Ha terminado la VIII Muestra de Creación Escénica Surge Madrid 2021 y en Teatro Madrid queremos poner el foco sobre los creadores y creadoras emergentes que fueron seleccionados para mostrar sus piezas en esta edición.
Cuando les preguntamos sobre su experiencia en Surge Madrid 2021, todos coinciden en que se sienten muy agradecidos por poder tener un espacio donde visibilizar su trabajo. La compañía Colectivo Trance opina que «la organización ha sido estupenda y nos han tratado muy bien. Muy atentos con el desarrollo de la actividad. Nos hemos sentido arropados». Mudanzas López añade que «hay muchos creadores que utilizan el festival no solo como lanzadera de sus proyectos sino como un espacio donde la investigación dentro de sus compañías es posible».
No obstante, todas las compañías coinciden en que se les hizo muy corto: «ha sido muy intenso tener que organizar y montar todo el espectáculo en pocas horas para ser representado solo una vez. Nos encantaría poder mostrar nuestra obra más veces», nos cuenta ConClave Teatro. Además, muchas de ellas comentan la dificultad con la que se enfrentan a la hora de llevar sus proyectos adelante. Nos lo explica Quemar las Naves: «el panorama es bastante precario y difícil, especialmente para las compañías emergentes. Las salas alternativas abundan; pero escasean el tiempo, el espacio y el dinero. Por ello, el Surge ha sido como un oasis en el desierto: hay visibilidad, una infraestructura sólida, un equipo dedicadísimo, una pequeña ayuda a la producción y, sobre todo, la liberación de no tener que preocuparse por la taquilla».
Conocemos a los artistas y a las compañías emergentes
Mudanzas López
¿Cómo empezó vuestra trayectoria como compañía?
Adrián Perea y yo nos conocimos en la RESAD y allí estrenamos un espectáculo juntos. Aunque la primera vez que nombramos Mudanzas López fue en la escuela, comenzamos a trabajar como compañía por primera vez en 2020 con Ahora que nos dejan hablar, que estrenamos de refilón en plena pandemia en el Corral de Alcalá y con el que pudimos participar en varios festivales (Certamen Off de Almagro, ClasicOff y Festival Sala Joven). Esta versión de El coloquio de los perros de Cervantes nos sirvió para reivindicar el trabajo de los jóvenes y aprovechar las primeras oportunidades en esta profesión.
¿Qué temas y lenguajes escénicos tenéis más interés en seguir explorando?
Especialmente nos interesan los temas que vivimos en nuestro día a día y, aunque a simple vista pueda parecer que solo son problemas de los jóvenes, de una forma u otra nos tocan de lleno sea cual sea nuestra edad. El desempleo o la identidad sexual, de lo que hablan nuestros dos últimos espectáculos, son temas transversales en todas las generaciones. Sin embargo, sea el tema que sea, nos interesa tratar el drama del mundo a través del humor. Entendemos que es la mejor medicina y que, incluso, hay una suerte de placer cuando alguien te hace reír y esa risa te lleva a la reflexión.
Colectivo Trance
¿Cómo empezó vuestra trayectoria como compañía?
Nuestra andadura como compañía de teatro contemporáneo comienza con la selección en 2019 de Antología de la Rabia, dentro del V Festival de la teatralidad ESSENCIA, que organiza Cuarta Pared (Madrid) y comenzando el 2020 programados en Nave 73 (Madrid).
Colectivo Trance está formado por Elena Santos y Juan Asego, ambos codirectores artísticos de la compañía. Nace de la necesidad de generar un tejido de artistas de distintas procedencias y disciplinas en busca de nuevos lenguajes escénicos apoyados en un trabajo estético e intermedial y haciendo de la «poeticotidianeidad» la base de nuestras propuestas.
Abordar temas que susciten preguntas y no encontremos respuestas, nos sitúa en un mundo universal y a priori reconocible por todos. Trabajamos como dramaturgos y directores de la compañía. Además, Elena desarrolla la actividad de diseño y técnica en iluminación y Juan de intérprete y movimiento.
Actualmente, la compañía esta siendo objeto de investigación por la doctora Cristina Vinuesa (UCM), siendo la precariedad de las compañías contemporáneas emergentes epicentro de su estudio, perteneciente a la Universidad Sorbona de París.
¿Qué temas y lenguajes escénicos tenéis más interés en seguir explorando?
De un tiempo a esta parte nos encontramos investigando cómo encontrar un equilibrio entre los procedimientos del teatro contemporáneo y los resultados del teatro convencional, comercial. Después de un tiempo trabajando con lenguajes que tienen que ver con nuevas formas de expresar y contar, nos encontramos que las piezas que construimos no tienen un gran recorrido porque los circuitos o espacios donde desarrollan este tipo de programación son escasos y las condiciones muy precarias.
Actualmente nos encontramos en fase de preproducción de BIZARRAS, una intervención de Las Bizarrías de Belisa, de Lope de Vega con la cual pretendemos abrir una nueva línea que explorar sobre textos clásicos intervenidos. Destruir para crear. Paralelamente seguimos con la distribución de Después del Ruido, nuestro trabajo en Factoría Jarana, y la creación de Canta. Y no llores; proyecto que está desarrollando Elena Santos en el segundo año del Taller de Dirección Escénica de Carlos Tuñón en el Umbral de Primavera y Entre Pámpanos y Cascabeles que expone la masculinidad hegemónica VS nuevas masculinidades, por Juan Asego. Ambas propuestas se encuentran dentro de la línea trabajos contemporáneos de la compañía.
Quemar las Naves
¿Cómo empezó vuestra trayectoria como compañía?
Itziar Manero y yo ya nos conocíamos de la Escuela Nave 73, habíamos trabajado muy bien juntas y de hecho somos amigas. Pero Quemar las Naves nació en un autobús en otoño de 2018. Estábamos haciendo un laboratorio del Pont Flotant en San Lorenzo de El Escorial y en los viajes hablábamos de muchas cosas, de los lenguajes teatrales que más nos interesaban en ese momento (como el teatro inmersivo y no convencional) y, sobre todo, de música. En concreto, de Patti Smith y Cancer Moon, una banda bilbaína de los noventa. Como Itziar Manero es de Bilbao y yo me siento muy unida a esa ciudad, el grupo nos empezó a interesar cada vez más. Ahí se gestó la que, con el paso del tiempo y un par de works in progress, sería nuestra primera pieza, Éramos unos niños que escuchaban música en su cuarto (estrenada en DT Espacio Escénico en enero de 2021). Para abreviar, entre nosotras solemos llamarla ÉNEMC.
Ese mismo año, empecé a trabajar en el solo que nos ocupa, Bob o Nunca nadie: La questione del consenso, cuyos works in progress han pasado por el festival Versión Original, el festival Iguales de Nave 73 y ahora por Sala Tarambana en Surge Madrid. El 26 de este mes presentaremos otro work in progress (claramente, nos gustan) de 20 minutos en la Noche Scratxe de Sala Baratza, a la que tenemos un cariño muy especial porque es donde actuamos por primera vez como Quemar las Naves.
Paralelamente, Iara Solano y Carlota Gaviño nos invitaron a un festival de compañías emergentes en el Teatro de la Abadía, [feria], que tuvo lugar este junio. Nos dio la oportunidad de crear Greatest Hits, una pieza sin intérprete para un espectador en espacio no convencional a la que teníamos muchas ganas y que es como la hermana pequeña de ÉNEMC. Es posible que dentro de poco pueda volver a verse.
Mirando atrás, sentimos que hemos recibido mucho amor y somos unas afortunadas.
¿Qué temas y lenguajes escénicos tenéis más interés en seguir explorando?
Como temas, ahora mismo Itziar Manero está muy interesada en la memoria histórica y social vista desde una perspectiva de género. De hecho, el año que viene mostrará una obra propia llamada Memoria. En Quemar las Naves, seguimos con Bob, pero ya nos bulle como posible tema de trabajo a futuro lo que yo llamo «la inutilidad del teatro».
Hasta ahora hemos trabajado con nociones del teatro-documento, la autoficción, la performance… Algo concreto de cara al futuro es que queremos preparar una pieza duracional, por ejemplo.
Sin embargo, como Quemar las Naves es reciente, nos gustaría desarrollar una práctica personal. También queremos conocer escenas más contemporáneas (Barcelona, Bélgica…) para empaparnos de nuevos lenguajes en los que sentimos que podemos encajar más y de otras formas de gestión cultural, más allá de la mera exhibición.
Isabela Rossi y Miguel Glez
¿Cómo empezó vuestra trayectoria como compañía?
Durante años fuimos compañeras de estudio y sucesivamente de trabajo para otras creadoras. Aunque siempre estuvo presente el deseo, la cuarentena fue un punto de inflexión. En la primera semana que pudimos salir a la calle, compramos una libreta y empezamos a co-crear en una cafetería de Lavapiés.
Surge Madrid 2021 fue la experiencia idónea para que se produjera, en nuestro caso, primer estreno de obra larga. Nos gustaría destacar el cuidado y la libertad por parte del equipo de La Nave 73 permitiéndonos disfrutar al máximo de su espacio y de la experiencia. Al igual que anteriores ocasiones en las que hemos participado como intérpretes en Surge Madrid, la conclusión es positiva y enriquecedora. Sin duda un escaparate para las artistas de la escena alternativa de Madrid.
¿Qué temas y lenguajes escénicos tenéis más interés en seguir explorando?
Entendemos que como artistas del movimiento, co-creando estamos empezando un camino nuevo. Ahora, enfocamos nuestra energía en crear una estructura estable, un espacio seguro, una piscina a la que poder lanzarnos a investigar las inquietudes que nos surjan durante el camino que estamos emprendiendo. Desde este lugar apoyándonos en las artes vivas del movimiento podremos profundizar e investigar en nuestros cuerpos y pensamientos.
Julia Nicolau
¿Cómo empezó tu trayectoria como creadora?
La primera pieza que dirigí fue en Londres como disertación de mis estudios en Rose Bruford College. Más adelante creé la pieza Bloqueo como mi trabajo final de la RESAD. Recibí una beca para estudiar el Máster de Danza Contemporánea de CWRU en EEUU y allí comencé a crear mi primer trabajo en solitario Desaparecer en Tres Actos que presenté en diferentes festivales e instituciones como Internationales Solo-Tanz-Theatre Festival en Alemania, Centro Coreográfico de La Gomera, SoloDos En danza Ourense y Mediterranea 19 Biennale de Republica de San Marino, entre otros.
¿Qué temas y lenguajes escénicos tienes más interés en seguir explorando?
Actualmente estoy desarrollando las labores de coreógrafa e intérprete en una de las nuevas producciones del ETC de Cuarta Pared y el Goethe-Institut, en la cual investigamos sobre la traducción a un lenguaje físico de una de las obras de Roland Schimmelpfening.
También con el colectivo La Ruka estoy trabajando en la pieza Tirad la Siembra por la Ventana del FMI, un proyecto que contemplo como una conversación entre el texto, el movimiento y las artes plásticas. Mi objetivo es utilizar estas disciplinas artísticas como herramientas de transformación social y, en esta creación en particular, aplicarlas a la problematización del sufrimiento psíquico.
Por otro lado, junto con Javiera Paz y Arthur Bernard Bazin, estamos trabajando en nuestra primera creación en conjunto DesRoutes. Una exploración donde desmenuzamos los principios del Contact Improvisation para posteriormente volverlos a articular como mecanismos físicos de supervivencia. Una pieza en la que a través del humor construimos partituras del movimiento donde la conexión con el público es fundamental.
ConClave Teatro
¿Cómo empezó vuestra trayectoria como compañía?
Nuestro viaje como compañía empieza en 2018 con nuestro primer montaje llamado Hoy es Ahora. Este montaje fue el pretexto para unir fuerzas, probar nuevos lenguajes e intentar dar el paso de la escuela hacia el mundo profesional. Todos los miembros de la compañía hemos estudiado en la RESAD adquiriendo por una parte un vocabulario común a la hora de crear, un espacio seguro para experimentar y por otra parte, ganas de romper formas establecidas y encontrar nuestro propio camino.
En 2019, se estrenó nuestro segundo montaje, En medio del súper me dio por bailar. En esta obra el estilo de nuestro trabajo se concretó: teatro físico mezclado con momentos más performativos y un juego permanente entre la tragedia y la farsa y surgió la necesidad de hablar de temas contemporáneos, temas que nos preocupan en este momento, como por ejemplo, el capitalismo y cómo afecta a diversos aspectos de nuestras vidas.
Nuestro tercer montaje, Like Me, nace como la tercera parte de esta trilogía con una temática común y de un género que nos gusta llamar «distopías pop», obras llenas de confeti, luces LED y melodías pop, pero sin final feliz.
¿Qué temas y lenguajes escénicos tenéis más interés en seguir explorando?
Queremos seguir experimentando en la línea del teatro físico y la performance, la palabra de-construida, jugar con la plástica y mezclar cualquier otra disciplina artística nos parece interesante. Trabajamos intentando definir nuestro propio lenguaje pero no tenemos miedo al jugar con libertad y redefinirnos en cualquier momento. En el próximo montaje vamos a seguir investigando la misma temática: cómo el capitalismo afecta nuestras vidas, tema que por desgracia, es inacabable.
En futuros proyectos seguiremos abarcando distintas problemáticas contemporáneas pasadas siempre por nuestro filtro artístico y personal, temas que nos mueven y con los que creemos que podemos hacer vibrar a las personas que nos acompañan en los distintos viajes por donde navegamos.
Reportaje: Andrea Garriga González / @andrea.garriga