Malquerida es una obra de Jacinto Benavente dirigida por Natalia Menéndez. Con adaptación de Natalia Menéndez y Juan Carlos Rubio, la obra es un grito seco y brutal que nos ata sin remedio a nuestra esencia menos racional. Una tragedia de pasiones ocultas, celos y secretos familiares que se desarrolla en una hacienda rural; una historia marcada por el deseo y la violencia.
Sinopsis
En la hacienda de verano Los Berrocales, están Raimunda y su hija, Acacia, celebrando la pedida de boda de la niña. Al quedar Raimunda viuda contrajo matrimonio con Esteban, que es rechazado públicamente por Acacia. Raimunda vive sin saber que en realidad se ha despertado entre Acacia y Esteban un amor muy profundo que ambos ocultan tras una máscara de hostilidad. Lo peor viene cuando Esteban, ayudado por El Rubio, comienza a deshacerse de todos los hombres que rodean a Acacia, y es cuando en el pueblo empiezan a llamarla Malquerida.
Una madre y una hija. Pero también, dos mujeres enfrentadas por una misma obsesión que domina sus vidas. ¿Es posible calmar nuestros sentimientos, domarlos hasta hacerlos desaparecer? ¿O habrá siempre un resquicio por el que se derramará, irremediablemente, la pasión? Malquerida surge como un grito seco y brutal que nos ata sin remedio a nuestra esencia menos racional. Una historia en la que el amor, el poder, la ambición, el deseo y la violencia se unen irremediablemente, como caras de una misma moneda que, lanzada al aire, puede sorprendernos con su implacable veredicto.
Palabras de la directora
Con motivo de la celebración del centenario del Premio Nobel de Literatura de Benavente, tuve ocasión de leer y releer varias de sus obras. Hice numerosos descubrimientos apasionantes. Me conmovió sobremanera la relectura de La Malquerida. Sentí que quería tratarla.
Mano a mano con Juan Carlos Rubio elaboramos la versión que expresara con profundidad esa revelación. Con el talento de Juan Carlos pudimos ir mucho más allá, por eso hoy es: Malquerida. Nos propusimos una versión donde algunos personajes se perfilarán más, eliminamos otros para centrarnos en la esencia de la tragedia y, con respecto a la forma, preferimos ahondar en la vertiente más poética de la obra. Quisimos acentuar el erotismo que la obra destila, así como el humor y la música como expresión de lo popular, de la raíz, de la tierra.
Una madre y una hija. Pero también, dos mujeres enfrentadas por una misma obsesión que domina sus vidas. ¿Es posible calmar nuestros sentimientos, domarlos hasta hacerlos desaparecer? ¿O habrá siempre un resquicio por el que se derramará, irremediablemente, la pasión? Benavente dibuja con maestría un triángulo amoroso en el que no hay vértices triunfadores, sino esquinas atrapadas en su propia geometría.
Un duro retrato de una época, sí, pero sobre todo de la condición, la humana, difícil de doblegar ante ciertos impulsos. El deseo, carnal en algunos casos y material en otros, atrapa a nuestros personajes, les ciega, les paraliza, pero también les alimenta y da sentido a su existencia y a sus inesperadas reacciones. Como autores del siglo XXI, rescatar un clásico de la dimensión de La malquerida y favorecer que siga caminando por los escenarios de España es un auténtico reto. Por un lado, respetando toda la grandeza de su escritura y la vigencia de su historia. Por otro, despojándole de los condicionantes con que cada época atrapa a sus creadores.
Malquerida surge como un grito seco y brutal que nos ata sin remedio a nuestra esencia menos racional. Una historia en la que el amor, el poder, la ambición, el deseo y la violencia se unen irremediablemente, como caras de una misma moneda que, lanzada al aire, puede sorprendernos con su implacable veredicto.
Natalia Menéndez