Àlex Rigola entiende el teatro como experimentación y el escenario como campo de batalla en el que se plantean nuevos dilemas todos los días. Lo ha vuelto a hacer.
La realidad, aunque sea en crudo, es lo que plantea de forma magistral el elenco conformado por Israel Elejalde, Irene Escolar, Francisco Reyes, Óscar de la Fuente y Nao Albet. Las coincidencias con el mundo real son alarmantes; sala con las luces encendidas, los actores forman parte de la masa llamado público y no sabes donde empieza la ficción y donde acaban los personajes.
La obra adaptada y actualizada de Henrik Ibsen transmite una cierta incomodidad; esa sensación que te recorre como mero espectador cuando ninguna postura es la adecuada en la butaca. La buscas y la buscas. No obstante, aquello que te incomoda está dentro de ti.
El teatro es un lugar donde compartir y, realmente, eso es lo que se plantea. Ver reflejada la vida tal como es, sin fuegos artificiales, pero de forma limpia y directa.
Otra forma de hacer teatro a la que no estamos acostumbrados y que, indudablemente, es arte. Remueve la mente, las tripas y el corazón.