Shakespeare a mí, a veces, me apabulla. La tradición que lo envuelve, aún más. Sin embargo, Jose Padilla nos propone un juego: imaginarnos ‘El mercader de Venecia’ sin convenciones y de atrás hacia delante.
La adaptación combina el texto en castellano con el texto originario en un perfecto inglés encarnado por Greg Hicks (miembro de The Royal Shakespeare Company), en su papel de Shylock, es decir, el ¿cruel y despiadado? judío. En el reparto, presidido por un imponente Javier Lara en el papel de mercader -medio ¿in?consciente-, destacan la poderosa Natalia Huarte y el enérgico Juan Blanco.
La obra es todo lo que no esperas en Shakespeare pero que apela directamente al espectador de hoy en día. Desde el principio se respira un ambiente de fiesta presidido por baladas italianas, acompañadas por unos audiovisuales y espacio escénico que evocan a esa época entre lo ‘chic’ y lo hortera, obra de Manu Solís, Marta Valverde y Paula Castellano.
Los contrapuntos entre el hoy, el ayer y el querer-ser realmente no están delineados perfectamente sino que se aproximan más a una mezcla de partes segmentadas de un gran relato. Todo ello conduce hacia la prueba de que, ahora más que nunca, las palabras de Shakespeare resuenan en nuestra cabeza. ¿O no es así? ¿Nos rechinan las moralinas que quería transmitir el dramaturgo inglés o nos evocan un futuro que está por venir?
Estos mercaderes invocan al poder del teatro para cuestionarlo. ¿Es todo ficción lo que nos rodea?