IFEMA siempre me ha parecido un lugar inhóspito en mitad de la nada. Y quizá lo sea. El caso es que mi última visita a esta suerte de pabellón gigante multiusos me brindó una experiencia muy diferente a la que me tenía acostumbrada. Los stands se cambiaron por puestos gastronómicos y lo que mis oídos siempre identificaban como megáfonos y micrófonos que acoplaban el sonido se convirtió en música. Al entrar, un montón de mesas, sillas, decoración diversa y todo un espacio repleto de actores y actrices te hacen sumergirte de lleno en la historia y, por supuesto, tomar parte de la misma como miembro de la resistencia. ¿Cómo resistirse a luchar contra la legión Omega a golpe de grito […]
Macu Mota
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