ESTRENO DE ‘LOS GESTOS’

Pablo Messiez: «Cada vez me gusta más trabajar sin saber a dónde vamos, teniendo el deseo o la intuición»

El Centro Dramático Nacional acoge la nueva obra del director y dramaturgo argentino

Amanda H C
Imagen de Pablo Messiez: Los gestos

Pablo Messiez estrena su nueva obra escrita y dirigida por él bajo el título ‘Los gestos’. Fotografía de Luz Soria.

Era 7 de noviembre y era el decimonoveno ensayo. Pablo Messiez se plantaba ante unas cuantas personas invitadas a la sala y decía: “Estamos en la mitad de los ensayos. Tenemos claro las escenas y el orden. Creo que no habrá muchos cambios, pero vamos a ver. Aún no ensayamos con el sonido final, que va a importar mucho. Está durando hora y media”. Uno de los actores ya llevaba un rato en primer término, con los ojos cerrados y una señal en las manos. Comenzaban Los gestos.

Ahora, del 1 de diciembre al 14 de enero, la sala grande del Teatro Valle-Inclán acoge el viaje a Roma de un hombre que no quiere ideas, sino escritura y “fijar con palabras, nombrar lo que hay”, como dice un personaje. Otra escena en su mismo espacio se ensaya. Es Topazia decidiendo que quiere abrir un bar y actuar, dirigida por Sergio. Son dos intercambios de tiempo, pero vienen más, varios más. Llenos de Pasolini y de Mina. Son los que van a sucederse a lo largo de la pieza, imitando, copiando, gesticulando, una y otra vez, con Elena Córdoba, Manuel Egozkue, Fernanda Orazi, Nacho Sánchez y Emilio Tomé. Los suyos son personajes de los que entran y de los que actúan en tiempos diferentes, sin una narración que explique. Su acción es como «una música de gestos» (como escribía Margarita Aizpuru refiriéndose a la artista Esther Ferrer).

Imagen de Pablo Messiez: Los gestos

Elena Córdoba, Manuel Egozkue, Fernanda Orazi, Nacho Sánchez y Emilio Tomé forman el reparto de la pieza. Fotografía de Luz Soria.

Las ciudades también hacen sus gestos

Esta obra ha contado con 3 viajes de su autor y dramaturgo, por la colaboración con la Real Academia de España en Roma. Y en cada escena, pareciera que se abre una historia diferente y varias ventanas, a las que el público va asomándose de a poco y con las que obtenemos una vista de postal, como la que ha armado la escenografía Mariana Tirantte, con las proyecciones de David Benito y las luces de Carlos Marquerie. Para que nos demos cuenta de que las ciudades también hacen sus gestos.

Pero no hay seguridad sobre los gestos. Hay algunos que ni siquiera son nuestros, hay muchos imprescindibles, otros que hacemos porque los robamos de otras personas y otros que atiborran de emoción, una emoción que le es ajena porque “el sentir es mío, el gesto no”, como dice otro personaje. Hay rostros de éxtasis, de una figura escuchando o de una que escribe un comienzo, de aquel momento en el que vemos algo por primera vez… ¿te suena?, ¿recuerdas?

Imagen de Pablo Messiez: Los gestos

‘Los gestos’ se representará del 1 de diciembre al 14 de enero, en ell Teatro Valle-Inclán. Fotografía de Luz Soria.

Los gestos de Pablo Messiez

Hay muchos gestos famosos en nuestra historia que provienen de un viaje atrás a Italia. El Noli me tangere, el de las manos de Dios y Adán de la Capilla Sixtina, el del beso de Judas o el que pervive en la mano derecha del David de Miguel Ángel. Y todos aguantan una fe. Similar a la forma de ensayar de Messiez, en la que es importante tener un “vínculo más lúdico con la actividad y poder dejarse mover por el deseo de trabajar con determinados materiales y gente y darle muchísimo espacio a las cosas que vayan apareciendo como producto de ese encuentro”.

Cada vez que he visto a Pablo en un ensayo o en un teatro, repite eso de “vamos a no llegar, pero vamos a ir”. Porque a él le gusta más el intento que la meta, lo que pasa durante más que lo que podría conseguirse (o no) en un rato. Se toca mucho la cabeza, la nuca, cuando explica y cuando pasa algo. “Cada vez me gusta más trabajar sin saber a dónde vamos, teniendo el deseo o la intuición que pone en movimiento a los materiales y luego ir viendo, ensayo a ensayo, de qué va la cosa”, comenta.

Su reflexión por la profesión parece nacer en el mismo escenario, ya que declara que “cada vez más creo que el teatro es espacio y cuenta la obra. Además, siempre me pasa que la obra nueva nace de la anterior. En este caso, fue de Cuerpo de baile. En esta pieza, había una escena donde los gestos aparecían como trastornados, un poco antes de lo que tenían que aparecer o duraban un poco más de lo que tenían que durar. Me gustó mucho esa micro escena y pensé que ahí estaba la próxima obra, en poner el foco en ellos y en ponerse en relación con algo o con alguien”.

Los gestos llegan al final y se apagan. Sin haberse escuchado ni el susurro de su adiós. Quizás ningún gesto es nuestro. Quizás después de Roma todo es poco. Aquel gesto de aquel día, ¿está aquí?

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Me siento más a gusto en el teatro que en mi casa.

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