María Velasco: «Como masa a veces perdemos todo lo que de maravilloso tiene el ser humano».

José Antonio Alba

Escenas de Caza, recién estrenada en el Pavón Teatro Kamikaze, es un retrato de cómo el miedo, la masa y la rumorología nos hace perder la racionalidad como individuos. El acoso, el escarnio, el bullying retratados desde el lado más siniestro de nuestra sociedad y del sentir popular. Un pueblo en fiestas, un recién llegado y las habladurías serán el detonante de consecuencias nefastas que esta segunda producción que Malditos Compañía pone en pie bajo las órdenes de Alberto Velasco tras el éxito que supuso Danzad Malditos – Premio MAX 2016 como Mejor Espectáculo Revelación –

La dramaturga y directora María Velasco se ha unido al proyecto para poner en pie Escenas de Caza, función que parte en su idea inicial del libreto de Escenas de Caza en la Baja Baviera de Martin Sperr y de la película dirigida por Peter Fleischmann para ofrecernos un nuevo e impactante espectáculo que no dejará indiferente a nadie.

Teatro Madrid.- ¿Por qué Escenas de Caza como segundo proyecto de Malditos Compañía?

María Velasco.- A mi Alberto me llamó para que fuera pensando en El Ángel Exterminador, pero como en ese momento ya estaba en marcha la producción del Español, cambiamos de idea radicalmente a Escenas de Caza en la Baja Baviera.

TM.- Escenas de Caza, como ya sucedió con Danzad Malditos, no es una propuesta al uso, y por lo tanto su gestación tampoco lo habrá sido, ¿verdad?

MV.- Alberto plantea mucho entrenamiento físico, coreografías; cómo generar la sinergia del grupo desde lo físico. Trabajó con músicas que ya no están en la pieza, pero sí que generaron un clima y un estado de ánimo; músicas verbeneras de su pueblo, letras de folclore que son súper crueles y que uno no se para a escucharlas y entonces, a partir de ese material y de lo físico, yo también empecé a hacer muchos juegos de improvisación verbal. A partir de ahí es desde donde comenzamos a generar material para partir de la película y hacer otra cosa diferente.

TM.- ¿Cómo es trabajar en un laboratorio de creación juno a los Malditos Compañía?

MV.- Yo les digo que son como el ejército de Mishima, no tienen problema en desnudarse, en probar con una acción física más descontrolada, creo que es gente que está muy dispuesta a poner la carne en el asador. Creo que es cuando un laboratorio es interesante, si no, vamos a lo consabido.

Alberto nunca va a hacer un trabajo de mesa. A mí como escritora me pone mucho ese desafío, que primero sean los cuerpos los que adquieran una memoria. Eso hace sentir la palabra casi como un gusto parlante. Siento que no hay una manera única y hay muchas maneras de enfocar la escena. Estas etiquetas reduccionistas “Teatro de texto” ¿qué texto? Como nos enfrentamos a él, hay muchos teatros de texto muy diferentes.

Había muchas ideas que eran previas, muchos juegos escénicos, dispositivos que habían surgido en el laboratorio y que funcionaban, el reto era fijarlos en el texto y en la propuesta sin que perdieran la espontaneidad y la frescura. Para mi recuperar el componente festivo en el teatro es fundamental

TM.- ¿Qué nos puedes contar sobre Escenas de Caza?

MV.- Escenas de caza tiene una estructura de fiesta de provincia con cosas super arcaicas como la elección de los reyes, la comilona grupal, con cosas super profanas o muy pop. Es una obra dura. Es ese tipo de casos donde la realidad, aunque sea un tópico, nos supera constantemente en temas como el acoso o el bullying.

TM.- Escenas de Caza posee una visión realmente aterradora de las reacciones de la masa, del comportamiento colectivo. Una mirada al lado perverso de lo popular.

MV.- Lo que intentamos en esta obra es que te sientas parte del grupo y que al principio incluso quieras formar parte de ese pueblo y sumergirte en esa fiesta, tomarte un mini y bailar en la verbena y comerte un bocadillo cuanto más caníbal mejor, de chistorra o panceta, y que luego te reconozcas entre ese grupo de los agresores.

La visión de la fiesta es desde un sitio donde se disuelven las barreras de clase y algo nos une. Un instinto reprimido que aflora en las fiestas que, a veces, en los callejones o en los portales toma formas monstruosas y piensas “Hay algo que falla” porque cuando es un individuo, puedo pensar que es una psicopatía o una patología, pero cuando es un grupo me dice que hay otra cosa detrás, que realmente tenemos algo oculto, que es siniestro y que hay que hacer un trabajo a través de la educación, de la cultura, para mantener en el instinto aquello que es positivo y hermoso y lo otro anegarlo.

TM.- Todos somos víctimas y depredadores en nuestra sociedad, ¿Crees que las redes sociales, la forma de estar expuestos, nos convierte cada vez mas en una jauría descontrolada?

MV.- Nosotros estuvimos pensando y viendo noticias y fue escalofriante ver que hoy en día, a la violencia, se suma el móvil. No es que sea sólo el acoso o el abuso, es que luego se reproduce, te vas a tu casa y ni siquiera puedes descansar para curarte las heridas. A la crueldad, a la violencia, se ha sumado esa tecnología que te permite loopearlo. Cada día es como que se sofistican más esas técnicas de crueldad. Como masa a veces perdemos todo lo que de maravilloso tiene el ser humano.

TM.- Pienso en la estupenda acogida que han tenido programaciones como la de esta temporada en Teatros del Canal o Matadero, ofreciendo nuevos lenguajes, arriesgando, ¿podría situarse Escenas de Caza ahí? ¿Es un buen referente para recibir ahora Escenas de Caza?

MV.- Cuando traen referentes que me puedan interesar más, porque más allá del teatro de texto implique otro tipo de lenguajes o disciplinas artísticas, yo solo puedo tener gratitud por la contaminación. A mí me gusta mucho contaminarme, es el arte que admiramos y que modestamente intentamos emular sin tener grandes presupuestos.

Recuerdo el caso de Rodrigo García cuando le programaban en Cuarta Pared o Pradillo y solo iban doce personas a ver sus montajes, después empezaron a venir programadores de fuera que reconocen el valor de eso y es cuando se le ha dado una oportunidad en los grandes teatros nacionales. Quizá nuestros ojeadores o programadores debieran estar más vivos y dejarse ver por espacios que no son los públicos o que no son los grandes teatros. Para mí esa es la verdadera gestión cultural, no esperar a que te lo vengan a contar. Yo creo que están pasando cosas interesantísimas.

TM.- ¿Ahí es quizá donde sale un poco nuestro complejo nacional de inferioridad?

MV.- Yo no sé si hay nacionalidades en el arte, si que creo que muchas veces tienen que venir de fuera a decir que algo local es bueno para que aquí nos lo creamos y le demos una oportunidad. Yo no creo que seamos peores, ha faltado gestión cultural que es un engranaje que no se hace de un día para otro, ha faltado riesgo, siempre hemos ido a la zaga y ha faltado educación en las escuelas.

El teatro público que tiene que posicionarse. Por ahí es donde está la responsabilidad pública de decir qué protejo, qué potencio, para diversificar porque si no es imposible competir con determinados gigantes.

TM.- Y si se lograra, ¿cómo crees que reaccionaría el público? ¿Mostraría interés?

MV.- Yo creo que el público es un ente abstracto, decir público es como no decir nada. Yo creo que el público es algo en lo que se amparan los programadores, en decir “Qué le gusta al público o qué no le gusta” para decir qué les gusta a ellos. El público es un montón de individualidades. Si yo pensase en gustar al público, me agobiaría un montón. ¿Qué si ma gusta gustar? ¡Pues claro! Me gustaría enamorar a todo el mundo, pero la aspiración es más modesta, es tocar a un individuo y de ahí… ¡Es como el cristianismo, que nació en las catacumbas!

Texto y fotos José Antonio Alba

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