del Teatro de La Abadía de llevar a escena los entremeses de Cervantes. El montaje es un díptico entremesil de carácter urbano, que incluye dos títulos que no han sido incluidos en los dos espectáculos realizados con anterioridad: El vizcaíno fingido y Los habladores. En ambos se aprecia una galería de personajes que viajan desde el Siglo de Oro para continuar seduciendo al público con su jovialidad y su picardía.
El vizcaíno fingido, publicado por el propio Cervantes en 1615, es un entremés que toma como punto de partida el timo que dos caballeros pretenden hacer a una dama. Escrito en una prosa ágil y con un lenguaje cargado de comicidad, en él cobran vida las costumbres de la corte. Por su parte, Los habladores es un entremés atribuido a Cervantes, que si bien apareció por vez primera en la Séptima parte de las comedias de Lope de Vega (1617), una vez que Lope declaró que no era obra suya, fue tenida desde entonces como cervantina. En la pieza la incontinencia verbal recibirá su merecido y, concretamente el título del espectáculo ha sido extraído de un verso octosílabo de este entremés.
Los dos títulos se entrelazan en la propuesta a partir del prólogo que Cervantes escribió en las Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados. «Es un prólogo muy divertido, muy irónico, lleno de referencias teatrales de la
época y de misterios del oficio que mantienen entera vigencia”», declara Abel González Melo.
Ambos de carácter urbano, tienen como centro el fingimiento, un juego de espejos donde la burla y la idea del burlador burlado son los auténticos protagonistas. «Esto nos permitía poder investigar en una serie de cuestiones visuales muy ricas, que parten de patrones de pinturas de la época, pero trabajados con mucha libertad. Y la temática misma de la burla y la presencia de arquetipos nos invitaban a adentrarnos en una de las escuelas escénicas más importantes de todos los tiempos y consustancial a Cervantes, que es la Commedia dell’Arte», afirma Abel González Melo.
El maestro italiano Antonio Fava ha confeccionado unas máscaras renacentistas para el espectáculo, que han hecho posible fundir los arquetipos cervantinos con los de la escuela italiana. «Y así Solórzano nos va a sorprender bajo la máscara de Scappino o al hablador Roldán bajo la máscara del dottore. Ha sido un viaje delicioso el encontrar esos paralelos», declara el director de la propuesta escénica.
‘Enmudecer con hablar’: El lenguaje cervantino y su humor humanista
El humor humanista creado por Miguel de Cervantes es la base inteligente de su escritura y la marca insigne de su producción artística. De familia muy humilde, Miguel no recibió estudios universitarios. Así, con una formación equivalente a lo que vendría a ser hoy el bachillerato, el autor alcalaíno fue una persona autodidacta, que se leía prácticamente todo lo que caía en sus manos. Este afán por aprender, unido a las ideas renacentistas, al contacto con el Humanismo y las corrientes reformadoras que se extendían por la Europa de Felipe II, le aportaron un vasto conocimiento que supo plasmar muy bien en su creación literaria.
Para una persona que siempre se mostró crítica con la sociedad de la época y progresista, las ideas humanistas representaban una ocasión de renovación y regeneración de un mundo anclado en lo medieval que se desplomaba y hundía en el teocentrismo. Y, a esto, hay que añadir el hecho de que para un judío converso representaba un ideal de justicia y libertad. «Cervantes no es solo nuestro escritor más actual, sino que también es nuestro autor del futuro. Él nos devuelve esa imagen de libertad y esa sensación de poder hacerlo todo dentro del gran teatro del mundo», confiesa Abel González Melo.
Uno de los motivos por los cuales el humor humanista de Cervantes destaca y mantiene su esencia es porque el autor no juzga a sus personajes. Enfrenta al público con el suceso, con la situación teatral y pone a los personajes a relacionarse sin ofrecer juicios morales sobre ellos. Su humanismo está en esa mirada que ofrece entre compasiva y divertida al mismo tiempo. No culpa a los personajes y el espectador no se siente tentado de hacerlo tampoco. «Es muy bonito repasar Cervantes y hacerlo además en cuerpos de hoy, porque el cuerpo es el mayor espacio al que se le aplica la falta de libertad muchas veces. La palabra cervantina nos sorprende con ese desaforado anhelo de libertad y esa vigencia que presenta ese juego tan generoso que él nos lanza», añade Abel González Melo.
En el teatro breve es común el empleo de la música y por ello, gran parte de los entremeses presentan, pues, pasajes musicados, es decir, una letra que se escribe para ser acompañada por un tono. Debido a que el ritmo es el elemento común a todas las disciplinas artísticas, la rima encuentra en la música una expresión única de completar su significado en la escena.
En el espectáculo de Enmudecer con hablar se distinguen dos tipos de música: las canciones con texto y la música instrumental que, a partir del instrumento de la mandolina, persigue potenciar las emociones y la acción dramática. «La idea era utilizar recursos típicos del Renacimiento como la música contrapuntística, pero sucede que en esa época la música tiene mucho poder y la palabra se pierde un poco. Hemos empleado ese recurso respetando al máximo el entendimiento del texto. También hay otras composiciones más acordes al espíritu popular y de la picaresca, y para ello utilizamos ritmos ternarios siempre acompañados por la mandolina y por los textos de Cervantes», explica Antonio Dueñas, intérprete y director musical del espectáculo.
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