Que a falta de dos minutos para el comienzo del musical sonara La chica ye-ye de Concha Velasco y la mitad del público se pusiera a cantarla, ya me dio una pista de que era lo que iba a presenciar esa tarde en el teatro Nuevo Apolo. La media de edad de los parroquianos superaba con creces la oficial de jubilación en España, lo cual no es que sea ni bueno ni malo, pero sí delataba claramente para quien estaba pensado el espectáculo. Tampoco llamaría musical a lo que presenciamos, más bien fue una biografía cantada, un documental armónico sobre los años de carrera de Nino Bravo. Aun así, a pesar de no ser ni mucho menos fan del valenciano, […]