SE ESTRENA 'POETA (PERDIDO) EN NUEVA YORK', UN HOMENAJE A LORCA

Volver a Lorca

Jesús Torres, de El Aedo Teatro, firma, dirige e interpreta esta propuesta que rescata poemas y cartas de García Lorca

Luna Paredes

«Federico me salvó la vida», asegura Jesús Torres, el creador de este espectáculo que se basa en el poeta granadino. Concretamente, en sus versos de Poeta en Nueva York y en las cartas que escribió a sus familiares desde la ciudad que nunca duerme.

Poeta (perdido) en Nueva York es un espectáculo homenaje que llega al teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa, estará en la sala Jardiel Poncela del 11 de septiembre al 19 de octubre.

Jesús Torres, creador de 'Poeta (perdido) en Nueva York'

Jesús Torres, creador de ‘Poeta (perdido) en Nueva York’

Oda a Lorca

Federico García Lorca nos ha salvado a muchos. Nos ha salvado de la fealdad, de la intolerancia, de la incultura popular o del respeto a la mujer. Nos ha salvado porque su obra está cargada de bellísimas imágenes y metáforas que ojalá nunca terminemos de descifrar del todo y que sin duda nunca dejarán de deslumbrarnos. Sus textos nos enraízan con nuestros orígenes más folclóricos, más del pueblo. Sus palabras nos hacen empatizar con el marginado, con el diferente, con el estigmatizado. Su obra siempre nos reconcilia con las figuras femeninas, con su fuerza, con su resistencia, con su determinación.

Lorca nos salva, a pesar de que a él no lo salvó nadie. A pesar de que todavía hoy hay quienes pretenden manchar su nombre. A pesar de tantos pesares, Lorca nos sigue salvando y nos hace mejores.

Y para Jesús Torres, Lorca se convirtió en referente, en espejo y en impulso. Por eso se ha encargado de estudiar su obra y quiso detenerse en ese poemario que escribió el granadino cuando atravesó el océano para huir de Madrid y se encontró con una ciudad «golpeada por el crack del 29: caótica, deshumanizada, profundamente injusta», como explica Torres.

Nueva York, promesa y destrucción

«Odio la idea de irme a Nueva York, pero, a veces, uno tiene que irse adonde odia, para encontrarse y quererse», escribió Federico a sus padres antes de su partida. Cuánta valentía la de saber que lejos de las raíces uno también puede encontrarse.

Lorca llegó a Nueva York, y esa experiencia, explica Torres, «transforma su mirada y su poesía para siempre», porque por sus calles el poeta se enfrenta a su propia soledad y mira de frente su dolor para encontrar una voz más madura, más fuerte, más decidida a seguir creando. «Yo he nacido poeta, como el que nace cojo o el que nace ciego; yo he nacido Federico y, a Federico, ya no hay quien lo cambie», aseguró el granadino.

El poemario que lleva el título de la ciudad de la gran manzana es una obra compleja, críptica, oscura, desalentadora por momentos. Transmite una tristeza inconmesurable. Pero las cartas que, en aquellos momentos, el autor enviaba al otro lado del océano contrarrestan con esa impresión. Y de esta dualidad nace la necesidad de Torres por indagar en este momento de la vida de Lorca y llevarla a escena. Porque en la búsqueda de la identidad del propio poeta, «quizá, con suerte, terminaremos encontrándonos a nosotros mismos», se propone Torres.

Lorca en Nueva York. Imagen de 1929

Lorca en Nueva York. Imagen de 1929

Una ambientación inmersiva

Tres elementos acompañarán al actor en escena: la escenografía que firma Juanjo González, el espacio sonoro diseñado y compuesto por Alberto Granados Reguilón y el videojuego.

Este último sigue la línea de la compañía El Aedo Teatro, capitaneada por Torres, y que pretende desarrollar un proyecto pedagógico dirigido al público joven. Y para cautivar a los espectadores de esta generación, el equipo ha creado Aurora (Dawn Poet), un videojuego que convertirá al espectáculo en una experiencia única.

La música, creada originalmente para la propuesta escénica, toma el flamenco como base para «adentrarnos en las entrañas de la pasión de Federico», explica Torres. Pero, además del quejío y el taconeo, el jazz se introduce como esa novedad que deslumbra y desconcierta a Lorca.

Por último, la escenografía consiste en una plataforma giratoria que toma como punto de partida la imagen de Lorca junto al reloj de sol de la Universidad de Columbia. Esta escenografía es versátil y compone diferentes espacios con los que dialogan tanto la iluminación de Jesús Díaz Cortés como la videoescena de Leonardo Lapeña.

Imagen de 'Poeta (perdido) en Nueva York'

Imagen de ‘Poeta (perdido) en Nueva York’

Volver a Lorca

La obra, que ha recibido nominaciones y premios de festivales e instituciones nacionales, y que ha cruzado nuestras fronteras, nos acerca, desde el teatro, a uno de nuestros creadores más importantes. Un hombre que escribió para el pueblo, sobre el pueblo y junto al pueblo. Un hombre que se atrevió a amar sin prejuicios. Un hombre que cruzó nuestra geografía para acercarnos a nuestros clásicos desde las tablas. Un hombre al que asesinaron porque no quisieron entender su grandeza. O porque su grandeza era demasiado para que pudieran comprenderla.

«No preguntarme nada. He visto que las cosas / cuando buscan su pulso encuentran su vacío», escribió Lorca en Poeta en Nueva York.

Los poemas lorquianos se suben a las tablas y este es un motivo de celebración. No preguntemos nada, como nos pedía el creador. No preguntemos nada, ni busquemos el pulso. Simplemente vayamos al teatro a comprobar cuánto tiene Lorca que decirnos todavía.

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Escrito por

Hablo de teatro porque conozco bien sus tripas. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista Teatro Madrid.

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