Rakel Camacho: «‘Una novelita lumpen’ obliga al espectador a sentarse con la moral olvidada en la puerta»

José Antonio Alba

Rakel Camacho adapta y dirige Una novelita lumpen, trabajo inspirado por la novela homónima de Bolaño, que se estrena en el Ambigú del Pavón Teatro Kamikaze.

El escritor chileno Roberto Bolaño firma Una novelita lumpen, una obra donde Bianca, la protagonista, desciende a los rincones más sórdidos de su historia, para descubrir acompañada de su hermano y otros dos hombres el poder de la sexualidad, y el engaño como herramienta de supervivencia.

La directora y dramaturga Rakel Camacho adapta y dirige la puesta en escena de esta historia donde la moralidad debe quedarse fuera de la sala para que podamos cuestionarla… o no.

Rebeca Matellán, Jorge Kent, Diego Garrido y Trigo Gómez asumen los papeles que Bolaño dibujó en su novela, y trasladan al espectador a los barrios más oscuros – dentro y fuera de las aceras- de Roma. Los actores se sacuden lo políticamente correcto para ponernos frente a una potente reflexión sobre la infelicidad, la elección consciente de tu rumbo de vida, el futuro como algo inexistente o dónde pone cada uno los límites de su moral.

Rakel Camacho, alma y cabeza de la Intemetata, tuvo claro casi desde la primera página del libro que Una novelita lumpen tenía que convertirse en teatro: “De esta novela lo que me enganchó fue Bolaño. Es visual, tiene una narrativa muy lírica, con un sentido del humor que cuando lo captas, te atrapa. Además, me gusta mucho cómo trata el género. Bolaño, y en especial esta novela, es muy de contrastes, como mis trabajos”.

En Una novelita lumpen sus personajes “dicen cosas complejas de manera muy limpia”, Rakel Camacho subraya que el argumento es cliché (la prostitución, una mujer buscándose la vida, el rol de los hombres en torno a una mujer independiente) pero la grandeza de la obra está en que la historia, al final, no tiene nada que ver con eso que esperamos como lector o, en este caso, espectador.

La puesta en escena de esta novela de Bolaño es un proyecto que empezó a encajar sus piezas hace un año, y que su directora afirma haber gestado desde la duda. “Reescribir, cambiar, pensar y repensar” son los verbos que han marcado el trabajo creativo detrás de este estreno del Pavón Teatro Kamikaze.

Rakel Camacho saborea cada cambio o pregunta que se plantea en torno a esta historia oscura y luminosa. Lo más enriquecedor del proceso de creación, para ella y el elenco, ha sido perfilar a los personajes poliédricos que circulan con distintas esperanzas por Una novelita lumpen.

Bianca es el eje central, el papel de Rebeca Matellán “encarna la capacidad de decisión, la voluntad, la ejecución, la acción. Ella mira hacia adelante a pesar de estar rota. No es una heroína, en Bianca hay tristeza, pero es dura, no hay victimismo”.

Junto a esta mujer anti-cliché, los roles de los hombres son muchos más reconocibles: la manipulación y la jerarquía dentro del ambiente turbio donde se desarrolla la trama. Cada nombre tira de la protagonista, empuja, zarandea, acompaña…¿hacia dónde?

El sello de identidad de La Intemerata son los sueños, que forman parte de la novela y por supuesto de la escena. “Sueño y realidad se mezclan en el texto y en escena, y el espectador no necesita saber qué está pasando”. La escenografía, un trabajo de Mireia Vila, es un espacio mental donde los personajes ejecutan sus acciones en contraste con espacio al que aspiran, convirtiendo esta doble realidad en un personaje más de la obra.

Una novelita lumpen exige, como dice su directora, sentarse con la moral olvidada en la puerta, abrirse a la sordidez del ambiente que creó Roberto Bolaño, lanzarse a la realidad que araña a sus personajes y sumergirse en los sueños que mastican desde la necesidad o el anhelo. La reflexión que termine dando vueltas en tu cabeza, dependerá de lo que abras los ojos, la mente y las tripas.

Iduna RuSol / @IdunaRuSol

Fotos Javier Jarillo

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