Andrés Lima, más presente que nunca en nuestra cartelera, llega al Centro Dramático Nacional con Shock. El cóndor y el puma. Una historia escrita a ocho manos, junto a Albert Boronat, Juan Cavestany y Juan Mayorga, inspirada en La teoría del Shock de Naomi Klein, que aborda el golpe militar de Pinochet en Chile y las torturas bajo el mandato de Videla en Argentina.
“El neoliberalismo y el capitalismo del desastre se han impuesto en la mayoría de occidente, estamos inmersos en ese sistema” Dice Lima “Nos parecía interesante reflexionar sobre sus causas, sobre sus consecuencias”. Y ese ha sido el germen desde el que comenzaron a construir este espectáculo junto a Ramón Barea, Ernesto Alterio, María Morales, Natalia Hernández, Juan Vinuesa y Paco Ochoa. Un año de laboratorios basados en la improvisación sobre los fatídicos hechos acontecidos en Chile y Argentina, con la cultura del electroshock de por medio, patrocinada y respaldada por los gobiernos de occidente, representado por la figura de personalidades como Nixon y Margaret Thatcher, dan una idea de lo que se ve sobre el escenario del Teatro Valle-Inclán “Más que hacer un análisis, lo que nos interesaba era la narración de los hechos históricos y su transformación en espectáculo. Es una historia muy potente y muy cercana” nos cuenta el director, quien ha mezclado lenguajes, yendo del teatro documental al teatro de variedades, para poner en pie este fragmento de historia reciente “Las variedades siempre han sido un reflejo de lo que sucedía en las calles, es una forma muy satírica de afrontar la realidad. A veces también tenemos que reírnos de ella”.
El futbol, el mundial del 78 y las torturas encontraron, fatídicamente, un lugar común dentro de los estadios y así es como se ha querido plasmar en el espectáculo “quería que el público lo sintiera desde dentro” nos cuenta Lima “Decidimos cambiar la estructura del patio de butacas, el público se sentará como si estuviera dentro de un estadio” Una forma de hacer partícipe al espectador dentro de un espectáculo que se mueve entre códigos más contemporáneos, introduciendo las videoproyecciones que juegan con documentos reales, algunos hasta ahora inéditos “Tiene que ver mucho con cómo se retransmite la realidad por la televisión” y la composición teatral inspirada en los coros de las tragedias griegas, donde el trabajo del actor es fundamental para que el público sienta que ha visto a Pinochet, Allende, Videla, Nixon, Thatcher e incluso a Elvis, desfilar por la escena “Al final te queda la sensación de haber visto a los personajes reales, por la emoción que han transmitido y los pequeños detalles con los que trabaja Andrés” dice Ramón Barea en su primera incursión en el teatro de Lima. “La sensación de montaña rusa que sentimos haciéndolo, también lo va a sentir el público” nos adelanta el actor Paco Ochoa.
Un trabajo actoral intenso y muchas veces llevado al límite “En esta obra, si hubiéramos jugado sintiéndonos juzgados, no hubiéramos llegado al código que hemos alcanzado” comenta Juan Vinuesa sobre la forma de trabajar del director, algo que secunda Albert Boronat, responsable de la dramaturgia junto a Lima “precisamente por poder trabajar con tiempo es por lo que se puede entender las razones de los personajes. No te juzgas como actor y consigues no juzgarte como personaje”.
Shock. El cóndor y el puma pretende denunciar, con crudeza y sátira, una realidad que sobrevolamos sin profundizar, que nos muestra el sufrimiento padecido por un pueblo sometido a los intereses de las grandes potencias, algo que se repite día tras día bajo la mirada anestesiada del resto del planeta, y que la actriz Natalia Hernández resume con una reflexión “Lo que falta en la Historia es gente que empatice con el dolor”.
José Antonio Alba / @joseaalba
Fotos MarcosGpunto