EN LOS TEATROS LUCHANA

Víctor Elías y el misterio de la mariposa

Entrevistamos a Víctor Elías y Fran Perea por '#YoSostenido', una reflexión sobre los prejuicios, la importancia de tener un objetivo en la vida y la necesidad de agradar, entre muchas otras cosas.

Andrea Garriga

Víctor Elías reflexiona sobre el concepto ‘niño prodigio’ en un montaje que recorre su vida. Fotografía: Manolo Pavón.

«Víctor, ¿cuál es el significado de la mariposa que tienes tatuada en el cuello?». Durante la entrevista a Víctor Elías y a Fran Perea por #YoSostenido, una vocecita en la cabeza de quien escribe este artículo insistía en preguntarle por la llamativa mariposa. Finalmente, la pregunta quedó sin formularse debido al prejuicio de la entrevistadora: «es una pregunta banal».

Una vez finalizada la función en los Teatros Luchana, quien escribe descubre que esa pregunta que nunca llegó a materializarse era precisamente la esencia del montaje. Una vez más, el prejuicio limitaba la creación. «No todo es agradar a los demás, no todo es estar pendiente del ‘qué pensarán de mí’», reflexiona en esta entrevista Fran Perea.

Un Víctor Elías valiente se desnuda en este recorrido por su vida apoyado en escena por Javier Márquez y dirigido por Fran Perea, con texto de Pablo Díaz Morilla. Una «sonata para juguete roto» en la que el conocido músico y actor se abre en canal para descubrirse de su crisálida y volar sobre el escenario.

¿De qué necesidad surge este proyecto?

Víctor Elías: Quería hacer algo así. Lo hablé con Fran por primera vez recién salidos de la pandemia. La necesidad nace por sobrepasar una línea, hacer un punto y seguido en mi vida.

Fran Perea: Sí, creo que es un cierre de ciclo para Víctor. Los treinta años son una buena edad para hacer balance. Él me llevaba tiempo comentando que tenía esa necesidad y, además, en este último año ha tenido cambios fuertes en su vida y quizá en esos momentos es necesaria una especie de reconciliación con uno mismo. Me lo comentó y yo tenía muchas ganas de hacer este proyecto. Nunca lo había dirigido, aunque hemos trabajado de muchas maneras juntos. Nos queremos mucho y quería formar parte de contar esta historia porque, además, yo la he ido viviendo desde fuera. Creo que ha salido una cosa preciosa.

¿Os está sorprendiendo?

F.P. Mucho. Él tenía otra idea en la cabeza al principio. 

V.E. Sí, yo al principio tenía la idea de, quizá por lo gamberrete que he sido y que soy, contarlo estilo stand-up comedy. Pero se ha convertido en una cosa mucho más terrenal gracias a Fran y a Pablo Díaz Morilla, el autor, y no puedo estar más agradecido porque hay cosas que, si no, me hubiera saltado y no habría contado. No hubiera sido la función que es ahora.

¿Gracias a ellos has podido descubrir aspectos de tu vida con una mirada distinta?

V.E. Sí, yo le conté mi vida a Pablo empleando audios y algunas conversaciones telefónicas. Y claro, no es lo mismo contarlo a que te lo cuenten y la primera vez que leí el libreto dije: «¡Ostia puta! No era consciente de que mi historia fuera así». Según han ido avanzando los ensayos también va cambiando la visión personal e interna. Cada vez estoy más convencido de lo que cuento, de cómo lo cuento y de que fue así.  

F.P. Me apetecía mucho que Pablo entrara en la jugada porque hacía falta una tercera persona, una voz más en este proyecto. Nosotros estamos muy implicados en su vida y, de pronto, tener a alguien de fuera que además es capaz de hacer épica y poética con cosas más mundanas… Pablo ha ayudado mucho a que esto se convierta en lo que es. 

¿Qué papel tiene la música en este montaje? 

V.E. No te puedo contar mucho, ¡tienes que venir a ver la obra! La música es un personaje más. 

F.P. Víctor toca el piano en la función y hay muchísima música, con una fuerza enorme. 

Fran Perea: «Hay que tocar fondo a veces para que la creatividad aflore por otro sitio»

¿Son nuestras pasiones las que nos mantienen ‘sostenidos’?

V.E. Más que la pasión como tal, que evidentemente mueve montañas, es el camino que quieres recorrer, cómo te quieres ir moviendo. Siempre habrá trabas, piedras o giros que no esperabas. 

F.P. Sí, el objetivo. Luego la pasión es fundamental. Si yo un día llego a un ensayo o salgo a cantar o a actuar y no siento la pasión… Algo chungo ha pasado ahí. Es fundamental llegar a tus metas con esa hambre y esas ganas. 

¿Ha habido algún momento en vuestras carreras donde esa ilusión ha menguado?

V.E. Sí, ha ocurrido.

F.P. De vez en cuando ocurre. Es un buen momento para plantearte si tienes que coger una nueva senda y tirar para otro lado, aunque eso conlleve perder estabilidad laboral. Hay que tocar fondo a veces para que la creatividad aflore por otro sitio. 

Sois personas muy polifacéticas. 

V.E. Somos personas polifacéticas pero, en realidad, todas las cosas que hacemos se reducen a una: expresarse, hacer que la gente llegue contigo al sentimiento que estás comunicando. Yo siempre digo que soy actor y músico pero no tengo ni idea de cambiar la bombilla de mi casa. Cuando me dicen: «¡es que haces de todo!», bueno, de todo no. Si me das la bombilla igual hago que salten los plomos. Sí que creo que dentro de un mismo camino, por ejemplo en el caso de la escritura, podrías dedicarte a varias cosas. 

F.P. Sí, se pueden contar historias de muchas maneras. Con canciones, poniéndote en la piel del otro o mirándote a ti mismo y ver qué está pasando por dentro. Nosotros somos muy afortunados de podernos dedicar a esto. Otros compañeros tienen proyectos muy interesantes pero a veces no pueden llevarlos a cabo. 

Víctor Elías: «Cuando algo está un poco roto, como un libro o un cuadro, mola en el fondo porque significa que tiene vida»

¿Qué puede hacer un ‘muñeco roto’ con esas roturas que va acumulando durante su vida?

V.E. Aceptarlas. Los japoneses utilizan el kintsugi, los jarrones se revalorizan cuando tienen roturas porque las reparan con oro. Yo creo que es un poco lo mismo. Cuando algo está un poco roto, como un libro o un cuadro, mola en el fondo porque significa que tiene vida.

F.P. Sí, si no te rompes o no fracasas, si no bajas ahí al hoyo es muy complicado luego crecer. También es verdad que hay un ejercicio que hay que hacer: no todo es agradar a los demás, no todo es estar pendiente del «qué pensarán de mí». El concepto de juguete roto también tiene que ver con eso. En un momento dado, la gente demanda una cosa de ti que luego deja de existir. El cómo tú colocas eso es un viaje, un camino que hay que hacer con mucho cuidado y queriéndote mucho.

¿Los prejuicios nos limitan a la hora de dirigirnos hacia nuestro objetivo?

F.P. Sí. Nosotros además tenemos que lidiar muchísimo con eso. Tenemos un estigma enorme que son Los Serrano y nos ha llevado un tiempo darle la vuelta. Todavía hay gente que te va a parar por la calle y te va a decir: «Guilleeeeee» o, refiriéndose a Uno más uno son siete: «¿es que no tienes otra canción?». Tenemos que luchar con eso en nuestro día a día pero hemos sido capaces de generar un lugar donde sentirnos bien. Los prejuicios pueden llegar a hacer muchísima pupa. Al final la reflexión es: «oye, si tú tienes prejuicios, trabájatelos tú que yo ya trabajo los míos».

¿Qué puede aportar esta pieza a los espectadores?

V.E. Aunque igual no salgan de aquí con un objetivo claro, les puede aportar el ver cómo se ha realizado, en mi caso, el proceso de atreverme a dar un giro de 360 grados. Digo siempre, de manera muy personal, que esos giros los puedes dar cuando quieras siempre que lo tengas claro. Y que los límites, aunque suene muy típico, solo nos los ponemos nosotros.

F.P. Las personas que tenemos la necesidad de agradar muchas veces construimos nuestro mundo más en función de lo que damos que de lo que nos damos a nosotros mismos. De eso se habla mucho en la obra. Este montaje tiene una cosa muy honesta y es que es interesante ver a un tipo desnudándose de esa manera en el escenario porque invita, creo, a que tú también reflexiones sobre los temas que trata Víctor. Temas que son de su vida pero que podrían ser de cualquier otra.

¿Cuál es el significado de la mariposa que tiene Víctor Elías tatuada en el cuello? La respuesta a esta pregunta se encuentra hasta el 25 de enero en los Teatros Luchana. 

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Escrito por
Andrea Garriga TWITTER

Graduada en Arte Dramático. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista de TeatroMadrid.

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