Pues de eso que, en una tarde tonta de jueves, entras al Pavón a ver una obra y una señora (que ya quisiera yo a mi edad verme como se ve ella a la suya) te da una clase de interpretación en lo que Rafa Nadal tarda en sacarse el calzoncillo del derriere. Madre mía. La obra podría haber sido «Bob Esponja y sus aventuras en el Primark» y la Sánchez-Gijón se habría salido del mapa igual. El tema, sencillito y a la vez complejo, da para mucho debido a las posibilidades multiprismáticas (es fácil que me haya inventado esta palabra) de la obra en sí. La escenografía muy acertada y simple -que la Marie Kondo entra ahí y pide […]