Golfa

Golfa es una interesante y necesaria propuesta, novedosa en su formato transmedia, que nos habla de machismo y de homofobia. La obra nos presenta la historia de Amanda, una adolescente que, tras haber roto con su novio, comienza a recibir insultos por las redes sociales,  p***, calientap*****, hasta que un buen día aparece una pintada en la fachada del instituto: GOLFA. A partir de ese momento, la jueza instructora decide que se haga una reunión virtual donde participarán Amanda, Fran (ex de la joven), la madre de Fran y un sexólogo, que será el encargado de moderar el encuentro.
A lo largo de las intervenciones de cada personaje, iremos reconstruyendo los hechos y dándonos cuenta de que el caso particular de Amanda es un triste reflejo de algunos de los problemas que afectan a la sociedad: la diferente vara de medir la vida y la conducta privada de hombres y mujeres, la homofobia, etc. ¿Quiere esto decir que estos problemas se hayan acrecentado ahora? Personalmente pienso que siempre han estado ahí, pero es ahora cuando se está tomando conciencia de ello incidiendo en la importancia de solventarlos.

Al finalizar la obra hubo un coloquio con los actores, a los que pude felicitar por su excelente trabajo. Estos hablaron de la buena acogida que está teniendo la pieza y se refirieron al desagradable episodio que vivieron durante una representación escolar en la que algun@s alumn@s empezaron a insultar al personaje de Amanda mientras que aplaudían el comportamiento del novio. Tal y como dijo el equipo, este acontecimiento solo es una prueba más de la importancia de educar a los jóvenes en los valores de tolerancia y respeto, valores que, mal que les pese a algn@s, no son opinables ni subjetivos. Insultar a alguien por ser mujer, negro u homosexual no es una cuestión que pueda ser opinada ni que dependa del criterio individual de una persona; no se debe hacer y punto. Como docente, me doy cuenta de que no todo está perdido: algun@s alumn@s son tolerantes. Otr@s, en cambio, por esa tendencia acostumbrada de la juventud a la rebeldía, se han propuesto atacar las normas, aunque estas supongan la defensa de los derechos humanos.

No se la pierdan.

Me gusta que el teatro me remueva, que no me haga sentir cómoda, que me haga pensar y no me ponga las cosas fáciles.
Cuando voy a ver una obra, me gusta dejarme los problemas en la puerta y sentarme en la butaca con mi cabeza puesta en la función, pero llega Golfa y pone a mi cerebro a pensar, a plantearme dilemas y a lanzarme preguntas sin anestesia.
Golfa es una obra que habla de lo importante que es educar, del poder de las palabras, de los gestos, etc.
La función se mueve entre nuevas formas de narración y es muy visual, tal y como es la vida hoy en día.
Me gusta cómo se van presentando los personajes y cómo toman la palabra en el instante preciso.
En muchas ocasiones no hacen falta las palabras, puesto que sólo con ver la actitud de una persona te das cuenta de cómo puede ser, pero ¿eso es prejuzgar?
Me gustó cómo me hizo plantearme todos los temas que saca a colación.
No os quiero contar muchas cosas más, a pesar de que tengo la sensación de que me estoy quedando corta, pero es de esas obras que necesitáis ver y no leer en una humilde opinión.
Una vez finalizada deja un poso en tu cabeza y todas esas ideas que plantea van creciendo en tu mente.
Las actuaciones son hipnóticas, sobre todo la de Ana Varela, que hace de Amanda. Ella es de esos personajes que, siendo protagonista, se mantiene en un segundo plano pero tiene muchas cosas que decir, sólo que sabe en qué instante debe hablar y sorprender al espectador. Ella y sus razonamientos y sus miradas se comen el escenario.
Fran Cantos, Mercedes Borges y Ninton Sánchez acompañaron a Ana Varela y depende de la escena la hacen sentirse mal, bien o la empoderan. Todos ellos forman una sinergia bonita sobre el escenario (aunque no lo parezca).