UN VIAJE A TRAVÉS DE LA VIDA DE LAS CANTANTES-ACTRICES "LA CARAMBA", "LA TIRANA" Y MARÍA LADVEDANT

Pepa Gamboa revive fama y drama de 3 mujeres del teatro lírico del siglo XVIII

Aarón Zapico recupera un repertorio inédito con Forma Antiqva y se encarga de la dirección musical de Cómicas en el Teatro de la Zarzuela

Belén Gordo

En la segunda mitad del siglo XVIII por el Paseo del Prado se dejaban ver, cual influencers, las actrices-cantantes a quienes la alta sociedad imitaba. La valenciana María Ladvenant, la sevillana María del Rosario Fernández “La Tirana” y la granadina María Antonia Fernández “La Caramba”. Ellas dominaban la escena teatral de la época. Eran auténticas estrellas. Pero detrás de la pompa y el garbo de la moda y el teatro había tres vidas breves, atropelladas y explotadas. Biografías intensas, brillantes, valientes y trágicas.

Pepa Gamboa, directora de escena de Cómicas (Fotografía de DuqueMengano)

A golpe de entremés y tonadilla escénica se metieron al público en el bolsillo. Marcaron estilo, identidad y dejaron un sello que, a partir del 8 de mayo, Cómicas acerca al público del Teatro de la Zarzuela para que esa huella no se borre y se conozcan su vida y milagros. Y decimos “milagros” (y no obra) porque es un prodigio casi mágico que en aquella época esas mujeres rompieran tantos esquemas. Pepa Gamboa, directora de escena de este proyecto, nos cuenta cómo eran estas heroínas.

Es una producción que nos dibuja a tres grandes actrices cantantes de la segunda mitad del siglo XVIII. Que viene a ser un “mamá quiero ser artista”, pero en el siglo XVIII, lo que ya nos dice bastante de la valentía de las protagonistas.

Lo de la valentía de las protagonistas es brutal. Además, son absolutamente radicales y reivindicativas. Este es un trabajo un poco experimental porque no se trata de una zarzuela sino de una versión que ha hecho Antonio Álamo y una investigación de Aarón Zapico recopilando partituras de aquellas tonadillas que se cantaban.

Recreamos ese momento histórico en el que salieron los Austrias y entraron los Borbones, había guerra, etc. El público lo que quería era divertirse. Había unos entremeses -que hacían estas mujeres- y eso se fue ampliando porque la gente lo que quería era reírse viendo esos entremeses.

Lo de reírse y divertirse es algo que todos queremos, y más en tiempos difíciles…

Y aquellos tiempos eran muy difíciles. Ten en cuenta que ellas para ejercer la profesión, por decreto legal, para ejercer el arte del teatro, tenían que estar casadas y era su marido quien les daba el permiso para ejercer el oficio. Las maltrataban y explotaban. Aquí se cuenta la historia de estas mujeres. La parte más lúdica y más feliz, pero terminaron fatal porque había una explotación continua.

La actriz Cristina Medina, maestra de ceremonias en Cómicas. (Fotografía de Macuto Talent)

Es un espectáculo sencillo. Esta historia se podría dividir en cuatro partes. La actriz Cristina Medina hace como de maestra de ceremonias, hace la introducción con esa chispa que tiene ella. Está la orquesta Forma Antiqva y las sopranos. Se hace un recorrido sobre lo importante que fueron porque eran referentes, incluso para la alta sociedad.

Así que no fueron solo un referente popular, sino también de la alta sociedad…

Sí. Se paseaban por el Prado y la alta sociedad les imitaba incluso en la forma de vestir: lo que se ponían, su garbeo… Eran muy jóvenes. Las casaban muy jóvenes y las pobres murieron muy jóvenes porque llevaron unas vidas absolutamente espantosas. Lo que pasa es que en el escenario ellas querían agradar. Pero el arte de agradar continuamente crea mucha tensión y estudiar por la mañana, por la tarde, prepararse, obedecer al maestro, etc… Una de ellas, la valenciana María Lavendadt, se hizo incluso autora. Realmente el pueblo no quería afrancesarse y se buscó un estilo muy peculiar. Con Cómicas la gente va a escuchar algo que no ha escuchado.

Cómo está siendo para ti la experiencia de trabajar en el género lírico…

He hecho también ópera, hice la Tragédie de Carmen de Peter Brook, que la produjo el Teatro Calderón y fue una experiencia que me encantó. Porque me gustaba mucho esa particular visión de Carmen. Además, se mezclaban también los cantantes con actores y me encantó la experiencia y el resultado. También he trabajado mucho con los flamencos, porque con ellos introduje la parte teatral dentro de la puesta de escena. Se hacía un flamenco religioso y a partir un poco de mi intervención se hace un flamenco laico. Te lo digo por información no por presunción. Yo he montado los primeros espectáculos de Israel Galván, Rocío Molina, he trabajado con Carmen Linares, con Miguel Poveda… He aprendido mucho de esa mezcla y de cómo se puede conjugar el teatro y la música. Aquí lo más importante son las sopranos que son maravillosas.

La soprano María Hinojosa. Foto de MayZircus.

En Cómicas cuentas con las sopranos Jone Martínez, María Hinojosa y Pilar Alva ¿cómo habéis trabajado estos tres roles?

Lo que destaco son sus voces y lo que van a cantar. Son maravillosas. Es algo pequeño, no hay ballet y es sobrio con una escenografía que he planteado y ha resuelto Jesús Álvarez. A ellas les busco las características que tienen ellas como personaje. Es un texto que se ha escrito ahora y a ver qué os tenemos, de momento es un misterio.

El texto también habla de visibilizar tres referentes del teatro y, de alguna manera, reivindicar lo que hicieron ¿tiene el teatro que transformar, mejorar o visibilizar algo de la sociedad?

Sí. En este caso se ve muchísimo. Ellas están reivindicando todo el tiempo incluso que no han estudiado. De los hombres se ríen, pero los sufren también porque hubo una utilización de estas mujeres. Para mí el teatro, aparte de que nos lleve a visitar las emociones -que eso me interesa siempre muchísimo- intento que también sea un trozo de vida. Que se produzca una ruptura de género, que todo esté mezclado, que no sea ni drama, ni comedia, ni tragedia… Intento que tenga un poco de todo. Además, si nos remitimos a la situación política de aquella época podemos encontrar muchas equiparaciones…

«Intento que se produzca una ruptura de género. Que no sea ni drama, ni comedia, ni tragedia sino que tenga un poco de todo»

Hay cosas que nunca cambian, que siempre vuelven…

Es el eterno retorno de Friedrich Nietzsche, que yo lo llamo el eterno trastorno.

Y ¿de quién nació la idea de Cómicas?

De Aarón Zapico que se lo propuso al Teatro de la Zarzuela y el teatro decidió que se podía llevar a cabo este proyecto. La calidad del reparto y del equipo es increíble y eso es un regalo.

Ellas, nuestras tres cómicas, rompieron muchos moldes, porque estamos hablando de segunda parte del siglo XVIII. Hoy, Pepa, ¿crees que nos quedan muchos moldes por romper?

Sí, bastantes. Yo lo noto mucho ahora, con la edad. Yo nunca me planteé si era hombre o mujer cuando empecé a dirigir con 20 años, de pequeña quería ser directora de teatro o emperatriz. A mí se me da mucho mejor encontrar la perla que tiene cada uno dentro y he hecho un recorrido por todo tipo de teatros. Ahora, retrospectivamente me doy cuenta de que los hombres siguen capitalizando todo. Lo noto mucho ahora.

¿Más que en otras décadas?

Sí, más que en otras etapas. También influye la edad. No puedo hacer una comparativa muy acertada porque tampoco había muchas directoras cuando empecé, ahora hay muchas más. Los directores de los teatros públicos casi todos son hombres. Y yo sigo notando que un hombre con un currículum como el mío o con menos currículum trabaja más que yo.

«Sigo notando que un hombre con un currículum como el mío o con menos trabaja más que yo»

Me parece desolador.

Es muy desolador. A mí me entristece muchísimo. A los hombres sí los llaman con currículum más ínfimo, a las mujeres nos olvidan pronto.

¿Te identificas con alguna de las tonadilleras? Si fueras una de ellas ¿cuál serías?

Creo que con la valenciana, aunque hay un poco de todas. Y eso que sólo hemos elegido tres, pero había muchas más y eran el referente teatral por antonomasia del teatro de la mitad del siglo XVIII: las grandes estrellas de aquella época.

Cuesta pensar en un “star-system” del siglo XVIII, teniendo en consideración que tenían que pedir permiso a sus maridos para todo.

Incluso no podían denunciar si se cometían faltas graves contra ellas porque la Junta de Teatro las metía en la cárcel. Cualquier tipo de reclamación la consideraban una agresión. Como tenían que estar casadas para ejercer, a una le casaron con 14 años. Vidas durísimas, muy cortas y muy intensas. Cada una de ellas se merece una biografía.

Y tanto. La Caramba incluso terminó metiéndose a monja…

A monja. Regalando las joyas, los vestidos y todo. De pronto, un día de lluvia, se mete en el monasterio de San Jerónimo y allí se dedica a los pobres. En fin, que sale de una cárcel para entrar en otra.

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Escrito por

Periodista, guionista, locutora, podcaster y despistada profesional. Siempre es buen momento para aprender y el Teatro es un aula perfecta para ello. Admiradora incondicional del cine, la radio y la Zarzuela.

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