SEGUNDA TEMPORADA

«Poco puedes confiar en el futuro si no te cuestionas ‘Cómo hemos llegado hasta aquí'»

Hablamos con las protagonistas del montaje que cosecha éxitos en el Teatro del Barrio

Irene Herrero

Cómo hemos llegado hasta aquí es un título que oscila entre el talk show, la autoficción, el panfleto político y el análisis social y el viaje del héroe mitológico clásico… Aunque con un toque diferente. Nerea Pérez de las Heras, Olga Iglesias y Andrea Jiménez, de Teatro En Vilo, firman esta propuesta que se mantiene en cartel en el Teatro del Barrio

La pasada temporada, pudimos hablar en directo con Nerea Pérez de la Heras y Olga Iglesias, las dos intérpretes de este espectáculo, como parte de nuestra sección #EntrevistasTMLive a través de Instagram. Os hemos dejado un resumen de nuestra conversación.

Olga, esta es tu primera experiencia como actriz, ¿qué tal llevas lo de salir al escenario?

Olga. Muy guay, la verdad. Yo estoy disfrutándolo muchísimo. Ha sido un proceso largo y ha dado tiempo de entrar en la cosa. Una vez que se ha entrado, está siendo maravillosa, muy bien, muy contenta.

Nerea, tu también llevas poco tiempo subida a los escenarios…

Nerea. Llevo 4 años, que no sé si es mucho o poco para la edad que tengo, porque Feminismo para torpes empezó a funcionar en serio en 2017 o 2018. Pero claro, es totalmente distinto a esto porque aquí sí que hay un trabajo actoral, que la pobrecita Andrea se lo ha comido entero. Es salir al escenario, no como en Feminismo para torpes que es básicamente una conferencia, esto es todo lo contrario. Para mí es nuevo y está siendo… Es que yo no sabía que iba a ser así. Estoy utilizando partes de mi cerebro, de mi cuerpo y de mi capacidad de comunicación que las tenía a estrenar. Yo no sabía que se podía hacer eso. Yo pensaba que te subías ahí, decías lo que tenías que decir, te movías de un lado a otro y chimpún. Cuando había ido mucho al teatro y sabía que estaban las pausas, la intención, la emoción… Pero hasta que no haces click, después de mucho esfuerzo de Andrea y de mi compañera, no te das cuenta de lo que de verdad es teatro, y es de lo que nos estamos dando cuenta ahora.

Olga. Yo sí que había escrito para teatro, pero claro, una parte es escribir y sabes que hay una intención, unos objetivos, sabes que está el actor, había criticado mucho a los actores, la verdad. Me lo como ahora todo con patatas porque es desde otro sitio, lugares que una no sabía que existían en el propio cuerpo y en el propio ser.

¿Por qué habéis elegido el teatro para contar esta historia?

O. I. Bueno, yo llevaba tiempo queriendo contar una historia, pero no era por escrito. Tenía que estar en juego el cuerpo para que tuviera sentido. Y era ese el sitio, era el teatro, era el cuerpo y era con otra gente; era en la experiencia y era en el momento. Era así.

N.P.H. Es que se juntaron dos objetivos creativos.Yo quería hacer una evolución de Feminismo para torpes, que luego al final no tiene nada que ver lo que ha salido. Quería explicar algunas cosas que me preocupaban a nivel político, social y estructural a través de la vía de una persona. Y Olga, que es mi amiga y es mi compañera en otros proyectos, tenía esta especie de autoficción más o menos desarrollada y no quería darle salida en un libro; quería que fuera algo teatral. Y entonces estas dos voluntades se juntaron, muy bien, y el resultado es este. 

O. I. Sí, habíamos hablado mucho como amigas, yo igual más desde lo íntimo y lo personal y Nerea envolviendo todo eso. Entonces, sí que había una conexión que ya estaba creada.

Este proyecto ha cogido forma en varias fases de un proceso de investigación que habéis desarrollado gracias a dos residencias artísticas, ¿podéis hablarme un poco del proceso?

N.P.H. Gracias al Ayuntamiento de Soria hicimos una primera aproximación. Un saludo a Gloria, que es concejala de igualdad y que nos abrió un espacio de creación. Una sala de ensayos y una residencia para dar los primeros pasos.  Andrea, de Teatro en Vilo, trabaja con improvisaciones. Ella nos proponía escenas, nos proponía juegos. Y ese ha sido el proceso. Dos residencias en Soria. La última este agosto.

O. I. Ha sido tener el espacio para hacer la búsqueda, para hacer la experimentación, para encontrar la forma. Encontrarnos nosotras. Simplemente un punto de partida que ha crecido infinito.

N.P.H. Es que nosotras además estamos acostumbradas a trabajar en el texto y hemos empezado a utilizar el cuerpo desde cero total. Yo por mucho que tenga un proyecto teatral que va bien y alguno audiovisual, el papel del cuerpo era muy reducido. Hemos empezado a tomar conciencia de sus posibilidades en «Cómo hemos llegado hasta aquí».

O. I. Es que estamos hablando como actrices, Nerea. Sale desde otro sitio cuando lo tienes que poner con esto (el cuerpo) y no con la cabeza.

N.P.H. Andrea todo el rato nos decía: «No penséis».

O. I. Nos decía: «No habléis». No os sentéis ahí a hablar «piqui-piqui-piqui».

¿Hay más riesgo en la escritura o en la interpretación?

O. I. Bueno, la interpretación da un vértigo enorme. Yo no sé si es por el propio miedo de no haberlo hecho nunca pero sí, hay un riesgo enorme. Eso es lo bonito también.

N.P.H. Hacemos súper buena pareja tragicómica. Porque Olga lo pasa muy mal y es muy frágil, o lo parece. Su personaje escénico es así y eso a la gente le encanta. Es como que les toca algo en alguna parte. Todo el mundo se queda enternecida.

En la sinopsis decís que tú, Nerea, encarnas las figuras de poder de la vida de Olga ¿Has llegado a empatizar con esas figuras al ponerte en su piel?

N.P.H.  Bueno, yo en realidad… Las dos estamos en el escenario, tenemos unos objetivos distintos… Estamos intentando comunicarnos con la gente. Olga lo que está intentando es contar su vida y yo lo que busco es darle una dimensión estructural a su vida para que alguien se entere de algo, se movilice y estemos todos un poquito mejor… Yo voy ahí a hacer un mitin. Y ahí lo que me interesa pues es una cosa un poco televisiva y panfletaria de alguien tratando de remover a través de una historia personal, que es lo que hacen todo el rato los partidos políticos, las empresa… Entonces, hay un poco de parodia de eso. Yo lo que encarno es una voz que quiere elevar lo particular y que, bueno, no os voy a decir si fracaso o tengo éxito, pero claro, el personaje de Olga quiere otra cosa.

Habláis de generar un cambio, ¿en qué sentido? ¿Qué es lo que hay que cambiar?

N.P.H. Sí, nada más empezar la obra yo presento a Olga como un personaje con mucha necesidad de resarcimiento y de quitarse miedos, quitarse vergüenzas. La cosa va a evolucionado hacia otros lugares porque entre nosotras hay todo el rato colaboración entre los personajes, que sí tienen mucho de nosotras, pero también de otras cosas que se han ido fraguando durante el proceso y que no son exactamente nosotras, y entre ellas hay colaboración y hay tensión porque sus propósitos no son exactamente los mismos. Una quiere contar su vida y la otra quiere utilizarla para cosas.

O. I. De alguna forma yo sí voy a utilizar el espacio del teatro para quitarme vergüenza, quitarme miedos y para hacer justicia en ese lugar en el que parece que se puede, pero eso luego tiene que trascender y llegar a los demás.

Entre algunos de los temas que tratáis tenéis la precariedad a los 40. ¿Es inevitable, no?

O. I. Uy, sí hija, y a los 45.

N.P.H. A ver, es que es una vida contemporánea. Es ponerle un espejo de aumento a una vida como puede ser la de cualquiera. La gente va a empatizar y si no es por el trabajo va a ser por las inercias. Otra de las cosas que vamos a hacer y que queremos hacer todo el rato es un cuestionamiento, con muchísimas extrañeza, muchísima atención a una vida normativa y de muchísima extrañeza a la normalidad. O sea, estamos tratando con muchísima extrañeza la normalidad.

O. I. Sí, yo creo que de las muchas particularidades que pueda tener mi biografía, los sentimientos de los que hablamos sí que son miedos, complejos, autoridades contra las que nos te has revelado en un momento y siempre te petan, culpa por haber hecho o no haber hecho. Y ese proceso de resarcimiento que se puede hacer ahí y que te quedas muy a gusto, confío en que también sirva para dar esa posibilidad  a quien vaya a ver la obra, sobre todo, entendiendo que no depende solo de ti sino que hay otras cosas que

N.P.H.  Esto es parte del planteamiento de la obra también, que como muchísimo esfuerzo (mi personaje) en darle a la historia de Olga una dimensión casi de Mesías, como de heroína mítica por mi necesidad de encontrar relatos con los que la gente se pueda sentir identificada y de ahí ir a algo colectivo. Porque el ejercicio narcisista es desigual en la manera en la que nos interesa. A ella le interesa más y a mí me interesa menos, pero no es a lo que veníamos. Era a otra cosa. El ejercicio narcisita es la excusa para movilizar cosas que tienen que ver con nuestra convivencia y con nosotros como sociedades y como comunidades.

Vosotras, desde un punto de vista personal, la obra ya veremos a dónde nos lleva, ¿sois optimistas con el futuro? La obra se pregunta: «¿Cómo hemos llegado hasta aquí?» . Y yo os pregunto: «¿Hasta dónde vamos a llegar?»

O. I. Pues dependerá mucho de si entendemos cómo hemos llegado hasta aquí. Pero sin una reflexión necesaria, complicado.

N.P.H.  Sí, uno de los pilares de la obra es el hablar del individualismo. Complicado si no salimos del sálvese quien pueda y del sistema social y económico en el que estamos viviendo. Que se basa en la competencia y el crecimiento constante. Incluso hasta en el suicidio como especie. Poco puedes confiar en el futuro si no te cuestionas cómo hemos llegado hasta aquí.

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Escrito por
Irene Herrero

Soy periodista, aunque me dedico también al marketing y la comunicación cultural. En los últimos me he atrevido a dar el paso hacia la dramaturgia y la dirección escénica y creo que ha sido amor a primera vista.

Creo en el poder transformador de las historias y nunca salgo de casa sin mi cuaderno.

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