Al principio, juegan al despiste: ¿Tiene esta obra algo que ver con Rusia? ¿Sucede en Estados Unidos? ¿Importa eso? ¿Qué pintan un uruguayo que habla rápido, un gay catalán o una vieja andaluza en todo esto? ¿Es esto la risa por la risa? A esta última, acabamos respondiendo que no. Porque hay mucho más. Gólosa tiene muchas capas. Habría que verla más de una vez para verlas todas, o eso es lo que entiendo en el coloquio final con la compañía: hay cosas que se me han escapado, pero no soy la única. Que la obra no acabe con el aplauso final, igual que las pelis que no acaban en los créditos, sólo puede ser bueno. Creo que lo más […]