Una enorme bandada de pájaros abandona la casa sobre el cielo gris. Son pájaros diversos que vuelan juntos. Esta es la fotografía de Javier Campano, que se ha elegido para ilustrar el cartel de la 39º edición del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Según Alberto Conejero, director del festival, se trata un homenaje a la pasada edición, que fue un ”ejemplo de la voluntad conjunta por permanecer juntos, por proteger, aun en las circunstancias más adversas, un arte tan frágil y poderoso como es el teatro”. Ahora, superara la etapa más difícil, llegan otras preguntas como “cómo y desde dónde vamos a construir” o “quiénes podemos llegar a ser al poner de nuevo unos cuerpos junto a otros”.
Este encuentro cultural, una de las citas más importantes para el teatro madrileño, tiene lugar del 11 al 28 de noviembre en 19 espacios diferentes, once dentro de la ciudad y ocho en otros municipios de la región. Angélica Liddell, Dimitris Papaioannou, Mal Pelo, Romeo Castellucci, Guy Cassiers o Pablo Messiez son algunos de los nombres que mostrarán sus propuestas en esta edición.
La compañía belga Peeping Tom es la encargada de subir el telón de este festival. Por sus tablas pasarán compañías nacionales pero también griegas, argentinas, italizana, libanesas, chilenas, fracesas y inglesas. La creación híbrida, el teatro físico, el teatro de objetos y la danza se alterna en esta 39º edición.
Dentro y fuera de la M30
Uno de los objetivos principales de festival es descentralizarse cada vez más. Por este motivo, sus propuestas viajarán a un total de 19 espacios. Siete fuera de la ciudad como el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, el Teatro Carlos III de Aranjuez, el Teatro Municipal de Coslada, el Centro Comarcal de Humanidades Sierra Norte de La Cabrera, el Teatro Mira de Pozuelo de Alarcón, el Teatro Jaime Salom de Parla y el Teatro Auditorio y el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial.
Dentro de la ciudad son once los espacio que se unirán a este festival: los Teatros del Canal, el Teatro de la Abadía, la Sala Cuarta Pared, el Teatro Pradillo, Réplika Teatro, la Sala Mirador, Teatro del Barrio, la Nave 73, el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, la Casa Encendida y el Centro Cultural Paco Rabal.
El cuerpo como signo central de la existencia
De este concepto parten varios de los espectáculos de esta edición, que indagan sobre sus posibilidades poéticas, filosóficas y estéticas desde el teatro físico, la danza o la performance. Destacan Tríptico de Peeping Tom, Higlands de Mal Pelo (coproducción de Festival); Larcen C. de Christos Papadópulos; Cuerpo de baile de Pablo Messiez, Piano Works Debussy de Lisbeth Gruwez y Claire Chevalier; la colaboración con La Casa Encendida After all spring ville de Miet Warlop, El hermoso misterio que nos une (coproducción del Festival) de Jesús Rubio Gamo; Pinocchio de Babilonia Teatri, Criaturas del desorden de Elena Córdoba o en Los inescapables Alpes de La Chachi.
También es uno de los objetivos de este festival el construir un diálogo entre la contemporaneidad y la tradición, valorar la herencia y el vínculo, y en esta línea encontramos propuestas como Transverse Orientation de Dimitris Papaioannou (coproducción del Festival), Terebrante de Angélica Liddell, Antigone in Molenbeek y Tiresias de Guy Cassiers, Imprenteros de Lorena Vega o Fedeli d´amor de Teatro delle Albe.
El festival profundiza también en las amenazas y retos del mañana que arrastra cuestiones como la crisis climática, la precariedad laboral el ascenso de los totalitarismos. Ante el interrogante planteado por Conejero «¿quiénes seremos allá donde nos dirigimos?» surgen propuestas como Bros de Romeo Castellucci, Paraguay de Lucía Marciel y Paula Grinszpan, Fairfly de La Calórica, Tú amarás de Bonobo, ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? de Andrea Jiménez y Jinete último reino de María Salgado y Fran Cabeza de Vaca.
Redacción