A Chorus Line

En estos últimos años los musicales y yo no hemos tenido una bonita convivencia (a nivel espectadora), debido a que soy muy exigente con mi género teatral favorito.

Extrañaba sentirme en Broadway de Nueva York o en el West End de Londres y aunque tenemos artistas cualificados, maravillosos y más que preparados en este país, parece que tenían miedo a brillar o se desdibujan lentamente en el escenario.

También en España a nivel escenografía estamos en el Top, pero la unión de las voces y el escenario no me transportaba a ningún sitio. Por no hablar que soy partidaria de hacer musicales en inglés y no con traducciones, puesto que se pierde todo el significado de las canciones.

Llega 'A Chorus Line' al Teatro Calderón y te encuentras con una producción de Antonio Banderas que ha vivido en Usa y sabe como se hacen los musicales en este país, que se nota que ha visto la obra y todo lo que debió absorber al otro lado del mundo nos lo traslada a Madrid.

Un elenco increíble con unas voces tan distintas y tan bonitas que me quedaba embobada escuchando las canciones, pero lo mejor de todo es que esas diferencias en la voz resultaban estimulantes, resultaban fascinantes de escuchar.

Me dio igual escuchar las canciones en español, ya que sentí que la traducción estaba bien hecha y entendía lo que quería decirnos/transmitirnos cada una de las canciones.
Una escenografía sencilla, pero con un juego de luces brillante y es que a veces: menos es más.

Una obra coral con unas coreografías con las parecía que el elenco flotaba sobre el escenario, ¡una sensación que no había vivido nunca!

Muchos me diréis ¿de qué va la obra? Pues 'A chorus line' hace que cada personaje saque sus miedos con su pasión (bailar y cantar) hace que entendamos un poco más esa pregunta: ¿qué haré cuando deje de bailar?En la primera parte vemos al elenco en su conjunto y poco a poco estos van mostrando su lado más personal y más íntimo. ¡No sé con que personaje quedarme!

'A chorus line'  se ha convertido en uno de mis musicales favoritos, que me encantaría también ver en inglés.

Por nada del mundo me quería perder A Chorus Line. Soy de la generación de Fama de Alan Parker, de las películas "Flash Dance", "Footloose" y "Dirty Dancing". He visto infinidad de veces "Street dance". Nunca me perdí un capítulo de "Un paso adelante" y entre Pedro (Pablo Puyol) y Roberto (Miguel Ángel Muñoz) siempre me decanté por Pedro. Seguí desde el primer día el programa Fama, ¡a bailar! (2008)... Y aún tengo grabadas estas palabras en la memoria "Teneis muchos sueños. Buscareis la fama. Pero la fama cuesta. Pues aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor."

¡Me encanta la danza! ¡Me emociona la danza! ¡Me apasiona la danza! Flipo viendo como alguien es capaz de expresarse sólo bailando. Los admiro, los envidio. Clásico, Lírico, Contemporáneo, Street Dance, Hip Hop, Funky, Jazz fusión, Comercial Dance, New Style, Claqué, Broadway Style, ...

Estaba claro que no me podía perder este musical.

La historia de "A Chorus Line" transcurre en un teatro de Broadway a mediados de los años 70. El espectáculo empieza con una audición para una nueva producción musical. 29 aspirantes. Al final sólo pueden quedar ocho.

Todos tienen una historia, y a través de los números musicales los iremos conociendo. Los conoceremos a ellos y también sus sueños, sus inquietudes y sus secretos.

Unos tienen una familia que mantener, otros buscan en el baile el hogar que no tuvieron, otros superar complejas, otros esconder una infancia dura... Gente normal y corriente con problemas y necesidades, que lucha y sueña. Son historias llenas de superaciones.

Michel Bennet se inspiró en las experiencias reales de los miembros del reparto original. De hecho la coreógrafa y directora, Baayork Lee, interpretó a uno de los personajes de la producción original, Connie Wong, personaje inspirado en ella misma. En "A Chorus Line" nos muestra como de sacrificada es la vida del bailarín, sobre todo aquellos que están detrás y posiblemente nunca verán su nombre escrito en mayúsculas. Los veremos sufrir, esforzarse, suplicar y pedir segundas oportunidades.

A Chorus Line es un gran musical, a la altura de los que se pueden ver en Londres. De hecho es una réplica exacta de la producción original que dirigió Michael Bennett.

Realmente el montaje es impecable. Todo está cuidado al mínimo detalle. El vestuario es prácticamente el mismo que el original (modelos y colores). Es un espectáculo donde todos los artistas bailan, actúan, declaman y cantan. Los veintidós nuevo bailarines son absolutamente brillantes, tanto a nivel de baile, como vocal. Las coreografías son espectaculares, con secuencias perfectas y movimientos sincronizados.

Me ha parecido maravilloso el juego de espejos de la escenografía, especialmente en el número musical "Música y espejos". La iluminación es una parte fundamental del espectáculo. La música es en directo, y bajo la batuta de Arturo Díez-Boscovich encontrarás a quince músicos extraordinarios. La música de Marvin Hamlisch es realmente maravillosa, al igual que las canciones de Edward Kleban, que han sido traducidas al castellano por la actriz Roser Batalla, a excepción del número final "One" que es en inglés.

Como podéis ver... ¡me ha encantado!

Yo de vosotras no me lo perdería.

El año 1984, se celebró el estreno español de A chorus line con una compañía que procedía de los Estados Unidos, por no ser capaces de encontrar suficientes candidatos locales. Sin duda, se quería repetir el éxito que estaba teniendo en Broadway desde medios de los 70, donde se llegó a convertir en el musical más visto hasta aquel momento aguantando en cartel 15 años. A pesar de esto, en España no se obtuvo la respuesta esperada y estuvo muy poco tiempo a los teatros, tanto en Barcelona como sobre todo a Madrid.

Así pues, este musical vuelve a los escenarios españoles, recuperando el aspecto minimalista y elegante del original. En este sentido, la obra tiene una estructura similar a la del musical Cats, que precisamente fue el que le va arrebatar el título de longevidad en Broadway, presentando de forma secuencial unos personajes con sus números musicales, los cuales se enmarcan dentro de un mismo espacio y tienen un objetivo común. De este modo, el hilo conductor se va nutriendo de situaciones particulares que una vez presentadas dan a la resolución planteada, que en esta obra seria ver quien sueño los escogidos en el casting por el coro de un musical de Broadway. Esto, no acaba de funcionar en todas las historias planteadas y quizás en algún momento se echa de menos una mayor interacción entre los diferentes personajes, así como profundizar todavía más en el propio tema planteado que a menudo queda diluido entre tantos personajes, echándose de menos más crudeza y mala baba en su tratamiento. No obstante, el espectáculo resulta un acierto en su narrativa, situándonos dentro de este casting ficticio y en el mismo lugar que el director, que mayoritariamente aparece como voz en off. Además, los números musicales están muy ejecutados y se consigue llenar la escena de forma eficiente en todo momento. Quizás, la dirección acontece bastante distante en gran parte de la obra, como el proceso del casting que se representa durante la función, pero en ocasiones se tiene la sensación que se ha intentado ser tan respetuoso con el material original que se han olvidado de aportar su propia esencia.

A pesar de los contras, la apuesta de Antonio Banderas nos permite disfrutar en casa nuestra de un musical que ha hecho historia en Broadway en un montaje sólido, fiel y lleno de profesionalidad. Así, nos encontramos con un espectáculo lleno de temas conocidos para los amantes de los musicales que ahora podrán ser descubiertos por un público más amplio.

Estrenado en Broadway en 1975, originalmente, A Chorus Line supuso una ruptura con el tipo de historias que llevaban explicando los musicales a lo largo de varias décadas. Por primera vez, no se seguía la trayectoria de un aspirante a artista que acababa logrando el éxito sino que es ponía el foco en aquellos actores, bailarines y cantantes que son imprescindibles en toda industria pero nadie se para a pensar que también ellos tienen sus vidas y que, igualmente, pueden ser muy interesantes, aunque nunca estén en primera línea.

La elección de este espectáculo para inaugurar su teatro ha sido todo un acierto por parte de Antonio Banderas. No solo por la calidad del mismo, sino por su valor simbólico. A pesar de que en Barcelona hemos visto el personaje interpretado con gran entereza por Pablo Puyol, Banderas encarnaba un director escénico que, enseguida, deja que el resto del elenco ocupe el escenario en solitario. Un poco lo que él pretende hacer con su proyecto en Málaga.

Hay que tener en cuenta, de todas formas, las peculiaridades del espectáculo. Se trata de una especie de audición de más de dos horas con canciones y bailes que sucede a tiempo real, sin entreacto, hasta la elección final de los escogidos para formar parte del coro de bailarines y cantantes de un supuesto nuevo musical. Pero aceptando que esta es la consigna, tanto desde el punto de vista musical como coreográfico, estamos ante una pieza espléndida. Danza y música en estado puro, con momentos muy emocionantes y un magnetismo que otros musicales más convencionales no tienen. Una experiencia única y, por momentos, maravillosa.

Hemos vistos muchas veces las historias de personas que han conseguido su sueño de llegar a ser estrellas en la música, el cine o el teatro. En cambio, pocas veces se pone el foco en aquellas que lo intentan, igual que el resto, y que se quedan por el camino. Y, de hecho, esto es lo que pasa a la mayoría de personas que luchan por trabajar en el mundo del arte, pocas consiguen llegar al éxito absoluto.

Esta es la base de este espectáculo de luces, colores, música y, sobretodo, mucho baile. El texto muestra un casting para formar parte del coro de un espectáculo, la pared donde se acomodarán los protagonistas de la obra. Durante la narración se habla de la importancia de ir todos a una, del trabajo y el esfuerzo que es necesario para dedicarse al mundo del baile, pero sobretodo, de que muchas veces todo esto no quiere decir que se consiga el objetivo marcado.

La fuerza de este espectáculo radica en los números musicales grupales. La precisión con que los intérpretes cuadran cada coreografía y cada registro vocal en las canciones corales es fruto, sin duda, de un trabajo meticuloso en cada segmento del espectáculo. En cambio, tiene sus puntos más débiles en los números individuales, a excepción de un par de puntuales que se engrandecen cuando acaban en una respuesta coral – Cantar y Lo hice por amor -. Así pues, el espectáculo tiene altos y bajos durante toda la narración y, eso, provoca que algunos momentos se hagan pesados y las más de dos horas se hagan largas.

De los intérpretes destacan especialmente Kristina Alonso (Sheila), Albert Bolea (Bobby) y Estibalitz Ruiz (Diana) por su fuerza pisando el escenario y el carácter que muestran dando vida a sus personajes.

La puesta en escena, vestida con espejos y un escenario desnudo es un reflejo fiel de un casting habitual, no tiene pretensiones ni grandilocuencia, ni las necesita. La música en directo es siempre un aliciente para ver musicales en el teatro y este es un buen ejemplo para disfrutar de una orquestra maravillosa en directo.

Pensado para los amantes del musical original, este hace las delicias que quien se enamoró de él en su momento. Para los que no conectamos con intensidad entonces, con esta versión tampoco lo conseguimos.