La directora Paula Amor lleva a la escena Freak, un texto de la autora británica Anna Jordan que indaga en torno al lugar que ocupan la mujeres en la sociedad y en las posibilidades de luchar contra lo establecido. Esta pieza, que se estrenó en el Ambigú del Teatro Pavón Kamikaze en 2019, vuelve a la tablas madrileñas de la mano de las actrices Lorena López y Lara Serrano.
Tras su estreno este mes de febrero, el montaje puede presumir de haber agotado todas sus localidades y afronta el mes de marzo con nuevas fechas para quienes se quedaron sin sitio. En Teatro Madrid hemos hablado con la directora de esta propuesta sobre cómo descubrió este texto, por qué decidió ponerlo en pie y cómo ha sido este camino.
Entrevista a Paula Amor
‘Freak’ se estrenó antes de la pandemia, cuando el Teatro Pavón era «el Kamikaze», ha llovido mucho desde entonces, ¿cómo te reencuentras con este texto ahora?
Paula Amor: Pues qué bien que me lo preguntes porque ha sido muy fácil. Quizás con Alicia Cuéllar, que interpretó el papel en el Kamikaze, fue más complicado porque al no tener pieza montada, nos estábamos lanzando a una aventura. Alicia era muy joven e íbamos con pies de plomo. Había un ejercicio de confianza muy grande en mí y en la propuesta. Ahora, Lara, que es la nueva actriz, tiene 12 años y sus padres han visto la pieza. Cuando hice los castings mandé el vídeo de la pieza a los padres y a las actrices. Cuando ves la pieza, o te encanta o puedes pensar «mi hija no va a hacer esto porque es muy fuerte». A los padres de Lara les encantó y ella dijo «madre mía, esto es maravilloso». Retomar este texto con ella, sabiendo lo que significa, entendiendo el concepto y la propuesta me da a una actriz que está muy a favor desde el principio. Además, ella es un «cocazo». Y entonces claro, muy fácil.
Con respecto a Lorena, ha sido muy interesante volver a hacer el texto ahora. Después de dos años es otra cosa. Ella está en otro punto de su vida. Han pasado cosas en estos dos años, una pandemia, y, de repente, volver a verlo es como una novedad porque empiezan a pasar otras cosas con el texto. Empezamos a ser más concretas con ciertas imágenes. El texto está más reposado y tiene más cuerpo. A mí me encanta, me encanta todo. Me encanta volver a investigar sobre el texto, el trabajo actoral… Está siendo muy interesante.
«Después de toda la catástrofe hay algo reposado que te hace mirar las cosas más tranquilamente»
Como decías, estamos pasando una pandemia mundial, ¿crees que esto ha impregnado de alguna forma la experiencia?
P.A.: Yo creo que ha impregnado la experiencia porque, por ejemplo, Lorena llevaba dos años sin hacer teatro y yo también. Hay algo de los nervios y de la adrenalina de tener, de pronto, una sala llena en el estreno. Pienso también en todo lo que nos ha pasado en estos dos años y quizás hay algo más de tranquilidad y madurez a la hora de asomarnos a ciertas cuestiones de la pieza. Después de toda la catástrofe hay algo reposado que te hace mirar las cosas más tranquilamente. Miramos qué es importante y qué no y cómo nos apetece estar. Nos dejamos de tonterías (se ríe).
Bueno, para poner un poco en contexto quien no conozca la obra, ¿qué es ‘Freak’?
P.A.: Pues yo creo que ‘Freak’ es una pieza que tiene que ver con los límites de cada uno. Es un ejercicio de intimidad muy extremo porque no estamos acostumbrados a ver en escena a dos actrices mirando constantemente al público y hablando de cosas tan íntimas y personales. Hablan de sus vivencias sexuales, desde una tranquilidad y desde una apertura de la que, como público, no te puedes escapar. Solo te queda mirarlas, compartir eso y respirarlo con ellas. Es un ejercicio muy bonito y vulnerable de valentía por ambas partes.
Además, te lleva a un lugar que es incómodo. Nos propone preguntas que tienen que ver con nosotros: cuando no hemos frenado situaciones en las cuales quizás no queríamos estar o quizás queríamos que fuesen de otra manera. Por eso a mí me encanta, porque es comprometido. Hay algo en la pieza que, si la escuchas, tienes que introducirte en el tema y no te queda otra. Sí, yo creo que es esto.
Este es el primer texto de la autora británica Anna Jordan que se estrenó en España, ¿cómo llegó a ti?
P.A.: Pues mira, este texto lo conocí en un taller que se llamaba ‘Play and Breakfast’, en el Teatro Pavón Kamikaze. Lo impartía Luis Sorolla, que es amigo mío, junto a Carlos Tuñón y la productora ‘Bella Batalla’. Leíamos textos americanos y británicos y se hablaba de ellos. En este taller nos introdujeron a Anna Jordan y durante un mes entero estuvimos leyendo textos diferentes de ella. Cuando leí ‘Freak’ por primera vez me rompí porque hay algo muy personal en el texto. Me siento muy identificada por ciertas vivencias y circunstancias que yo he pasado, me veo directamente relacionada con los personajes. Entonces dije «¡Madre mía! Esto lo tengo que hacer porque esta soy yo y esto son todas las mujeres y estos son todos los hombres y me muero aquí mismo. Y tiene que ser» (se ríe).
En este taller los autores venían el último día y aproveché. Le expliqué por qué quería hacer la pieza. Me acuerdo que hablar con Anna Jordan básicamente fue contarle una experiencia personal que yo tuve en un club de intercambio de parejas con mi exnovio. Me puse en una circunstancia donde claramente yo no quería estar, pero no fui consciente hasta el día siguiente en mi casa. Le conté la experiencia sin hablarle de la pieza y al final le dije «Y por esto básicamente quiero hacer ‘Freak». Ella me dijo: «Pues creo que entiendes perfectamente de qué va esta pieza y me apetece mucho que la hagas». Y así fue.
«Cuando leí ‘Freak’ por primera vez me rompí porque hay algo muy personal en el texto»
Desde el punto de vista de la dirección, ¿cómo influye que las actrices sean de dos generaciones distintas? ¿Cómo cambia el contexto de una y otra por el hecho de tener distinta edad?
P.A.: Pues es muy bonito porque hay muchos momentos del texto donde, por tener ese salto generacional, hay desencuentros: grupos de música, referencias, maneras de hablar… Para mí el texto está muy bien construido porque ambas actrices, ambos personajes, están narrando historias personales y se sabe mucho de la edad de cada una por cómo te lo cuentan y cómo se relacionan con el sexo, los ejemplos que dan, las imágenes que dan, cómo describen. Al final de la pieza hay un encuentro entre los dos personajes y, de pronto, todo ese salto generacional y toda esa distancia desaparece. Hay una unión que va más allá de las edades, que tiene que ver con la escucha, con el estar y con el acompañarse, con el hablar y comunicarse. Entonces para mí, pues es muy bonito porque, a pesar del salto generacional, al final hay una esperanza donde no importa.
Esta obra, como decías, genera un encuentro muy íntimo, ¿qué hay de ti o qué hay de las actrices en la propuesta? ¿habéis dejado que vuestras propias vivencias se transparenten de alguna manera o habéis trabajado exclusivamente con el texto?
P.A.: Bueno, hemos hablado mucho para ver cómo nos relacionamos con los conceptos de la pieza. Yo les he contado las experiencias en las cuales me gustaría haber estado de otra forma, haberlas parado o, quizás, haberme comunicado en cierto momento. Hemos hablado también de cómo cada una se acerca a las ideas de la pieza, pero no lo hemos utilizado para crear la pieza. Tampoco nos hemos ido por el método Stanislavski. Yo creo que la pieza tiene más que ver con decir el texto del personaje, respirar el texto del personaje. Sí que hay un ejercicio de imágenes y de darse los tiempos para generar cada momento, pero no nos ha hecho falta que se lo lleven a lo personal. También, Lara, por ejemplo, con 12 años no ha tenido experiencias sexuales y el personaje sí. Entonces, hemos tenido que hacer mucho trabajo de imaginación y, desde la tranquilidad, nos hemos ido acercando a las vivencias de los personajes.
«Freak es un ejercicio de intimidad muy extremo»
¿Por qué crees que nos seguimos viendo en situaciones así?¿Por qué no somos capaces de poner esos límites?
P.A.: A mí me sigue pasando, ¿sabes? Yo me considero una mujer moderna, que se escucha, que se da sus espacios y, sin embargo, esto me sigue pasando. Y hablo con mis amigas y amigos y es lo mismo. Qué importante es que pueda haber un espacio en la educación, desde que nos estamos formando, desde que somos pequeños en el colegio, en el instituto, para que nos den el conocimiento corporal, de las emociones, de lo que nos sucede en cada momento… Una terapia o un acompañamiento, en el cual tú puedas parar y localizar lo que te sucede. ¿Por qué esto no sucede? No interesa que nos conozcamos, no interesa que paremos y así vamos por la vida, claro.
Además, tenemos la industria de la pornografía que arrolla a los chavales. Son las imágenes que tienen de cómo debería ser el sexo. Entonces pienso: ¡Qué peligro! Si sabemos que la industria pornográfica es tan potente, hagamos algo al respecto. Quizás eliminarlo es demasiado idealista y no tendría sentido, pero si esto es así, pues demos unas clases de educación sexual potentes, ¿no? Como esto es tan complicado con el gobierno que hay, digo: ¡Padres del mundo sentémonos a hablar con los hijos y las hijas!, ¡amigos del mundo, también, sentémonos, comentemos y busquemos! Lo único que nos queda es la comunicación, expresar lo que nos sucede y pedir ayuda a aquellos que pensamos que saben más o que tienen más experiencia.
La obra habla precisamente de los conflictos que ocasiona la falta de diálogo. ¿Crees que nos comunicamos poco, nos comunicamos mal o las dos cosas?
P.A.: Sí, las dos cosas. Es verdad que al estar en un mundo rodeado de artistas estoy en una burbuja. En cuanto salgo del mundo artístico y de las personas que considero que son más sensibles, más abiertas y más comunicativas, me asusto y digo ¡madre mía, esto no es el mundo! El mundo son personas que tienen que estar bien todo el rato, que no están acostumbradas a comunicar cuando están vulnerables, cuando están mal, que no están acostumbradas a pedir ayuda, que de temas íntimos y personales… ¡apaga y vámonos! Creo que falta mucha comunicación y mucha valentía con respecto a eso, pero nadie nos ha enseñado a hacerlo.
Y hablando de enseñanzas, ¿que has aprendido tú con este proyecto?
P.A.: Lo que estoy aprendiendo es a ver dónde pongo los límites yo. Es una pregunta que me llevo haciendo mucho tiempo y cada vez más estoy consiguiendo vivir las experiencias sexuales como a mí me gustaría vivirlas. Requiere de muchísimo tiempo y una madurez que se va adquiriendo con el tiempo. Cada vez que hacemos esta obra y hablamos de lo que significa, me pone de manifiesto aquellos momentos en los que no me he escuchado lo suficiente y no he sabido parar. Entonces, cuando vuelve a surgir un momento así, donde quizás yo estoy más vulnerable, no me estoy escuchando o voy demasiado rápido, esto como que me da una fuerza. Todavía me queda camino y todavía me quedan circunstancias y momentos donde no estoy sabiendo comunicar o parar, pero cada vez menos.
¿Cuál es el papel del humor en esta propuesta?
P.A.: Pues hay mucha comedia, que a mí me sorprende, porque yo cuando me leí la pieza… es verdad que yo me reí, pero no es una comedia buscada. Es algo que aparece solo y creo que tiene mucho que ver con el ejercicio de pudor que se plantea. Como que hay un punto que dices: «no me puedo creer que estén aquí mirándome tan tranquilas hablándome de cosas tan íntimas y tan fuertes». Son cosas que vivimos todos y todas de nuestra sexualidad constantemente, pero lo que es fuerte es el ejercicio de hablarlo. Del pudor y la incomodidad vienen las risas.
Tú también diriges cine, ¿por qué ‘Freak’ no es una película?
P.A.: Porque ya están los derechos vendidos (se ríe). No sé a quién, pero hay alguien que está interesado en hacer ‘Freak’, lo cual es una putada porque me encantaría hacer esta obra en formato audiovisual. Me parece, además, que tiene muchísimas posibilidades y me encantaría.
Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi