Teatrolab: Edipo, toros y Suzuki.

José Antonio Alba

Dicen que Carabanchel se ha convertido en el Brooklyn madrileño. Al parecer la comunidad artística, tal y como están los alquileres en este momento, ha tomado la decisión de establecer sus talleres en este barrio a la otra orilla del Manzanares, donde se pueden encontrar grandes espacios a precios mucho más asequibles que en el centro sin tener que alejarse excesivamente de él. Uno de esos artistas es el director Grabiel Olivares, uno de los primeros en establecerse allí. Al comienzo lo hizo en un local más pequeño y ahora en un antiguo, y enorme, garaje que ha acondicionado como sede para TeatroLab, su compañía teatral, desde donde ponen en pie sus montajes, imparten talleres e incluso tienen instalada la oficina para gestionarlo todo.

EL UNIVERSO DE TEATROLAB EN UN GARAJE.

Nos cuenta Olivares que aún falta por darle algunos retoques, pero el enorme local cuenta con todo lo que cualquier compañía desearía tener para poder trabajar sin problemas. Además de ser el epicentro de la compañía, nos comenta que quiere utilizarlo como un espacio no convencional donde ofrecer otras alternativas escénicas al espectador. Romper con la inmovilidad teatral, establecida en el centro de Madrid, y hacer que el público se acerque hasta allí en busca de una nueva experiencia. En su cabeza está la idea de poder crear algo en la línea del espectáculo Sleep No More que puede verse en Nueva York, donde los actores representan una historia utilizando todo el espacio y el espectador puede moverse libremente siendo testigo de la historia a su propio ritmo.

Mientras va preparando la mesa de trabajo, encendiendo ordenadores y ambientando la atmósfera de trabajo para que los actores realicen el calentamiento previo a la sesión de ensayo a la que hemos sido invitados, Gabriel Olivares, nos confiesa que poco a poco el cuerpo le pide ir dejando de lado el teatro más comercial, con el que considera que ya ha cumplido, para experimentar con un teatro más en la línea de sus últimas creaciones: Our Town, Gross Indecency o el actual, Proyecto Edipo, poder formar una compañía estable y contar con un núcleo duro de artistas con los que poner en pie futuras producciones.

Los actores, David DeGea, Carol Verano, Alba Loureiro, Abraham Arenas, Guillermo Sanjuán, Javier Martín y Montse Rangel, van llegando, solo falta Asier Iturriaga que tiene una sesión de rodaje ese día. Se nota que aquello es como su segunda casa, se sirven infusiones y café mientras conversan, se cambian y estiran para iniciar la sesión de trabajo. Nada de remolonear, todo lleva su ritmo, como un ritual necesario para realizar la inmersión en el mundo de Proyecto Edipo, el montaje que se traen entre manos.

EL ARTE SE PRACTICA TODOS LOS DÍAS.

Desde hace algunos años, Gabriel Olivares, basa sus trabajos en los métodos Viewpoints y Suzuki, disciplina japonesa que reconecta al actor con su energía “animal” y que intensifica la escucha, la respiración y la conciencia con el cuerpo “Acerca el teatro a la parte más ritual, a la parte sagrada y pretende activar el cuerpo invisible del actor”. Un método que exige cierta marcialidad y entrega física, indispensable al inicio de cada uno de las sesiones planteadas por el director. Un entrenamiento que ahora ha comenzado a combinar con el que ofrece Yolanda Ulloa para la voz, ambos complementarios para disponer al actor a entregarse de pleno a la sesión de trabajo “Ponen al actor en el centro del hecho teatral. Les da la capacidad de ser auténticos co-creaores de lo que está ocurriendo en escena”.

Proyecto Edipo tiene la misma idea grupal que los anteriores montajes del director, que ya es un sello identificativo de la compañía. Los actores construyen con sus movimientos, o su quietud, el grueso de la escena y para ello es importante la búsqueda, la sintonía y la ruptura, teniendo en mente la criatura interna para, según el momento, dejar que surja con toda su potencia o contenerla. No hay más que ver las largas sesiones de investigación donde los actores se dejan, literalmente, la piel buscando y componiendo. Algo que no sólo se practica cuando hay un espectáculo en marcha, es cosa de todos los días “¿Por qué se ve normal que un músico o un bailarín practique todos los días y un actor no?” reflexiona Olivares “El arte se practica porque, solo practicando, puedes conectar con eso”.

SÓFOCLES, GOYA, JAMÓN JAMÓN Y BLADE RUNNER.

Proyecto Edipo nace de recuperar su primer texto, guardado durante años en un cajón “Tendría menos de veinte años cuando lo escribí y de esa semilla, un texto muy de juventud, llega esta función” que combina la historia escrita por Sófocles con una distopia imaginada por Olivares en la que se ha prohibido la tauromaquia “Edipo es un arquetipo con el que Jacinto – el protagonista de la historia- está conectado”. Un juego que viaja paralelamente entre la Grecia clásica y el Madrid del 2030, en la que Gabriel Olivares hace sobrevolar la tragedia por este drama futurista en el que la afición al toreo está penada y tipificada como adicción, donde hay toreros clandestinos y los toros viven en los zoos, “el tema taurino es algo más que un paisaje en esta función, para mi tiene un valor metafórico. Los toros como un patrimonio que ya muchos no sentimos”. Comenta Gabriel sobre esta quinta producción de Teatrolab “Habla de la pasión, del individuo, de una profunda indagación en el qué somos”.

Una apuesta potente, llena de detalles, de simbología, que va desde el diseño futurista hasta el vestuario de la parte “clásica” creado por Felype de Lima, inspirado en los aguafuertes de Goya, pasando por la iluminación de Carlos Alzueta, los elementos escénicos multiusos, esa mesa laberíntica, que ilustra los diferentes espacios por los que transitan los personajes o el ambiente sonoro de Ricardo Rey que nos envuelve y nos hace sentir el estado gravitacional que hay entre estos dos mundos tan dispares y, a la vez, tan conectados.

Al ver la función uno encuentra pinceladas al gusto. Además de las claramente propuestas por la compañía, uno descubre matices de Blade Runner con esa frialdad de los neones, los ambientes decadentes, con Jamón, Jamon, ese torero desnudo toreando a la luz de la luna a ritmo de Chimo Bayo, Black Mirror, por el reflejo de un futuro terrible, quizás probable, y no tan lejano.

¿Levantará ampollas el tema antitaurino? Posiblemente haya momentos en los que se sientan molestos los que estén a favor de la tauromaquia como los que no porque el director, según nos cuenta, no ha pretendido posicionarse en ningún lado. “No estamos haciendo la función con la intención de molestar a nadie. La gente que vive en círculos personales, construidos con mucha creencia, igual no les gusta ver que los círculos se pueden transcender”. Proyecto Edipo dibuja en escena una historia de creencias encontradas, donde además no existen dos únicos puntos de vista. “La sociedad los contrarios los lleva muy bien, pero ¿qué pasa con la gente que no es ni de uno ni de otro?”.

Mucho donde rascar en este juego de referencias y paralelismos, complejo, descarnado, febril y muy personal que Teatrolab nos presenta en lo que ellos dicen que es el montaje que marca su mayoría de edad.

Texto y fotos José Antonio Alba

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