Hubo una vez un Colegio Mayor en el que sus integrantes coreaban ‘Oh, sí, Johnny sí’, a pesar de que el nombre oficial era ‘San Juan Evangelista’ todo el mundo lo conocía como el Johnny.

© Paco Manzano Fuente imagen: CDAEM
Tenía cada año 400 residentes y era uno de los colegios más liberales de los 2000, en ese año entré yo. Lo que me cautivó del colegio no fue el tamaño de sus habitaciones (que si desplegabas los brazos casi podías tocar la anchura de sus paredes) sino su ambiente. Había infinidad de actividades vinculadas a la cultura: el aula de cine, de música (en sus tablas tocó su último concierto Camarón), de libros (donde eran los propios residentes los que escogían qué selección de autores mostraban)… todas partían de la base de que estaban hechas por los residentes y para un público general que, en muchos casos, iba más allá del universitario.
Allí fue donde me enamoré del teatro, gracias a tener acceso a obras de teatro gratuitas (ya que mi economía como estudiante era limitada) y que se desarrollaban en el propio lugar donde vivía me hizo descubrir a compañías tanto universitarias como profesionales. Y no solo, esa libertad y transparencia que se respiraba en el ambiente también se materializaba en descubrir los entresijos de bambalinas y poder ver ensayos, escenografías o incluso probar la mesa de sonido y el diseño de iluminación.
El segundo año me convertí en una de las responsables del aula de teatro y organicé junto a mi compañera Elena Cañellas el Festival Corral de Comedias. Con solo 19 años éramos responsables de un presupuesto y organización de un evento que llevaba décadas materializándose. Ese germen que puso el Johnny hace que Elena siga ahora vinculada con las artes escénicas a través de una productora teatral y que yo esté escribiendo hoy estas líneas. La dirección de TeatroMadrid está gestionada por Eirene Ramos, esa persona a la que, en 2004 di el testigo de la organización del aula de teatro del Johnny al marcharme de Erasmus.
Es difícil concretar en pocas líneas todo lo que me nutrió el Johnny a nivel personal, todos los frutos de los que a día de hoy me sigo alimentando. El caso de Elena, Eirene o el mío no son excepciones. Y, sin embargo, a día de hoy ya no podrán darse. El Johnny está cerrado y su espíritu solo sigue sobreviviendo en todos los que tuvimos la fortuna de pasar por allí.
Sin embargo, gracias a la Fundación San Juan Evangelista, que lucha por su reapertura podemos seguir rescatando retazos de lo que el Johnny fue para reivindicar su vuelta.
El Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música (CDAEM) ha incorporado una página web dedicada al Johnny. Este nuevo apartado rinde homenaje a la memoria del Corral de Comedias y su impacto en la escena teatral española durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta. La Fundación, en colaboración con el CDAEM, ha aportado documentación para enriquecer este espacio virtual, mientras que un equipo del INAEM ha realizado grabaciones con actores y directores que vivieron de cerca aquella época.
Esta iniciativa busca preservar y difundir la memoria de un movimiento que marcó profundamente la historia del teatro en España. Esperamos que muy pronto sean nuevos residentes los que sigan coreando ese ‘Oh sí, Johnny sí’.