En casa

La actriz Vicky Peña de la mano de Mario Gas nos invitan a la fiesta que han organizado su En Casa. La anfitriona es una mujer desequilibrada que equilibra su soledad y la de su familia en voz alta. La empatía y la imaginación la llevan a viajar lejos de su país, concretamente a un país donde también reina el desequilibrio, la contradicción. Todavía hay mucho más que se me escapa en este volcán de sentimientos que aboca esta gran actriz que nos hipnotiza desde las primeras palabras, viendo su actuación tan llena de matices, fuerza y vida, tienes la certeza de que has tenido la suerte de disfrutar de una de las grandes actrices de nuestro tiempo, de una de aquellas actuaciones que tienen premio.

Tony Kushner es autor de obras enormes y complejas, como aquel magnífico Angels in america o el mismo Homebody/Kabul. En casa hemos tenido la suerte de ver ambas obras (o partes de estas obras) en versiones diferentes, y algunas bastante acertadas. El monólogo que ahora presentan Mario Gas y Vicky Peña es el comienzo de la obra que ellos mismos, y la extensa compañía del Teatro Español, representaron en Madrid y también en el Romea de Barcelona durante la temporada 2007-2008. Un montaje del cual destacaba especialmente el trozo que ahora se ha querido recuperar, reaprovechar o simplemente rememorar. Se tiene que decir que esta interpretación ya le valió a Peña, con toda justicia, el premio Max de interpretación.

Aplaudo la idea de volver a montar este monólogo, sobre todo por el esfuerzo titánico de la actriz y por la misteriosa belleza del texto. Pero, ¿basta con una horita de monólogo? ¿Es suficiente para entender una pieza de esta envergadura? El cierto es que al terminar te quedas con ganas de marchar a Kabul… y ver qué pasa. Te quedas con ganas de saber qué habrá sido de esta mujer acomodada del primer mundo. Y es que la obra no se entiende del todo sin lo que acontece después, ni tampoco sin el monólogo inicial. Kushner creó una obra estructuralmente inédita, pero ententida siempre como un todo… como un tríptico indivisible que había que ver seguido, sobre todo para mantener la magia. Recuerdo precisamente que en la versión de la compañía inglesa Cheek by jowl, dirigida por Declan Donnellan, y vista el 2002 también en el Lliure, la parte del monólogo (en Londres) se unía con la segunda parte (en Kabul) con un juego de telas que descubría un decorado oculto y que invitaba a soñar. Pura magia.