Algo tan sencillo, tan habitual, tan aparentemente poco trascendente como es la conversación trivial entre dos personas, puede traernos todo un cúmulo de emociones y angustias si no podemos disfrutar de ello. El comienzo de Los que hablan, provoca esa angustia, tanto en los protagonistas, como en los espectadores que asistimos atónitos a la incapacidad de dos personas para hablar entre ellos. A ratos los espectadores reímos, quizá nos angustiamos y nos sentimos tristes al ver el sufrimiento que provoca esa situación en los protagonistas. Seguramente la subida al escenario para ir a zarandearles y preguntarles: ¿pero que os pasa, porqué no habláis? le pasó por la cabeza de más de uno de los espectadores. Y es que Los que […]
Nieves Zaballos Muñoz
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