REESTRENO DE 'ORLANDO'

Pablo Huetos: «Ojalá en el teatro no fuéramos tan de fronteras y sí más permeables»

La compañía madrileña Teatro Defondo presenta de nuevo su versión de 'Orlando' de Virginia Woolf en el teatro Quique San Francisco

José Antonio Alba

Teatro Defondo, tal y como dice su nombre, es de esas compañías que hace el camino poco a poco, disfrutando (y también sufriendo) el trayecto que recorren. Quizá no resuenan en carteles luminosos y para el gran público sean aún unos desconocidos, pero llevan 20 años recorriendo España de cabo a rabo, con su particular manera de entender el teatro, recuperando a los grandes clásicos para los escenarios. Comedias Mucho ruido y pocas nuecesLa Teatropedia—, musicales La ópera del malandro— o tragedias Los Atroces—, nada parece resistírseles y es que ellos entienden el teatro como un «todo» lleno de opciones para poder contar historias.

Ahora que regresan al teatro Quique San Francisco, recuperamos parte de la entrevista que mantuvo José Antonio Alba con Pablo Huetos cuando estrenaron la pieza en los Teatros del Canal en 2019.

 

Quedamos con Pablo Huetos, una de sus almas fundadoras; le pillamos repasando los últimos detalles de su versión del Orlando de Virginia Woolf, finalista de los Premios Max 2019 a mejor adaptación teatral. Una propuesta que estamos seguros de que a más de uno va a sorprender, porque la reverencia con la que se suele abordar a Virginia Woolf nada tiene que ver con cómo ellos se adentran en su obra.

Teatro Madrid.- Por fin Teatro Defondo en Madrid con Orlando.

Pablo Huetos.- ¡Sí! Es una mezcla de sensaciones, es de esas cosas que dan alegría y un poco de pena, porque cuesta mucho que se valore la trayectoria, unida a la calidad, de una compañía con dieciocho años de recorrido como nosotros para lograr entrar en Madrid, y no es un caso único. Ahí están los Meridional, los Micomicón o Noviembre.

TM.- ¿Qué es lo que destacarías de esta versión de Orlando?

PH.- Yo creo que lo más llamativo es el juego teatral. Habrá gente que sea fan de Virginia Woolf y que les resulte extraño el tono más cómico, pero creo que a todo el mundo le atrapará el juego teatral. El que una actriz haga de Orlando y los otros cuatro actores estemos desempeñando muchísimos personajes con recursos muy específicos del lenguaje teatral, es de lo más estimulante. Por ejemplo, no hay elementos de atrezzo, salvo elementos de escritura. Toda la escenografía son libros, como un laberinto de una biblioteca. Después hay chistes, algunos más obvios, otros más rugosos, para atrapar a todo tipo de publico, pero sobre todo para estimular y no dejarlo todo fácil, sino que sea el espectador el que haga parte del camino.

Como productor estoy muy orgulloso, creo que es un espectáculo muy bonito, de escenografía, de vestuario, de luces, la música, que está expresamente grabada para el espectáculo, es una viguería, una maravilla, la dirección de Vanesa (Martínez), el elenco, el material promocional de Javier Naval, es una producción muy solida, en tiempos en los que no es fácil.

TM.- ¿Cuál es el tono que habéis querido imprimir al espectáculo?

PH.- A nosotros lo que nos importa es que la gente salga satisfecha del teatro, obviamente conmovida y removida. En el caso del Orlando es un espectáculo más amable, digamos que tiene una curva agria, pero el tono del espectáculo es muy cómico y amable. Nos parece fundamental que la gente salga satisfecha.

Desde la comedia, te encuentras un poco de todo, te habla de la vida, del amor, de tu necesidad de realizarte o plasmarte en algún sitio antes de morir, que es lo que le pasa a Orlando, que no puede morir hasta que no ha sacado de sí lo que ha venido a hacer a este mundo, que es ese poema del Roble.

TM.- Por lo que comentas, esta versión de Orlando es muy asequible para cualquier tipo de público.

PH.- La idea es acercar Virginia Woolf al gran publico. Es reivindicativa, es feminista, pero sobre todo es un ajuste de cuentas con su padre y, a la vez, una carta de amor a su amante Anita. Muchas de las cosas que se dicen en el espectáculo puedes encontrar un guiño a ella. A través de la obra, hay mucha gente que nos ha dicho que se ha puesto a leer el original. Son muy distintas, pero perfectamente complementarias. Incluso si ves la película. Es una buena forma para iniciarse en Virginia Woolf.

TM.- Vosotros agarráis los clásicos, los remodeláis y los presentáis al publico. ¿Se podría decir que esa es la filosofía de Teatro Defondo?

PH.- Nos interesa mucho acercar las cosas al presente. Creo que cuando acercas algo a tu ámbito es mucho más fácil de reconocer. Intentamos siempre, sobre todo Vanessa como directora, generar universos identificables para el espectador. Esto hace que el espectador se posicione a favor y se abra a la propuesta. Si desde el principio propones las reglas del espectáculo, la gente se entrega; muchas veces te pasas la función pensado qué es lo que te quieren contar, cuál es el juego, qué quieren de nosotros como espectadores. El espectador es una parte fundamental del hecho teatral. No puedes contar cualquier cosa, ni venderte al público, pero sí tienes que hacer un acto de comunicación porque si no, pones una barrera y lo que estás contando deja de interesar.

TM.- ¿Cómo decide Teatro Defondo cuál es el espectáculo que se va a poner en escena?

PH.- Vanessa, como directora, y yo como productor, somos los que decimos “Venga, confiamos en este espectáculo, creemos que de aquí puede salir algo chulo”, juntamos al reparto, la mayoría ya había trabajado con nosotros: Pedro Santos, Gemma Solé y yo mismo, con Rebeca Sala y Gustavo Galindo, con los que no habíamos trabajado. Generalmente intentamos contar con gente que ya ha participado y sangre fresca, para que no se creen núcleos cerrados y poco porosos. Después tomamos la novela, improvisamos, generamos escenas paralelas a lo que sucede en el libro, para averiguar antecedentes, contextualizar y generar los diálogos. A partir de ahí trabajamos, cortamos escenas, sobre todo en un texto tan largo donde hay que prescindir de escenas maravillosas escrita por Virginia Woolf, ¡pero hay que saber renunciar! Luego es ponerlo en marcha y darle funciones y que encaje bien de ritmo. Es un trabajo creativo donde todos aportamos nuestro imaginario, ahí entra desde los Monty Python hasta la Comedia del Arte.

TM.- Cuando se tira por una propuesta como la vuestra, también hay que ser un poco irreverente, ¿no?

PH.- Claro, si te pones tiquismiquis… Hacemos un recorrido desde 1586 hasta 1920, hacemos un recorrido musical por las músicas de la época, con el vestuario, miriñaques por un lado, polisón por el otro, ¿no puedes poner un chiste sobre Isabel Pantoja? ¡Sí! Podemos, queremos y lo hacemos (Risas)

TM.- ¿No os ha venido ningún purista a criticaros estas licencias?

PH.- Sí, nos ha pasado ahora con Woolf y nos ha pasado con Shakespeare, y te dan ganas de decirles “¿Qué pasa? ¿Tienes tú los derechos de Shakespeare?” Es este tipo de gente que piensa que hacer a un autor tiene que ser aburrido para que sea respetuoso y yo creo que no es así, de hecho creo que Virginia Woolf se divertiría mucho con este espectáculo. Cuando hicimos Mucho ruido y pocas nueces, lo situamos en una playa de Sicilia; o el Macbeth que hicimos en una prisión, creo que Shakespeare diría “Pues muy bien, estáis en el S. XXI, no vais a hacerlo como en el S. XVII”  Macbeth lo hicimos todo hombres, intentando tomar del S. XVII el que las mujeres no podían actuar y eso nos llevó a la prisión, generando un universo lógico, motivado para respetar a Shakespeare, pero en tu siglo.

TM.- Puede ser estimulante para el publico que va con una idea preconcebida, encontrarse con una propuesta que rompa sus esquemas, ¿no?

PH.- Claro, con los institutos, por ejemplo, nosotros prácticamente todos los espectáculos que hemos hecho, los hemos hecho con alguna campaña pedagógica, ves que disfrutan muchísimo y ese es el mejor síntoma. Peter Brook hace eso, la primera función siempre la hace para institutos. Hay algo que es muy estimulante de ver. Los chavales son espectadores puros, si les gusta reaccionan y si no les gusta se aburren y te lo demuestran. Y nosotros necesitamos que el publico esté vivo en la butaca.

TM.- Si echamos la vista atrás y hacemos un balance de los 18 años de Teatro Defondo, ¿qué dirías?

PH.- Estamos muy orgullosos, pero todos los años son una pelea para conseguir giras, ayudas… Es verdad que ya con este recorrido son algo más fáciles y te permite un sistema anual de trabajo constante, pero hay muchísimas cosas que están cerradas, como cuando llega un nuevo programador a un teatro y no te recibe, entonces, no sabes cuánto vas a aguantar.

Porque la idea es ir creciendo, llegar a más sitios, tener más visibilidad, reconocimiento, más trabajo, aunque lo importante es la continuidad, pero hay poco apoyo, muy poca participación de lo privado. En cuestiones de mecenazgo queda mucho por hacer. Hay intención, pero también hay mucho desconocimiento. La gente es muy comodona y no se acerca al hecho teatral o cultural como algo beneficioso para una empresa privada o para una institución.

Esto es una carrera de fondo, como el nombre de la compañía, pero sí que hay momentos en los que dices “Me quito las zapatillas y se acabó”. Te chupa muchísima energía. Hay mucho que hacer para que la compañía continúe y los espectáculos no se mueran haciendo diez funciones. Es tener constancia, confianza, contactos. Que a veces juega a favor porque ya te conocen, pero a veces también es a la contra, ¡porque ya te conocen! Porque consideran que no hacemos un teatro transgresor, moderno, te ven como un teatro a la antigua. A veces es perjudicial tener un nombre que lleva 18 años.

TM.- Pero si echamos un vistazo a vuestro trabajo en estos años, vemos que Teatro Defondo ha tocado palos de todo tipo.

PH.- Sí, intentamos no llenar un solo vaso, si no intentar llenar distintos vasitos. No repetir siempre la misma fórmula, sino seguir aprendiendo. Sería hermoso que la gente se pudiera hacer su colección de cromos de Teatro Defondo, y digan «Me vi el Macbeth, La ópera del Malandro, que era un musical, y Los Atroces que no tiene nada que ver»; pero mucha gente ve de una compañía un espectáculo. Tú haces una encuesta entre gente de la profesión y les preguntas, por ejemplo, “¿Qué espectáculo de Ron Lalá has visto?” Probablemente el 80% te diga que ninguno, saben que es comedia, con música y tal, pero no lo han visto. Y eso es lo que pasa, que realmente no tenemos una cultura de las compañías. Es verdad que cuanto más acceso tienen a los grandes escenarios, más se les conoce, pero también hay gente como nosotros que nos pasamos la vida de bolos por España porque en Madrid nos dejan entrar difícilmente, y la gente no tiene referencia de nosotros.

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Escrito por
José Antonio Alba
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