Expediente K (La carta al padre)

 

Se busca espíritu, como premisa que plantean Susanna Garcia-Prieto y Alex D. Capo. El espíritu a la fuga en cuestión se manifiesta de forma inquietante a través de psicofonías que no son tales. Realmente, son pensamientos: nuestro propio imaginario.

Dafnis Balduz conduce de forma magnífica la obra a través de sus manos, en ocasiones temblorosas y en otras firmes y desenfadadas. Esas manos, que son dos, representan el pasado y el presente, mirando hacia el futuro.

En una mano, encontramos a K, un técnico de sonido al que ‘lleva’ la vida; es modernidad y esperanza, pero se ve aquejado constantemente por su conciencia que se encuentra en la otra mano, que no es nada menos que Franz Kafka.

Un monólogo beckettiano lleno de vida, y de muerte. De esperanza y de desolación. La carta que deseamos encontrar, porque la vida solo lo es hasta que llega la muerte. ¿Quién es el padre? ¿Quién es el espíritu? ¿Cuál es nuestro legado?

Carta al padre, de Franz Kafka, es uno de los documentos epistolares más perturbadores del siglo XX, puesto que supone una larga lista de reproches del autor de Praga a su progenitor y ejemplifica algunas de las obsesiones del escritor. Desconozco si el espectáculo de Susanna García-Prieto y Alex D. Capo nació con la voluntad de poner voz a estas palabras o bien si las palabras en si fueron elegidas para ilustrar el exorcismo que se nos presenta en escena. Sea como fuere, el hecho de presentar el texto de Kafka como resultado de un experimento parapsicológico es realmente ingenioso y muy efectivo. Es cierto que se echa en falta un desenlace más contundente o un mejor encaje estilístico, pero la brillante interpretación de Dafnis Balduz nos hace olvidar cualquier carencia. Este actor, del que pudimos admirar su explosiva performance en el Zoo de vidre, nos sorprende a cada nuevo proyecto y, gracias a su talento, creemos que está llamado a grandes cosas…