Han pasado tres años desde que se constituyeron como compañía y decidieron recuperar un proyecto nacido en Sevilla diez años antes: Las Princesas del Pacífico. Desde entonces, José Troncoso, Alicia Rodríguez y Belén Ponce de León, junto a Kike Gómez al frente de Padam Producciones, no han parado de recorrer la geografía española, embarcados en un crucero de placer -tanto para la tripulación como para los sorprendidos viajeros- que ahora les trae de nuevo a Madrid, concretamente al Teatro del Barrio, donde recalarán desde el 8 al 23 de septiembre, para continuar después con su gira.
Con este doble motivo, su tercer aniversario y la vuelta a Madrid de una de las obras con mayor éxito de crítica y público de los últimos años -dos candidaturas a los Premios Max y Premio Escenarios de Sevilla a la mejor actriz para Alicia Rodríguez y Belén Ponce de León- Teatro Madrid ha aprovechado la ocasión para charlar con su flamante y feliz tripulación.
Teatro Madrid.- Tres años, más de 170 funciones y lo que os queda.
José Troncoso.- En eso estamos, de hecho seguimos de gira con Princesas, compaginándola ahora con el montaje de Lo nunca visto, con el que hemos estado ahora en Caracas y, por supuesto, hasta que el público nos siga reclamando.
Belén Ponce de León.- La verdad es que yo me imagino perfectamente haciendo esta obra con setenta años porque, desde el sitio donde están tratados los personajes, la podemos seguir haciendo siempre.
Alicia Rodríguez.- No nos cansamos nunca, no ha habido una sola función que no nos haya apetecido hacerla. Siempre está viva, sobre todo por la forma en que se ha trabajado desde la dirección y la creación. Y es un gustazo, la verdad.
TM.- Y eso que ya lleváis unos cuantos años con este proyecto.
JT.- Bueno, este proyecto nació en Sevilla hace catorce años, cuando ni siquiera éramos compañía. Pero, no fue hasta 2015, cuando nos dimos cuenta de que era el mejor momento para recuperarlo, sobre todo por la ola de desahucios y el contexto económico y social que estábamos atravesando.
TM.- Y fue entonces cuando se incorporó Belén.
JT.- Sí, inicialmente estábamos Alicia, Sara y yo, pero por motivos personales, Sara no pudo continuar en el proyecto. De todas formas, hacía tiempo que yo le había echado el ojo a Belén, a la que conocía como actriz, pero no demasiado bien a nivel personal. Así que la invité a un cumpleaños, para ver cómo se desenvolvía en sociedad (muchas risas).
B.L.- ¡Pero es que es verdad!
JT.- Y después de esa prueba, le dije a Alicia que había encontrado a Lidia, la Princesa que nos faltaba.
AR.- Yo no la conocía, pero recuerdo que en aquella fiesta nos reímos mucho, y eso que ignoraba completamente los planes de Troncoso.
JT.- Era un secreto, algo que llevaba mascullando durante años. Queríamos volver, pero no podía ser con cualquiera, tenía que ser una persona que quisiera subirse a ese carro, con una sensibilidad muy concreta, que fuera permeable y que tuviera escucha. Hay gente que está pensando la respuesta antes de que el otro termine de hablar, y eso no sirve para el teatro. En el teatro tienes que escuchar, procesar y luego hablar, y eso Belén lo hacía muy bien.
TM.- Y así surgió La Estampida.
JT.- Sí, aquél era un nuevo inicio y fue cuando decidimos ponerle un nombre. Teníamos un nuevo concepto, una nueva forma de trabajar e incluso el inicio de un nuevo lenguaje. Ya no éramos los mismos, ni teníamos los mismos conocimientos que antes. Así que, cuando retomamos Princesas, el montaje cambió radicalmente. No se parecía en nada al de hacía diez años.
TM.- ¿Creéis que el teatro es atemporal o debe conectar necesariamente con la actualidad?
JT.- Proust decía que hay que trabajar siempre con sensación de posteridad. Una amiga mía está ahora en Egipto y está viendo cosas que se construyeron con la idea de perdurar en el tiempo. Y yo creo que el teatro hay que abordarlo también desde ese punto de vista. Aunque se haga para un momento determinado, debería tener vigencia más allá de la época para la que se concibió.
TM.- Lo decía porque, aunque decidisteis recuperar Princesas en un momento propicio, la obra habla de temas universales que siempre van a estar vigentes.
JT.- Es cierto que siempre va a haber excluidos, relaciones tóxicas y gente que hace de su capa un sayo y sale adelante. Nosotros siempre intentamos crear personajes que responden a arquetipos clásicos, intentamos ir al tuétano de las cosas, no a la superficie, no a las formas, ni dramatúrgica ni actoralmente.
BPL- En Princesas, lo cotidiano se convierte en universal, y esa es también una forma de conectar con el público de cualquier época o lugar. Y también porque los personajes son poliédricos, tienen muchas aristas, muchos matices.
AR.- Así es, los personajes no son buenos o malos, blancos o negros, y es importante trabajar esos matices para dejar al espectador un espacio donde vaya generando una opinión sobre ellos, y donde esa opinión pueda cambiar a lo largo de la obra. Y eso es bonito, porque permites que el espectador entre en el juego.
TM.- ¿El teatro hay que jugarlo?
JT.- El teatro es juego. Mi maestro, Philippe Gaulier, decía que el teatro es tan serio como un juego de niños. Y yo creo que hay que jugarlo con la máxima seriedad, pero siempre disfrutando, porque el placer tiene una energía tan alta que cuando alguien se lo pasa bien en escena, automáticamente se contagia al patio de butacas.
BPL.- Lo que he aprendido, sobre todo, en esta compañía, desde que me llamó Troncoso, es la importancia de generar placer. Creo que esa es la base para conectar con el público, y por supuesto, con mi compañera y con el director. Y a partir de ahí, despegamos.
JT.- Siempre hay que buscar la manera de disfrutar en escena. Y esto hay que propiciarlo en los ensayos, pero también en el día a día, no puedes caer en la repetición. La mirada tiene que estar fresca y viva cada día con el compañero, la escucha tiene que ser nueva. Porque no sabes qué va a ocurrir. De la misma manera que tampoco puedes dar por hecho cómo va a reaccionar el público. Y cuando eso sucede, es lo mejor que le puede pasar al actor, y también al espectador.
TM.- ¿Y qué es lo mejor que os ha pasado en estos tres años?
JT.- A mí, como director, darme cuenta de que cuento con un grupo de actrices y de actores que creen en lo que hago, que se sienten bien con el trabajo, que se sienten potenciados. Juntos, además, creamos una sinergia que hace que todos crezcamos en una dirección. Luego, la búsqueda de un lenguaje conjunto me parece apasionante y, por otro lado, impensable con gente sin el nivel de disponibilidad e implicación que tienen ellos.
AR.- Absolutamente de acuerdo. También que se haya conformado todo esto en tres años, que estemos creando algo, que se sostenga y se mantenga. Tener la oportunidad de contar lo que cada uno, como artista, quiere contar y tener un espacio para hacerlo, es una fortuna enorme, y con el pedazo de personas que tienes alrededor, más todavía.
BPL.- Yo he encontrado a la tribu en este Madrid tan loco y deshumanizado que puede acabar devorándote. La tribu a nivel artístico y a nivel personal, porque tenemos una forma parecida de entender el teatro, pero también la vida. Y así es como tiene que ser, porque si no, esto no avanza. Y es por eso por lo que estoy muy feliz.
JT.- Tengo que decir que, al principio, y esto no es oportunismo, me preguntaba por qué las mujeres de 40 en adelante no trabajan, si es cuando están en el mejor momento, cuando son más interesantes, no por la edad en sí, sino por la vida. Pero igual que un hombre. Quiero decir que, ahora es cuando pueden pasarles cosas más interesantes. Y entonces, dijimos, vamos a autogestionar esta situación, no vamos a quejarnos y vamos a ponernos en la acción de mujeres que hacen teatro.
BPL.- Y Lo nunca visto es eso.
AR.- El problema va más allá de la escasez de papeles, el problema está también en qué se cuenta con esos papeles. Las historias siempre se abordan desde un punto de vista masculino o las mujeres aparecen en un segundo plano.
JT.- Por eso, en La Estampida, que es una compañía en la que solo hay un actor, José Bustos, y tres actrices, Alicia Rodríguez, Belén Ponce de León y Ana Turpin, queremos que las mujeres sean las verdaderas y legítimas protagonistas de sus historias.
TM.- Para terminar, os voy a pedir que completéis la siguiente frase: “Si no fuera porque… estaríamos estupendamente” (muchas risas.)
JT.- Si no fuera por la contaminación general de todo y la perversión de los tiempos, estaríamos estupendamente. Pero lo que no vamos a hacer en La Estampida es quejarnos, nosotros hacemos, no nos quejamos. Porque creo que estar en contra de algo es reavivar ese algo. Que hay contaminación, pues nos metemos en un sitio cerrado y hacemos lo que tenemos que hacer. Ya está.
BPL.- Pues Lidia diría que, si no fuera por toda la tontería que hay, estaríamos estupendamente.
AR.- Si no fuera, fíjate bien lo que te digo, si no fuera porque hay gente que no hace lo que tiene que hacer, estaríamos estupendamente. Pero vamos, que estamos muy bien, muy bien (risas.)
Telón lento… y final.
Texto Juan Mairena
Fotos Ignacio Ysasi y Juan Mairena