Veinte años sobre la tablas con un mismo espectáculo. No, no es ciencia ficción: es Non solum, con Sergi López en escena, en un espectáculo dirigido por Jorge Picó y escrito por ambos. Hace veinte años que lo estrenaron, y ahora llega al Teatro Marquina de Madrid, y estará del 15 al 19 de octubre.
Non solum es un monólogo en el que aparecen varios personajes. Muchos personajes. Todos iguales. Un monólogo divertidísimo y profundo. Contradictorio. Puramente teatral. Un espectáculo que no da tregua. Como tampoco la da Sergi López, un actor incansable y un interlocutor apasionado. Un creador comprometido y honesto, que va directo al grano y que, al mismo tiempo, habla por los codos. Parece una contradicción, pero es que así es. Es más: es que así somos. Pura contradicción. Hermosa, fascinante, inspiradora y desternillante contradicción.
Y esta charla con Sergi López tiene un poco de todo eso… y non solum eso, sino también mucho más.

Sergi López en ‘Non solum’
¿Cómo estás?
Estoy que no quepo en mí de gozo. Estoy… por un lado mayor, madurando. [Risas]. Pero disfrutando a tope de este oficio que tengo, que empecé tomándome con mucha ligereza y con mucha distancia, como una cosa lúdica. Y aunque guardo todavía este espíritu de juego, me doy cuenta de que tengo una relación profunda con esta cosa de actuar, de hacer personajes y de contar historias. Y lo estoy disfrutando a tope porque tengo un gran privilegio, cuando el 90% de la profesión está en el paro. Y es una profesión muy dura para mantenerte durante tiempo, o sea que tengo mucha suerte. Lo que vivo es un privilegio y lo disfruto mucho.
Si tuvieras que hacer un viaje al pasado, ¿qué le dirías al Sergi que hace veinte años empezaba a montar Non solum?
Que disfrute del viaje. Porque la vida no te llama para decirte qué va a ocurrir la semana que viene, si va a ser bueno, si va a ser malo. Y hay que seguir avanzando con todo lo bueno y con todo el dolor que toque. Pero mi viaje está siendo alucinante e impresionante. O sea que le diría: «Continúa, déjate llevar y confía en tu intuición».
Quiero preguntaros a los dos Sergis, el de hace veinte años y el de hoy. ¿Cómo nació Non solum? ¿Y cómo sigue siendo el viaje con esta función?
Nació porque yo había dejado de hacer teatro. Cuando empecé a hacer cine me resultó muy complicado continuar con la compañía, con las obras de teatro. Estuve cuatro años sin hacer teatro y mi cuerpo me lo pedía. Fue una necesidad. Cogí a Jorge Picó y tuve la gran suerte de tenerlo como espejo y como maestro. Le dije: «Mira, tío, yo quiero volver a hacer teatro y quiero escribir algo nuevo, aunque sea muy punky, muy raro, muy arriesgado. Me da igual. Aunque solo hagamos diez bolos. Pero quiero disfrutar de la escritura y llevarla un poco lejos». Y nos encontramos con un show que tiene esta gran potencia.
¿Y esa potencia de dónde crees que viene?
Del humor. El humor es un arma brutal para empatizar. Es brutal utilizar el humor no como un fin, sino como un arma, un medio para llegar a hablar de cosas profundas o incluso dolorosas. Así que esto empezó siendo una pulsión teatral y ha acabado siendo la obra de mi vida. La que todavía me resuena y todavía conmueve al público.
¿Y cómo ha cambiado esta obra durante tanto tiempo?
Como mi propia vida. La obra se ha hecho mayor, es más madura. Está más asentada, más sobria, no necesita tantos aspavientos. Es más contundente, más directa.
En la obra estás tú solo en escena, pero representas a… ¿cuántos personajes son?
No lo sabemos. Nunca nos hemos contado todos. Pero es verdad que hay una multitud de personajes que llegan al escenario con la gran particularidad de que son todos iguales. Y esto genera preguntas: ¿qué está pasando? ¿Somos el mismo? ¿Somos todos uno? ¿Yo soy diferente? Es una contradicción en la que el público se reconoce, porque no nos gusta que nos etiqueten: no somos solamente una cosa, sino una cosa y su contrario. Encantadores y bordes. Generosos y miserables.
El destino de este personaje múltiple es «dudar relativamente de absolutamente todo». ¿Tú dudas de absolutamente todo, Sergi?
Sí, sí, yo esto lo llevo de fábrica. Sí, la duda ha sido lo que me ha hecho avanzar. Hacerme preguntas continuamente. Y lo hago con la obra también: siempre busco si hay una manera más contundente, más honesta, más directa para contarla. Y no dejarme llevar por la pulsión del chiste. Esta exigencia la aprendimos del maestro Lecoq, que pensaba que el actor es un vehículo solamente, un pincel o un lápiz que puede escribir teatro, pero lo que está por encima es la obra, el juego que se desarrolla en un escenario.
La duda ha sido lo que me ha hecho avanzar.
Te quería preguntar precisamente por tu formación, porque tú estudiaste en Francia con Lecoq. Y hace veinte años estabas más cerca de esa formación. Pero ahora ¿sigues entrenando para poner en pie la obra?
Pues sí, porque la enseñanza de Lecoq tiene que ver con el juego. Con la idea de improvisar y desarrollar ideas. La idea creativa. Y eso te pone continuamente en cuestión: continuamente te estás preguntando, estás abriendo la puerta a que lleguen nuevas ideas, a cambiar de opinión. En el fondo, nunca acabas de aprender.

Non Solum es una comedia existencial interpretada por Sergi López
El espectáculo partió de la improvisación, ¿pero sigue habiendo improvisación ahora?
La improvisación para nosotros es la herramienta para llegar a construir textos, situaciones, diálogos. Ahora yo sé perfectamente el el texto, pero no la reacción del público, y estoy abierto a que aparezcan milagros o hallazgos. Hay cosas que están ahora en Non solum, y no existían cuando lo estrené, y cosas que hemos dinamitado. Para los actores y las actrices es importante darle al público la sensación de que todo lo que está pasando sucede por primera vez.
¿Por qué se llama Non solum, en latín?
Nos gustaba porque un título en latín hacía pensar que la obra era profunda, intelectual. Y que, entonces, la comedia pillara desprevenido al público. Y Jorge estudió latín y esta expresión viene de non solum sed etiam, que significa ‘no solamente, sino también’. Esta idea de no ser solo uno, sino también ser muchos.
Hablabas antes de tu necesidad de pensamiento crítico, y tú siempre te has siempre manifestado a favor de las causas que considerabas justas. ¿Crees que la cultura es útil para ser transmisora de estas causas?
Hombre, claro, porque la cultura es lo único que nos permite hacernos preguntas sobre nosotros mismos y generar pensamiento crítico. El pensamiento crítico y la conciencia colectiva para mí son innegociables. Es lo único que de verdad espero que mis hijos tengan. Y la cultura es que es puramente eso. Es escuchar historias de otro que cuenta una vida que no es la tuya y, sin embargo, te resuena y te hace preguntas. La cultura nos hace avanzar y tener esperanza en medio de este mundo capitalista, que alimenta tanto al individuo. La necesitamos para seguir respirando y para tener esperanza en que quizá un día seremos empáticos y tendremos compasión de los demás.
El pensamiento crítico y la conciencia colectiva para mí son innegociables.
Llevas ya veinte años haciendo la obra, así que ya sabes cómo es la reacción del público. ¿Con qué preguntas sale?
Con las mismas que se hacen los personajes: ¿qué pasa aquí? ¿Qué hacemos aquí? ¿Quién es usted? ¿Quién es el otro? ¿Yo soy el otro? Preguntas existenciales, que tienen que ver con la identidad.
¿Me dices una frase de la obra, la primera que te venga a la cabeza?
«Qué fácil sería poderse pasear por el mundo diciendo yo no soy yo, yo soy otro».
La obra ha girado y la has traducido a varios idiomas, desde el catalán. ¿Funciona igual en cualquier lengua?
La hemos traducido al castellano y al francés, sí. Y viaja muy bien, porque todos los personajes son iguales y siempre mantienen mi acento catalán de Vilanova i la Geltrú. [Risas]. Todos tienen el acento de mi vida. El acento uniforma a esta especie de tribu insólita que aparece en el escenario.
Qué importante reivindicar los acentos de uno y que se muestren en escena.
Efectivamente: la diferencia. En el espectáculo habla mucho de esto, de que lo interesante de ser todos iguales no es que seamos todos azules o todos rojos, sino que seamos todos, en el fondo, diferentes. Es ahí donde cobra valor el hecho de empatizar, de saber que la humanidad es una tribu inmensa y que nos salvamos todos o nos morimos todos. El elemento que le da valor a esto es precisamente la diferencia, la particularidad, la identidad, la autodeterminación.
La humanidad es una tribu inmensa y nos salvamos todos o nos morimos todos.
¿Hay algo más que te apetezca contar, que no te hayan preguntado nunca y quieras decir?
No, nada. Que el teatro es un ritual maravilloso, que cada vez tiene más sentido, en un mundo que alimenta tanto el individuo. Y que es un milagro, en este mundo tan materialista, venir al teatro, a ver Non solum… o lo que sea.
Bueno, ahora mismo, Non solum.
[Risas]. Eso. Ahora mismo, Non solum.
Pues no te molesto más, Sergi, un placer…
No, no me molestas de absoluto. Ya ves que yo no me callo ni bajo el agua. Y hablar de teatro y de esta idea de transformación social para mí siempre es un placer.
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