Pocas cosas en la vida son tanto o más importantes que derecho al libre albedrío, la capacidad que tenemos todos de decidir nuestro camino, nuestra forma de actuar, pese a quien pese; naturalmente, siempre y cuando no afecte a los derechos de los demás. Ése es el principio del que parte este monólogo: Dolores decide vivir en un tejado porque se da cuenta de que odia el contacto con la gente. No odia a la gente en sí (de hecho, le encanta espiar sus vidas desde el tejado) pero no necesita ni quiere relación con ningún ser humano. Algo a plantearse dependiendo de quién te rodee… No quedándose en un simple aislamiento, Dolores descubre que se lleva mejor con una […]