Con Íñigo Guardamino hay que romper los cuestionarios y olvidarse de las entrevistas al uso; lejos de resultar frustrante para el interlocutor, lo hace todo mucho más estimulante. Es divertido ver cómo, sin grandes aspavientos, se desliza a través de las preguntas, va y viene a golpe de ocurrencia y da frenazos en sus respuestas para reflexionar en voz alta o contar anécdotas que rozan el surrealismo y destilan buen rollo. Lo mejor es entregarse a la conversación y disfrutar, eso está garantizado.
Dejar que Íñigo sobrevuele la entrevista permite que saboreemos la esencia de ese fabuloso universo plagado de imágenes, ideas y referencias que salen a borbotones. En el momento que uno se descuida, los Chemical Brothers se mezclan con una anécdota de alguna de sus funciones o una palabra le lleva hasta Arvo Pärt y su Tabula Rasa e incluso aparecen los Pet Shop Boys “Son los putos amos”, dice, como ejemplo del humor del que a él le gusta impregnar su trabajo.
En estos días Guardamino recupera Este es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte, su más reciente creación. Una comedia negra de tierra quemada, como él mismo la ha calificado. Será el escenario de la Sala Mirador donde las historias, aparentemente inconexas que pueblan la función, volverán a cobrar vida a través de Natalia Díaz, Sara Moraleda y Rodrigo Sáenz de Heredia, creando una nueva criatura, caldo de cultivo para la reflexión.
CUENTOS ASOMBROSOS Y NEGROS, MUY NEGROS
Unos padres con un bebé mitad humano mitad dingo, una niña que entabla una relación muy especial con el Cuerpo de Cristo, unos novios que planean una boda a la altura de su amor, un viudo con problemas con los planos del video-recordatorio del funeral de su esposa y el absoluto fanatismo con el que vive un ciudadano de la República Popular Democrática de Corea del Norte serán los pasajes por los que transitaremos, llenos del sentido del humor cáustico e irreverente marca de la casa, que a más de uno hará llevarse las manos a la cabeza “No me censuro a la hora de contar una historia. Tiendo al humor negro y normalmente contar una historia complicada sin meterlo, me es difícil. Podría hacerlo, pero escribo lo que me gusta ver” explica Íñigo “Yo quiero contar una historia, pero no pienso en ‘Esto no lo voy a poner por si molesta’”. Así ha sido siempre, desde Huevo o la inclasificable Vacaciones en la inopia con la que estuvo nominado al MAX como autor revelación, pasando por Castigo ejemplar Yeah! o la lisérgica Solo con tu amor no es suficiente.
JUGAR A DESCUBRIR REFERENTES
Adentrarse en su teatro es jugar a descubrir las referencias que le cosquillean en su imaginario “Me cogen muy pocas porque son muy bizarras, pero me hace ilusión cuando las pillan. A mí me gusta mucho la mezcolanza, incluso en los géneros, pero claro, como muchas veces trato temas bestias, y me río, suelen salirme comedias negras. Aunque más que comedia negra es ironía». Guardamino mira con humor situaciones nada fáciles, por sus contenidos, que definen su estilo “Siempre me han gustado desde las películas de Aterrizas como puedas, el surrealismo, la mala leche española o lo ‘Berlanguiano’. Tengo un montón de influencias, en música también me gustan mucho las letras de humor negro, la gente que juega con el lenguaje… O los japoneses, que son más solemnes, pero al final parece que son todo muerte, destrucción y sexo chungo”.
Aunque así dicho parece que entrar en su territorio no es apto para cardiacos, el buen ambiente es el sentimiento que reina en su forma de trabajar “Hacer ‘Corea’ está siendo una gozada. Antes de la función estamos haciendo el payaso. La gente se divierte, eso no se disimula y creo que eso se transmite. En los ensayos de esta vuelta, ha habido momentos de no poder parar de reír”, le preguntamos si ha habido muchos cambios desde el estreno la temporada pasada en Nave 73 a lo que vamos a ver ahora en La Mirador “En texto no porque lo que está ya estaba, pero los actores ya tienen mejor los personajes y también tienen cogido el tono. Si es cierto que es complicado para ellos porque tienen tropecientos cambios de vestuario y de una escena a otra, apenas tienen tiempo para cambiarse, pero incluso de esas dificultades salen ideas”.
AUTOR Y DIRECTOR. UN DOS EN UNO.
Hablando sobre su forma de trabajar, le preguntamos si es celoso de su obra o permite que haya cambios “Doy bastante libertad al actor. Le doy las pautas y no me gusta machacar mucho las escenas. Cuando tienen el concepto de que va la escena, ya está. No soy “buerovallejista” de respetar hasta la última coma, si se comen algo importante, se lo digo, pero incluso hay veces que se quedan cosas que no estaban en el libreto. Los ensayos cambian mucho las obras porque el teatro no puede pecar de densidad. Por ejemplo, “Corea” adelgazó un 10% o 15% en los ensayos porque hay cosas que no funcionaban por ritmo.
No soy de revisar, pero sí doy pasadas al texto hasta que me gusta lo que pone. Lo que me dicen es que escribo por capas. Vomito una primera versión, un poco de estructura, luego voy pasando, frase a frase, palabra a palabra, metiendo cosas”, pero nos confiesa que es consciente de que sus textos no son tarea sencilla para los actores “sufren por la forma de escribir que tengo, porque son complicados a la hora de ser memorizados y dichos”.
EL DIRECTOR QUE NUNCA CHILLA
La filosofía de trabajo de Guardamino transmite armonía y propicia un terreno cómodo para la creatividad “Me gusta mucho que los actores propongan, si funciona mejor que lo mío, fenomenal. Esa idea de que para sacar lo mejor tienes que amenazar a mí me parece que es un rollo que solo sirve para maltratar a otras personas o ejercer fantasías de dominio. A veces, siendo así, consiguen actuaciones maravillosas, pero yo creo puede ser igual de maravilloso si el actor o la actriz no vuelve a casa llorando” Nos cuenta que algunos actores, sorprendidos, le han preguntado que en qué momento les iba a chillar y él se jacta de no haberlo hecho nunca, pero todos sabemos que los ensayos a veces se tensan, ¿cómo se maneja esa situación? “Soy más de cortar el ensayo y mandar a la gente a casa a descansar. La gente viene de otros trabajos, de audiciones, muy pocos hay que se han levantado exclusivamente para venir directos a ensayar. Hay que respetarles y saber que todos arrastramos cosas del día. ¿Para qué gritar? Nadie tiene porqué aguantar eso. Yo prefiero que haya buen rollo y respeto. No hace falta convertirnos en grandes amigos, con el respeto profesional y el compromiso ya vale”.
UN EQUIPO DE TRABAJO HABITUAL
Mirando el equipo del que Guardamino suele rodearse, uno ve que los nombres se repiten montaje tras montaje “Dicen que cuando diriges, eres una amalgama de frustraciones, por eso te rodeas de cierta gente y yo repito mucho con la misma gente. Evidentemente, si tuviera algo en la cabeza que no encaja con quien trabajo, haría algunos cambios puntuales, pero si te responden…” además de actores, hay nombres como el del músico David Ordinas que no falla a las citas con el teatro de Íñigo “David es el puto amo, es una máquina. Le das cuatro pautas y te saca una canción” o Pablo Martínez en las ayudantías de dirección “A Pablo lo conocí por Juan Mairena, era su ayudante en Cerda. Le propuse trabajar, pensé que no podría, pero se unió” y resulta que en muy poco tiempo, el propio Pablo Martínez estrenará como director para la RESAD uno de los textos de Guardamino: El año que mi corazón se rompió “Me la han hecho tres veces, pero siempre lecturas dramatizadas. En Canarias, en Bilbao, con Sara Luesma y Chema Trujillo, y en Madrid montada por Raquel Camacho, pero es la primera puesta en escena ¡Y mira que es el texto más convencional! Dice Pablo que es la que más se acerca, con sus toques, a una obra convencional que no tiene disgresiones, ni gente que folla con santos como Vacaciones en la Inopia… Aunque ya me ha dicho que hará cortes y cambios. Fui a la primera lectura y no he vuelto, voluntariamente, porque es su versión”.
¿EL HOMBRE TRANQUILO?
Íñigo Guardamino es un tipo aparentemente tranquilo, no queda nada para el estreno de Este es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte y se le ve dueño de la situación, pero sabemos que esa es la primera impresión, la que todos vemos y que, como buen director y autor, permanece alerta de lo que pueda suceder con su retoño “Prácticamente asisto a todas las funciones para apoyar. Pocas han sido las que no he podido estar. Meto los audios, o hago las luces cuando no son muy complejas. Sé que debo molestar mucho porque cuando estoy ahí arriba, tras la mesa, debo ser como un Chemical Brother haciendo gestos a los que están en el escenario” y bromea con los comentarios tras los estrenos “hasta el cuarto ‘me ha encantado’ no me lo creo” y es que la preocupación siempre permanece, es tiempo y esfuerzo invertidos que ahora toca exponer ante el público “A la gente le puede parecer una mierda, pero es tu mierda”.
Texto José Antonio Alba
Foto Íñigo Carmen Prieto Remón