Comprendo perfectamente que se reinterpreten los clásicos, que se les dote de modernidad y se les renueve con una escenografía e incluso un lenguaje acorde a los tiempos actuales. Es más, lo comparto, lo aplaudo y lo considero necesario. Por algo son clásicos, porque su mensaje es inmortal y trasciende el paso del tiempo. El problema surge cuando ese mensaje se diluye bajo el artificio del espectáculo, quedando tan camuflado que se corre el riesgo de que pase desapercibido. Estoy seguro de que la mayoría de los espectadores que han ido o irán a ver esta adaptación de Fuenteovejuna conocen la obra y saben perfectamente de qué va. Después de todo es una de las cumbres de nuestra literatura del […]