Pablo Remón retrata con ‘Los Mariachis’ la España que no deberíamos querer ser.

José Antonio Alba

La meseta castellana es un lugar árido, seco, solitario, donde aparéntenme nunca sucede nada y, sin embargo, es el espacio recurrente al que regresa Pablo Remón una vez tras otra para contarnos sus historias; a veces como mera referencia y otras como un personaje más dentro de la trama y que en Los Mariachis, el último montaje que La Abducción pone en pie, en co-producción con los Teatros del Canal, regresa. “Es nuestro desierto, de horizontes interminables, con pueblos de mucha soledad”, algo que nos confiesa Remón que estimuló las ganas de escribir de aquel niño que pasaba los veranos en esta zona y que terminó por convertirle en el contador de historias que hoy es.

El ambiente de pueblo, los primos lejanos con el concepto de familia muy arraigado y un político de clase media-alta que huye por problemas de corrupción y al que se le aparece el santo de su pueblo, San Pascual Bailón, son los elementos principales de Los Mariachis, que según Remón “Nace de la idea del concepto de corrupción tan enraizado en la España del Siglo XX”. Un contraste entre dos mundos, el de las altas finanzas y el de esa España profunda que no asimila los cambios con la agilidad que cabría esperar, hacen que se desate el conflicto de tintes tragicómicos, que transita entre lo esperpéntico y lo surrealista, dejando escapar aromas cinematográficos que evocan nombres como los de Berlanga, Buñuel o Saura y en el que Remón ha querido primar la atmósfera propiamente dicha de la función, frente al argumento y, como ya viene siendo habitual en su teatro, no cuenta con un género concreto con el que clasificar el montaje, algo que justifica recurriendo a las palabras de Azcona “La vida no viene en género”.

Pablo Remón ha buscado para Los Mariachis un reparto pretendidamente masculino, compuesto por dos nombres habituales dentro de su teatro: Emilio Tomé y Francisco Reyes, y dos nuevas incorporaciones: Israel Elejalde y Luis Bermejo, alegando que “Uno escribe lo que puede y no lo que quiere. En mi familia siempre he vivido con hombres, por circunstancias no ha habido mujeres y no tengo referencias de mujeres en mi vida, pero sí tengo muchas referencias de hombres viviendo juntos” Algo que ha querido plasmar en la rudeza de unos personajes que han exigido un trabajo muy orgánico al elenco “Yo creo que el carácter mesetario nos ha marcado mucho, somos gente seca, dura, que no se comunica demasiado, que no se lleva muy bien con las emociones; yo eso lo tengo en mí y quería hablar de ello”.

Como viene siendo costumbre en la forma de trabajar de La Abducción el texto de Los Mariachis ha sufrido constantes modificaciones a lo largo del proceso de creación porque, como indica su autor y director, es “un constante mover, cambiar y amasar” hasta dar con lo que finalmente veremos en la Sala Negra de los Teatros del Canal. Una historia que pretende jugar con el espectador poniéndole frente a un espejo y plantearle cuestiones como hasta qué punto la corrupción la llevamos en los genes o está integrada en nosotros mismos, utilizando el retrato de esa España Negra de Goya o de Cela. “Una España que no deberíamos querer ser”.

Texto y fotos José Antonio Alba

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