Rakel Camacho dirige Fuenteovejuna, una nueva versión del célebre drama de Lope de Vega. Considerada una de las mejores obras del teatro barroco español, la obra está basada en un hecho ocurrido en la ciudad cordobesa del mismo nombre en 1476, bajo el reinado de los Reyes Católicos. Una producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Un clásico que nos invita a reflexionar y a cuestionarnos qué haríamos hoy para enfrentar la injusticia y reinventar el amor.
Sinopsis
Publicada en 1619, Fuenteovejuna se inspira en un hecho histórico ocurrido en 1476: la revuelta de un pueblo contra la tiranía del comendador Fernán Gómez, quien abusa de su poder con total impunidad. Sin embargo, la historia trasciende su contexto histórico para convertirse en un canto a la resistencia colectiva. En el grito de “Fuenteovejuna lo hizo” resuenan las tensiones entre el poder central y la vida en la villa, entre la imposición y la dignidad, con hombres y mujeres unidos en su defensa. Un eco que va más allá de los hechos históricos, conectando con un presente en el que la lucha se reinterpreta tanto desde la mirada de Lope como desde la nuestra.
Fuenteovejuna es piel, carne, huesos. Es la humanidad lanzando y recogiendo una pregunta imposible de responder: ¿cómo acabar con la violencia? ¿Por qué se perpetúa siglo tras siglo, año tras año, día tras día? Disculpen la osadía, y también la obviedad, ya que no entiendo, ni quiero hacerlo, cómo es posible que en pleno siglo xxi sintamos con tal fuerza el impacto que emana de los versos de esta obra cumbre del Fénix de los Ingenios. Hay quienes han dicho (y hay quienes dicen) que en todas las revoluciones debe correr la sangre para subvertir el orden establecido; yo no lo sé (aunque reconozco haberlo dudado). Creo que Lope de Vega tampoco lo sabe. Él quiso reconstruir los hechos para contarlos al público, escribió esta bella y terrible obra para, como Laurencia, decir: «Luego la infamia condeno». Escribió una historia en la que el amor es castigado.
Esta Fuenteovejuna quiere mirar al pasado para no olvidar. Para comprender nuestros orígenes. Para acercarnos al centro de la esencia humana a través de la música, lo ancestral, la vibración del verso y de los cuerpos conviviendo en una comunidad con la que compartimos historia.
Rakel Camacho