Ricardo Darín y Andrea Pietra protagonizan Escenas de la vida conyugal de Ingmar Bergman, un espectáculo dirigido por Norma Aleandro, quien lo protagonizó junto a Alfredo Alcón en 1992. El montaje regresa a Madrid, esta vez al Teatro Rialto. La pieza es un auténtico fenómeno en Argentina, donde ya lo han visto más de 150.000 personas.
Escenas de la vida conyugal es la adaptación teatral que el propio Bergman hizo de la miniserie homónima y la posterior película ganadora del Globo de Oro a mejor película extranjera, una revisión del original que deja tan solo dos de los cuatro personajes, Juan y Mariana, la pareja interpretada por Darín y Pietra, que relatan al público una secuencia de escenas que retratan los veinte años de matrimonio y la relación que mantienen después de su divorcio.
Para Darín la obra es una crítica a la institución del matrimonio, un intento de recuperar el vínculo amoroso entre dos personas que provoca una catarsis en el espectador, porque a menudo se siente muy identificado. “Aunque trata de cosas casi trágicas, la gente no para de reír”, dice el actor. “Es una risa liberadora, que permite reírse desde fuera de cosas de las que los personajes no pueden reírse”. Sin embargo, “no es una comedia ligera”, asegura, porque “después de las funciones ves cómo los espectadores siguen hablando y debatiendo sobre los conflictos de la obra”.
El placer es el escenario
En Madrid veremos al actor acompañado por Andrea Pietra, actriz a la que el propio Ricardo Darín dirigió en La señal, película estrenada en 2007. La argentina ya coincidió también en los escenarios con Norma Aleandro, quien interpretaba a su madre en Agosto. Comenta Darín que “el oficio de actor se disfruta esencialmente en el teatro; el cine es una sensación muy diferente. El placer se produce en el escenario, no con la cámara», asegura. “El cine acaba en manos de directores y realizadores que pueden reescribir la historia. A veces, una película terminada tiene una diferencia abismal con el trabajo que has hecho. En cambio, en el teatro, cuando se abre el telón, estamos solos y no puede haber cambios, todo depende de nosotros y del público”, apunta convencido el actor, que también ha destacado la gran simbiosis que existe entre actores y espectadores, ya que son los que completan la obra con su mirada y hacen que cada día la función sea diferente.
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