Me encuentro con Vera González a través del otro lado del teléfono, y escucho su voz y un «chip chip chip chip» constante, como si de un metrónomo se tratase. Ella está en una furgoneta y, me imagino, tiene el warning puesto. Ha parado para poder hablar conmigo, y va camino del ensayo.
Pienso en lo tremendamente complicado que es hacer teatro. Producir teatro. Gestar una idea y darle forma; buscar ayudas para ponerlo en pie; formar un equipo; encontrar un lugar para ensayar; construir una escenografía; ponerle sonido al espectáculo; probar, probar, probar. Y que todas las piezas encajen. No es fácil. Por eso me parece hermoso tener ese «chip chip chip» de fondo, que me recuerda que detrás del arte hay mucho trabajo. Que tras la belleza ha habido alguien que ha tenido que madrugar para recoger una furgoneta de alquiler y llevarla al local de ensayo para cargarla de cosas. Que tras el teatro hay, siempre, gente trabajando sin cesar. Gente cansada, pero feliz. Así suena Vera: feliz. Feliz de trabajar haciendo teatro y de poder hablar sobre Árido.
Árido cuenta la historia de Berta, una urbanita que, por culpa de la precariedad, no puede permitirse más vivir en la ciudad. Y recibe una casa por herencia. Pero está en un pueblo de la España vaciada. Berta decide ir allí a vivir, pero… ¿la casa querrá aceptarla?
Esta historia de humor, de asombro y de mucho juego estará en el Teatro Valle-Inclán del 2 al 5 de enero.
¿Qué tal estás? ¿Cómo van los ensayos?
Bien, bien. Muy intensos, la verdad. Además, esta semana ha estado el diseñador sonoro, Iñaki Rubio. Y han sido unas sesiones de trabajo maravillosas.
¿Cómo surge este proyecto de investigación?
Patricia Arroyo y yo tenemos nuestra compañía [Cazando Gamusinos] y estábamos haciendo una obra con títeres. Y las horas de carretera hacen que salgan ideas y empieces a pensar en nuevos espectáculos. Y fantaseamos con esta historia, pero era muy locura; pensábamos que no la íbamos a hacer nunca. Entonces surgió la convocatoria de RITTO, que nos permitiría coproducir un espectáculo con el CDN. Propusimos el proyecto, y fuimos el espectáculo elegido.
¡Qué bien!
Es un espectáculo muy experimental: jugamos a mezclar muchos lenguajes. Por eso también el proceso de ensayos está siendo bastante largo. Porque estamos viendo cómo encajan todos esos lenguajes, y encontrando creo que algo nuevo. Estamos muy contentas con esa mezcla que hemos hecho.
Es un espectáculo muy experimental: jugamos a mezclar muchos lenguajes.
En la información sobre el espectáculo habláis de poesía, de humor y de absurdo. ¿Van por ahí los lenguajes con los que estáis trabajando?
Sí. El lenguaje base del espectáculo es comedia absurda, pero tiene toques también de tragedia. Y todo eso mezclado con herramientas y lenguajes visuales, como la manipulación de títeres o máscaras. El diseño sonoro es muy importante en el proyecto, porque no hay palabra. Y lo más complejo ha sido cómo encajar el trabajo del actor; un trabajo muy profundo de interpretación y de personaje con todo este mundo absurdo y visual.
En vuestra compañía exploráis el lenguaje de los títeres, ¿no? ¿Esta casa a la que llega Berta es un poco su manipuladora, y Berta se convierte en su títere?
Por supuesto que sí. Este lugar juega con ella, la manipula. Es un juego brutal. Juega con ella para divertirse. Para nosotras el juego es muy importante. Tenemos ideas visuales y cuando llegamos a la sala de ensayos nos ponemos a jugar, experimentar y ver qué funciona. Jugar es la base. Y desde el juego se llega también a alcanzar una profundidad.
Para nosotras el juego es muy importante.
Hablando de esa profundidad: el espectáculo no es para público infantil, ¿verdad?
No es un espectáculo que hayamos enfocado al público familiar. Es para todos los públicos, y los niños, a partir de diez años, pueden entenderlo. Pero no lo hemos pensado exactamente para niños. Hay un trasfondo que está dirigido a adultos.
¿Tú crees que las casas pueden admitirnos o rechazarnos?
Sí, y creo que hay una idea muy profunda tras esto. No es solo que el espacio vaya contigo, con tus necesidades o tu personalidad a nivel de espacio o de luz. También tiene que ver con un entorno social: las casas tienen que estar a favor del acogimiento. Y eso se consigue a través de los vecinos. Al final, todos necesitamos un lugar donde vivir.
He visto imágenes de la escenografía y es preciosa. ¡Yo querría vivir ahí!
[Risas] ¡Eso nos pasaba a nosotros! Además, esta va a ser la única casa que vamos a tener en propiedad. [Risas]. Es pequeña pero es muy bonita.
Imagino que también abordáis el problema de la vivienda, que ahora mismo nos preocupa a (casi) todos.
Esa es una capa que está por debajo en la función, pero en los ensayos la tenemos presente, aunque no se verbalice. El trasfondo está ahí y genera el conflicto de Berta.
¿Y por qué situáis a Berta en la España vaciada?
Hay algo de la gente de ciudad, que cuando llega a los pueblos piensa que ya controla todo… pero las cosas no son como esperaban. Los que somos de ciudad idealizamos el pueblo, pero el pueblo tiene sus claves y sus lenguajes, y hay que descubrirlos. Y no se puede ir de una forma altiva, sino que hay que adaptarse a ese lugar rural si quieres vivir allí, porque los conocimientos son otros. Así que Berta, este personaje gris de ciudad, se da de bruces con todo ese mundo rural.
¿Por qué has llamado al personaje Berta?
Me apetecía que fuera un nombre reconocible, pero juguetón. Para mí ese nombre tiene algo juguetón. Pero en el espectáculo apenas se la nombra. Me parecía juguetón: no tiene más trasfondo.
Bueno, bastante trasfondo es jugar, que es algo que recalcas, y me parece muy importante en el teatro. ¿Cómo te gustaría que saliera el público tras las funciones?
Divertido. Hacemos sufrir a Berta, pero es divertido para el público, yo creo. Además, para los espectadores ver la función es un trabajo activo: requiere que pongan de su parte también.
¿Por qué?
Por el lenguaje visual que todo el rato te está confrontando con cosas. Todo es muy divertido, pero cuidado con lo que le está haciendo la casa a Berta.
¿Y por qué hacéis sufrir tanto a Berta?
Es un juego cruel al que le somete su tía Dolores. Y nace de una necesidad, por parte de ella y del pueblo, de jugar con personas inocentes, como Berta. Cuando se pierde la inocencia es más difícil jugar. Y esto tiene que ver con nosotros mismos.
Cuando se pierde la inocencia es más difícil jugar.
Has dicho que la obra no tiene palabras, y siempre pido a los creadores que me digáis una frase de la obra…
Pues hay una: Berta no para de repetir «Todo está bien, todo está bien». Y no todo está tan bien. Ella se lo dice para autoconvencerse.
¿Hay algo más que me quieras contar sobre el espectáculo?
Bueno, me gustaría nombrar al equipo, porque es un trabajo muy coral. Iñaki Rubio está aportando un espacio sonoro que contribuye a la dramaturgia. También es importante el trabajo de la iluminadora, Amaya Cortaire. La escenografía [de Amaya Cortaire, Manuel Álvarez, Lui Alameda y Néstor Alonso] es imprescindible. Y el trabajo de las actrices [Patricia Arroyo, Esther D’Andrea, Belén Ponce de León y Mamen García]. Y todo el equipo, en general. Todos estamos creando este mundo.
¿La dramaturgia estaba ya creada o se va haciendo durante los ensayos?
Había una escritura previa de por dónde iba a ir pasando el personaje. Cuando perfilamos cuál era la línea, Patricia Arroyo y yo fuimos creando las escenas visuales. Las dos investigamos a nivel visual y de manipulación lo que funcionaba y lo que no. Y después llegó todo el equipo y empezamos a trabajar en profundidad. Y mucho de lo que se probó al final ha quedado fuera. En los espectáculos visuales la dramaturgia se escribe de otra manera, y hay que tener la plástica en la cabeza para ver con qué elementos vas a jugar.
Tiene que ser un salto al vacío crear espectáculos así.
El teatro es un salto al vacío. Siempre. En todos los espectáculos. La gran diferencia creo que es que aquí la investigación es más larga. Y necesitamos los elementos desde el principio para jugar con ellos. El proceso es más largo porque pruebas una idea de una imagen, y a veces todo el trabajo de tres días no funciona y hay que probar otra cosa. Pero el riesgo es el mismo hagas lo que hagas en teatro.
El teatro es un salto al vacío.
Qué ganas de ver el espectáculo. ¡Seguid disfrutando de esos ensayos y habitando esa casa!
¡Muchas gracias!
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