Un galope auténtico y valiente

Carolina África: Equus

Carolina África: Equus
23/10/2022

Equus es un thriller psicológico escrito por Peter Shaffer en 1973. La obra relata la historia de un psiquiatra, Martin Dysart, que asume el reto de tratar a un joven adolescente, Alan Strang, que padece una patológica fascinación sexual y religiosa por los caballos. El dramaturgo inglés se inspiró en un crimen real que involucraba a un adolescente que cegó a seis equinos. El texto es una inquietante historia detectivesca​ que recurre a varios principios del psicoanálisis. Una obra que, sin duda, ha suscitado desde su estreno en la década de los 70 ha suscitado mucha expectación. En España no sería hasta octubre de 1975 todavía bajo el régimen franquista, cuando se estrenó por primera vez una versión española del texto inglés en el Teatro de la Comedia.

Hemos tenido que esperar casi medio siglo para poder disfrutar de nuevo de una de las obras más fascinantes y complejas de la dramaturgia contemporánea, pero la espera ha merecido mucho la pena. Carolina África dirige una versión brillante y auténtica del clásico de Shaffer que mantiene toda la esencia del original, y asume el riesgo de actualizar con acierto y precisión un texto defendido con verdad por un elenco sobresaliente y muy equilibrado en solvencia escénica.

Natalio Grueso ha realizado un ejercicio de adaptación magnífico con una toma de decisiones valientes que ayudan a realzar la vigencia del texto. Ha sabido muy bien dónde actualizar para mantener la conexión con la realidad del público de hoy. La introducción de las redes sociales y la televisión como forma de comunicación principal por parte de la población joven no solo es pertinente por actual en la obra, sino que le añade naturalidad a toda la compleja atmósfera psicológica que rodea a Alan. Pero también es un gran acierto la decisión de conservar otros aspectos que, si bien hoy no están tan generalizados en la sociedad, sí permanecen con la misma intensidad. Es el caso de los padres del joven. El padre impresor y defensor a ultranza de la lectura con un rechazo firme a la adicción tecnológica y televisiva. Y por otro lado, la madre devota con una ferviente fe religiosa. Pues si bien vivimos en una sociedad laica, esto no significa en absoluto que hoy no existan personas con creencias religiosas muy arraigadas.

La dirección es dinámica, ágil con un ritmo mantenido que no da tregua al espectador y va intensificándose según se desarrolla la obra hasta llegar a una parte final emocionalmente catártica. La puesta en escena es otro grandísimo acierto: sencilla y muy eficaz con elementos básicos en constante transformación y a favor siempre del suceso escénico. Todo lo que aparece en escena hace creer y crea verdad escénica. Una gran muestra de ello es la recreación de los caballos, una de las mayores dificultades de este montaje. A este respecto, el trío equino Jorge Mayor, Manuela Paso y Claudia Galán está magnífico: la belleza y el movimiento del caballo está presente y se transmite con mucha naturalidad. La iluminación y el vestuario, con el apoyo concreto del audiovisual, completan una puesta en escena redonda.

Y sin duda este texto necesita de un gran reparto para transmitir su profundidad y grandeza. Lo cumple con creces. Los cinco actores están sobresalientes y hay un equilibrio interpretativo que impregna de fuerza y belleza a la propuesta. Manuela Paso siempre exquisita, tanto en su complejo papel de madre como en el registro más desenfadado de la jueza. Jorge Mayor imprime mucha credibilidad a ese estricto padre y está fabuloso como el atrayente caballo Diamante. La joven Claudia Galán es una gratísima sorpresa. Dota a Jill de una naturalidad entrañable y, aunque pueda parecer que su presencia es menor, es decisiva y con una construcción dramática notable, llena de matices que le hacen destacar como intérprete. Roberto Álvarez asume el desafiante papel del psiquiatra con consistencia, elegancia y mucha vulnerabilidad. El espectador asiste con él a un viaje emocional revelador en el que descubre que haber tratado a Alan ha sido una auténtica lección terapéutica para él. Sería faltar a la verdad no destacar que la mejor decisión de reparto es la elección de Álex Villazán como el joven Alan, personaje sobre el que recae todo el peso dramático de la obra. Álex es pasión, talento y verdad. Desde que aparece en escena te atrapa y consigue que vivas su conmoción de una forma totalmente desnuda y real. Uno de los mejores actores de su generación y el más brillante intérprete nacido de las promociones de LaJoven. Con cada reto interpretativo se crece y especialmente en las producciones teatrales demuestra siempre un magnetismo, credibilidad y solvencia sobresalientes, que le desmarcan del resto de intérpretes de su generación.

Atreverse a galopar con Equus es aceptar nuestro reflejo en el espejo, adentrarnos en un viaje emocional a lo más profundo de nosotros mismos, para preguntarnos y sincerarnos sobre cuán verdadera y plena está siendo nuestra existencia.

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