Oriol Burés y Laura Enrech: «Lo difícil es situarse en el radar del público y atraerlo a los teatros pequeños»

José Antonio Alba

El Nuevo Teatro Alcalá sigue apoyando el teatro musical, tanto desde su sala principal donde Billy Elliot enfila su recta final, como desde la Sala 2, un espacio en el que su apuesta por producciones de pequeño formato, como es el caso de Un día cualquiera, adaptación al castellano de Ordinary Days de Adam Gwon, un espectáculo que se estrenó en el circuito Off londinense en el 2008 y que saltó al Off-Broadway al año siguiente, situando a su compositor como uno de los creadores más prometedores del panorama del teatro musical contemporáneo gracias a esta historia con la que asistiremos a un día cualquiera en la ciudad de Nueva York a través de la mirada de sus cuatro personajes – Claire, Jason, Warren y Deb – descubriendo como sus vidas se ven conectadas de manera casual, tanto por todo aquello que les une y como por lo que les distancia.

Un día cualquiera pudo verse en nuestro país en el 2015, siendo galardonada con el Premio del Teatro Musical al Mejor espectáculo Off 2016. Barcelona fue la ciudad que acogió el estreno de esta adaptación realizada por Marc Gómez que ahora podremos ver en Madrid bajo la dirección de Ferran Guiu y la dirección musical de Gonzalo Fernández y que cuenta con la producción de LaCoja Producciones. El elenco que veremos en esta ocasión está compuesto por Oriol Burés (La Jaula de las Locas, La Cubana), Laura Enrech (Los Miserables, La Bella y la Bestia, Anastasia), Nacho Brande (El Rey León) / Víctor Gómez (La Tienda de los Horrores, Grease) y Marina Pastor (Lo Tuyo y Lo Mío, Sister Act).

Desde Teatro Madrid hemos querido conocer un avance de lo que veremos a partir del 24 de febrero y para ello hemos charlado con Oriol Burés y Laura Enrech. Una conversación que ha dado para viajar del pequeño al gran formato, que nos ha desvelado aspectos internos de los musicales y con quienes hemos conversado sobre el estado de salud del teatro musical en nuestro país.

Teatro Madrid.- En breve tendremos en la sala pequeña del Nuevo Teatro Alcalá Un día cualquiera, ¿de dónde sale este título? ¿Qué nos cuenta?

Laura Enrech.- Es un musical off del 2008 que básicamente trata de cómo las acciones individuales tienen una repercusión a nivel macro a pesar de que nosotros no somos conscientes de ello. Y también de la belleza de las pequeñas cosas que están ahí y que no somos conscientes.

Oriol Burés.- Yo creo que cualquiera que venga a vernos podrá sentirse identificado con las cosas que les pasa a los personajes. Aunque la situación no sea la misma, tiene cosas que te tocan y te mueven. Cuando lo vi salí muy tocado, pensaba que aunque no tenga nada que ver con esta gente, sí que me identifico con las cosas que les pasan.

TM.- Entonces, la historia habla de cómo se entrelazan las vidas de unos con otros y a dónde les va llevando.

LE.- Exacto. Son cuatro personajes distribuidos en dos parejas. Una es una pareja amorosa y la otra una pareja circunstancial. Y cómo las acciones de unos y de otros se entrelazan en el cuadro de una gran ciudad en la que realmente todos como individuos nos sentimos un poco perdidos porque la gran ciudad homogeneiza pero si no existieran esos puntos y esas personas individuales, la ciudad tampoco tendría sentido.

OB.- También se compara mucho con el sentido pictórico. Todas las lineas individuales, cuando las miras todas juntas, forman un cuadro. Es una reflexión que también hacen en el musical. Somos un puntito de un gran cuadro, pero cuando nos juntas toma otra dimensión.

TM.- Una historia contada con un piano, cuatro actores y a penas decorado.

LE.- Creo que es interesante utilizar un pequeño formato para hablar de cómo las cosas pequeñas repercuten a nivel grande. Incluso de cómo una pequeña obra de teatro influye en la variedad de una cartelera.

TM.- ¿De quién fue la idea de poner en escena Un día cualquiera en Madrid?

OB.- ¡Es culpa mía! (Risas) Vine a Madrid para trabajar y, junto a Víctor Gómez, que también está en el proyecto, y que hará dos funciones, decidimos que queríamos traer un espectáculo que teníamos que se llamaba “Acustic Broadway” que eran canciones de musicales del off en formato concierto, con sus coñas y tal; pero cuando llegué, mis tres primeros actos públicos que tuve, fueron conciertos de amigos que hacían lo mismo y dije “Esto está muy visto” y dándole vueltas pensé “Ostrás, Ordinary days, a mi me encantó. ¿Y si lo retomamos?” Hablamos con La Coja Producciones y con Ferrán Guiu, que ya nos dirigió en el 2015, y nos liamos la manta a la cabeza. Después hablé con Laura, que ya habíamos vivido juntos en Barcelona cuando estaba en Mamma Mía!, y tenía muchas ganas de trabajar con ella y Marina (Pastor) y no nos lo pensamos.

LE.- Es un poco el buscar la excusa para trabajar con alguien con quien no lo has hecho porque muchas veces no se da la coyuntura. Entonces la tienes que crear tú.

TM.- Crear la oportunidad es clave para poder sobrevivir porque no hay tantos títulos de gran formato como para mantener a todos los artistas que os dedicáis al teatro musical. Pero últimamente el pequeño formato no se prodiga mucho en nuestra cartelera.

LE.- Tiene mucho que ver con que los actores somos un poco pasivos en cuanto a que vamos a castings y esperamos a que nos den trabajo. No necesariamente tienes que ser productor, pero sí puedes ser la llama que encienda un proyecto, tienes que remangarte y decir “Si quiero hacer cosas que sé que no van a pasar aquí si no las propicio yo, me tengo que poner a ello”.

OB.- Pienso igual, no voy a estar esperando a que salga un casting o que me llame alguien. Si tengo la necesidad de trabajar o de hacer algo, pues me lío la manta a la cabeza y me pongo a currar. A hacer de todo. Estoy muy enamorado del concepto del actor que lo hace todo, he trabajado mucho con La Cubana y somos gente que cargamos, descargamos, nos peinamos las pelucas, ¡lo hacemos todo! Es verdad que llega un punto que satura y tienes que centrarte en actuar, pero este concepto del actor que va con la furgoneta que monta y desmonta su espectáculo, a mí me gusta mucho.

TM.- También te posiciona en otro lado y hace que no pierdas la perspectiva real de cómo es esta profesión.

OB.- ¿Sabes? Yo lo he hablado mucho con mi familia y amigos que no se dedican a esto; les digo siempre lo mismo, que tengo la suerte de estar haciendo un personaje en Gran Vía y es un sueño al que todos queremos llegar, doy gracias ¡y que dure y vengan muchos más! Pero si el día de mañana tengo que hacer animaciones, bolos de lo que sea, me da igual, tanto si son infantiles, como si tengo que estar en Port Aventura haciendo un show, y lo digo de verdad, valorando mucho lo que tengo ahora y no quiero desvirtuarlo ni quitarle mérito.

LE.- Una gran producción te permite tener tiempo para hacer esto porque tienes cubierta la parte de sueldo. Si no tuviéramos un sueldo fijo, no podríamos dedicarnos a estar haciendo esto con tanta libertad, con la tranquilidad que eso da, podríamos, pero con otras condiciones.

TM.- ¿Qué diferencias hay a la hora de enfrentaros a una producción como Un día cualquiera o uno de gran formato, como en las que estáis, Anastasia y La jaula de las locas?

LE.- Yo creo que Un día cualquiera es mucho mas personal en el sentido de que los grandes formatos te suelen dar algo detrás de lo que ocultarte y aquí, en pequeño formato, a parte de que, obviamente, es más pequeño y estás más cerca, suele tener mucho más que ver contigo, es casi un ejercicio de honestidad, de desnudarte y decir: “Yo apuesto por algo así de pequeño, por ponerme cerca de ti y por contarte historias mucho más cercanas. Porque tienen menos artificio, y me tocan mucho más en lo que es mi día a día” Creo que es un ejercicio de valentía.

OB.- Es quitarle toda la parafernalia y ponerte frente a las personas a contar una historia sin artefactos, sin una gran escenografía, prácticamente ponerte desnudo y esto impone. Es muy distinto a una gran producción donde tienes gente que te lo hace todo.

LE.- Claro, la maquinaria te apoya. Aquí te apoyas en tus compañeros, casi ni siquiera en la música, porque es un pianista y la escenografía es minina. No hay donde esconderse.

OB.- El gran formato también da respeto porque ves la maquina y te entra de todo.

LE.- Sí, cada uno tiene su cosa. Pero en el pequeño lo que tiene de difícil es la exposición.

TM.- Son diferentes vértigos, ¿no?

OB.- Sí, sí. Yo creo que para la gente que nunca ha experimentado el pequeño formato es algo que se tiene que probar. Las historias llegan más. En La jaula la gente entra mucho en la historia, es cierto, pero la sensación es distinta.

LE.- Es una emoción distinta. La emoción que se produce cuando escuchas una gran orquesta creo que te sobrepasa, es un chute de adrenalina muy grande, muy distinta a la emoción mas contenida de algo que apela a cosas de la vida cotidiana. Yo creo que en ambos te emocionas, pero de maneras muy distintas.

TM.- Oriol, eres alternante junto a Àngel Llácer en La Jaula de las locas y Laura, cover de Anastasia. Dos musicales que están triunfando en la Gran Vía, ¿qué es un alternante y qué es un cover? ¿Cómo se trabaja?

OB.- El alternante es un poco distinto que un cover. Yo hago la mitad de funciones, nos las repartimos con Àngel. Yo tuve la gran suerte de poder montar el personaje desde cero mientras Àngel dirigía el espectáculo, no podía hacer de director y de actor principal a la vez, era imposible. Àngel me dio mucha libertad, me decía “Tú haz” y me conducía por donde quería que fuera el espectáculo, luego me copiaba lo que yo hacía y de ahí, pasamos a otra etapa en la que, a lo que me copiaba, le añadía cosas. Nos alimentábamos el uno al otro. Hasta que hemos llegado a un punto en el que, de un mismo personaje, cada cual hace su versión del espectáculo. Es muy bonito porque el personaje ha acabado siendo un 50% de cada uno.

LE.- En Anastasia y en mí caso es distinto, yo me incorporé en la segunda temporada, ya estaba hecho y ensayado. La suerte con la que me he encontrado, dentro de que es un montaje grande que viene de fuera, que es tipo franquicia, y tienes que ajustarte a una serie de cosas que tienes que hacer sí o sí porque el personaje está construido de esa manera, es que nuestro director residente, Alex de Los Santos, también es actor y entiende muy bien la personalidad de cada uno. Ahora mismo somos tres chicas haciendo de Anya, esta Jana Gómez que es la titular y luego estamos Xenia García y yo, que compartimos el cover, y no podemos ser más distintas las tres. Es el mismo personaje, pero siempre hay espacio para hacer tuyo ese personaje. Yo parto de lo que ha hecho Jana, de quién es Anya por Jana, pero si nos ves a las dos, verás que es muy diferente.

TM.- Es muy interesante esto porque muchas veces piensas, ¿hasta qué punto en espectáculo «franquicia» el actor es libre de poder dar su toque como artista?

LE.- Hace muy bien al show permitir que cada persona haga su versión, dentro de una serie de parámetros que hay que tener en cuenta, porque el show y el personaje son así. Tú piensa, por ejemplo en un musical como Anastasia que va con «Underscoring», con música por debajo, tienes que ser muy consciente de que tienes que estar en una posición en el momento preciso y que la frase que tienes que decir entra en cuatro compases, pero incluso así, dentro de la forma, está la libertad. Si tu estás bien preparado, por mucho que te digan “anda cuatro pasos” hay espacio para ti, además es tu deber y tu responsabilidad encontrar ese espacio

OB.- Yo estuve en El Rey León y me pasó lo mismo. Era la primera vez que trabajaba en franquicia y está marcadísimo. Pero es muy emocionante como actor encontrar tu libertad dentro de ese espacio. Es alucinante y muy divertido poder crear. Es un reto.

TM.- Imagino que si no buscas ese espacio del que habláis, corres el riesgo de caer en el hastío y convertirte en un autómata frente al público.

OB.- Yo tengo grabado a fuego, de cuando trabajaba en La Cubana, algo que nos decía Jordi Milán antes de empezar: “La función de ayer fue una, pero la de hoy será otra, a pesar de que sea la misma. Lo que va a pasar no sabemos cómo será porque no ha pasado nunca. Vamos a vivirla desde cero” y eso se me ha quedado grabado y a pesar de que haces lo mismo, vas cada día a hacer una función que nace y muere ahí, es única, no se repetirá nunca más. Mira que con La jaula llevamos un montón de funciones y yo me pongo nervioso cada día.

TM.- Pero eso es lo bonito, ese nervio es el que te mantiene alerta.

OB.- Cuando oyes al regidor que te dice: «Cinco minutos. Todo el mundo en sus posiciones” te colocas en penumbra y suena las tres primeras notas… Ufff! Es de las cosas que más me gustan de poder dedicarme a esto. Recuerdo ese momento de salir a escena de todos los montajes que he hecho. Oyes a la orquesta con la obertura y dices “Vale, ahora ya está. Ahora sí que se tiene que hacer esta función pase lo que pase”.

TM.- ¿Por qué creéis que se sigue considerando un género menor al teatro musical?

LE.- Yo creo que hay un tema que es la convención. La convención del teatro musical es que los personajes se ponen a cantar y/o a bailar. Entiendo a la gente que esto pueda no gustarle porque “Es que de repente se ponen a cantar y no lo entiendo”, vale. Pero es muy distinto a cuando te miran por encima del hombro. Puede gustarte o no, pero al fin y al cabo, la condición, tanto del teatro musical como del teatro de texto, es que es teatro; cuenta una historia, solo que utiliza unas herramientas distintas. Si que es cierto que por la dificultad técnica que implica cantar y bailar, durante mucho tiempo, se priorizaba por encima del contar la historia. Gracias a dios, cada vez eso pasa menos porque la gente que nos dedicamos a ello tenemos mayor preparación y luchamos por borrar esa linea y ese estigma de que el teatro musical es falso, no lo es, simplemente utiliza herramientas extraordinarias ¡Es la gran cruzada de mi vida! Yo soy una enamorada del teatro musical y lo que quiero es, o lo que intento con mi ejemplo, es dar a conocer y a entender que el teatro musical, en esencia, es teatro. Y que cada vez haya menos excusas y menos argumentos para que se mire al teatro musical por encima del hombro.

OB.- Creo que montajes como Un día cualquiera, que son muy actorales, prima más que puedas contar esta historia a que seas un cantante brillante. Eso es una cosa que es interesante, que el publico de Madrid vea que esto pasa. Ahora hay gente que está super bien preparada, vas a ver los montajes que hay en la Gran Vía y ves actores maravillosos que interpretan, cantan y bailan muy bien, que dices: «¡No te quiero encontrar en un casting!» (Risas) Cada vez hay más gente buena y muy preparada, sin contar los niños que suben ya preparadisimos. ¡Mas nos vale, dentro de unos años, montarnos una churrería porque nos van a barrer! (Risas)

TM.- ¿A qué creéis que es debido que en Madrid se produzca tan pocos musicales de pequeño formato? ¿y porqué duran tan poco los grandes montajes en Barcelona?

LE.- Yo creo que tiene que ver un poco con el carácter de la ciudad. Barcelona es una ciudad muy cosmopolita, pero a la vez tiene una cultura de lo local más arraigada que Madrid. A nivel artístico, la gente que vive allí pone mucho mas cuidado con qué consumen a nivel local y el teatro de pequeño formato no deja de ser gente de la ciudad que monta sus propias cosas, entonces, la gente que es de allí, tiende a ir a ver cosas pequeñas porque les dan un valor. En Madrid, en cambio, triunfa mas el gran formato porque, siendo una ciudad menos turística que Barcelona, la gente busca más una sensación Broadway, no tenemos todavía esa cultura del pequeño formato tan arraigada como en Barcelona. Quizá estoy diciendo una tontería, pero yo soy madrileña y amo Madrid, pero he tenido la suerte de vivir en Barcelona épocas largas con Mamma mía!, con Dirty Dancing y pude experimentar la Barcelona menos turística y son muy cuidadosos con el comercio local, cómo se articulan los barrios. Es muy distinto a Madrid, no es ni mejor ni peor, es distinto. Yo creo que facilita que el pequeño formato funcione mejor.

El idioma también influye mucho. Los catalanes apoyan mucho las cosas que están hechas en catalán porque es parte de su identidad y el pequeño formato generalmente se hace en catalán.

OB.- Y funciona muy bien, estas salas cogen prestigio muy rápidamente y actuar allí se convierte en un privilegio, es un lujo. Lo bueno es que muchas cosas de estas salas dan el salto a salas más grandes. Cuando un producto es bueno, normalmente se hace una segunda temporada y después lo puedes ver en el Lliure, por ejemplo, y eso es guay. Tener el acceso a una sala, anima mucho a que tú te lances a hacer algo, enseguida te dejan que lo pruebes dos días.

LE.- Porque saben que la gente va a ir. Lo difícil es situarse en el radar del espectador. Aquí es más difícil traer a la gente a los teatros pequeños, por eso hay que hacer cosas como Un día cualquiera, mojarse e ir a arriesgar para que cada vez se generen mas y crear la necesidad a la gente que generalmente no vendría a ver algo así de primeras.

OB.- El código es muy distinto. No puedes venir esperando ver La Llamada. La parte positiva de todo esto es que la gente que no conocía el musical y lo escuchan, se enamora.

LE.- En cambio las grandes producciones en Barcelona no duran más de cinco meses en cartel y aquí puedes tener esta cosa fantástica de que Anastasia repita temporada o un Rey León que lleva 9 temporadas o un Billy Elliot. Eso en Barcelona no sucede. ¡Ni con Nina cuando estrenó Mamma Mia!

TM.- ¿Cuáles son vuestros referentes en el género?

OB.- Yo no sabría decir cuáles son mis referentes porque he ido picando de muchos sitios, tendría una lista muy larga porque me dejo llevar si me gusta el trabajo de alguien.

LE.- A nivel nacional siempre mencionaré a Julia Möller, me parece la gran diva del teatro musical de este país, ademas he trabajado mucho con ella y es amiga mía, pero mas allá de eso, es una profesional como la copa de un pino, la reverencia con la que se aproxima a cualquier trabajo es impresionante, es un ejemplo a seguir. A nivel internacional soy muy fan de Kelli O’hara que fue quien originó el rol de Clara en The light in the Piazza, de Audra Mcdonald y Kristin Chenoweth, son como mis tres divas, me parecen muy buenas actrices y unas intérpretes vocales descomunales.

José Antonio Alba / @joseaalba

Fotos Rodri Abri

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