[los números imaginarios]: Leviatán: la experiencia de habitar dentro de una ballena

TODOS TUS TEMORES, DESEOS Y RECUERDOS DENTRO DE UN SOBRE DE PAPEL BLANCO ARRUGADO

El dramaturgo Enzo Cormann afirma que mientras el mal teatro considera al público como una caja vacía donde volcar una serie de ideas y dándole toda la información, él lo considera como cajas llenas que ponen sus propios pensamientos y emociones a una obra “imperfecta”, llena de huecos y completando el sentido de la misma. Tratando a los espectadores como iguales a él, ya que el hecho teatral se completa con ellos. En este caso, LEVIATÁN: LA EXPERIENCIA DE HABITAR DENTRO DE UNA BALLENA, creada por [los números imaginarios] y Esto Podría Ser, radicaliza este concepto. Pues somos nosotros, quienes ejecutamos y vivimos la pieza de manera individual, siguiendo una serie de instrucciones que se nos entrega.

Esta experiencia, escrita y diseñada por Luis Sorolla con la dirección de Carlos Tuñón, es derivada de LEAR (DESAPARECER) estrenada en 2019 en los Teatros del Canal a partir de REY LEAR de William Shakespeare. Desde entonces ha tomado LEVIATÁN tomó entidad propia. El año pasado en El Umbral de Primavera y posteriormente en el Espacio La Ventana (donde yo pude asistir en ambas ocasiones). El 16 de Julio de 2023 se estrenó en la Sala Cuarta Pared dentro del Festival Essencia, donde la programación gira en torno a la teatralidad, a la cual hace honor al ponernos nosotros en el foco y dentro del escenario para vivenciar esta pieza de auto-teatro.

Cada asistente recibe un sobre blanco arrugado con instrucciones dentro y diversos contenidos, eliges un espacio donde poder estar en tranquilidad y en relativa soledad. La premisa es que cada uno de nosotros va a ser devorado por una ballena. Esa ballena puede tener el nombre que elijamos y cada uno decide cómo relacionarse con la propuesta, leyendo las orientaciones y utilizando una serie de elementos que nos ofrecen. La potencia de la pieza es que cada espectador performa la realidad con su mirada. No tiene nada que ver realizarlo en un espacio o en otro, pues se genera una atmósfera especifica en cada uno imposible de replicar. La Cuarta Pared se transforma completamente. El peine del teatro se convierte en enormes costillas, podemos imaginar que uno de los focos colgados nos ilumina como si viéramos abrirse la garganta del cetáceo y la mítica pared del fondo se transforma en un estómago gigantesco. Es digno de resaltar que no solo nos convertimos en protagonistas, sino también en directores, escenógrafos y coautores de LEVIATÁN, culminando la experiencia personalizada en todo un viaje que puede resultar catártico para cada uno. Se da el marco y las condiciones idóneas para que todo pueda suceder sin interrupciones y puedas dedicarle el tiempo que quieras, algo que han trabajado [los números imaginarios] en anteriores proyectos.

El trabajo textual de Luis Sorolla es impecable, pues está lleno de referencias, juego en cuanto a su estructura, humor, y ricas imágenes que dan pie a que cada uno las genere en su cabeza. El propio texto se convierte en todo un dispositivo escénico que juega a distintas interpretaciones del mismo. En todo el proceso permite que el lector vuelque sus vivencias y sus impresiones en los espacios en blanco. A lo largo de la propuesta hay una reflexión del propio lenguaje, la palabra cobra una dimensión propia, no solo como material narrativo, también poético y una dimensión plástica muy atractiva para el ojo. Aparte tiene una materialidad concreta, logrando que nosotros también tengamos una relación con las palabras a través del tacto, incrementando así nuestra vinculación con ese monstruo que nos devora.

En LEVIATÁN nos convertimos en Jonás, Gepetto, Pinocho, el Capitán Ahab o en otro personaje que queramos asumir, ya sea de nuestro imaginario o inventado, para enfrentarnos a ese mamífero enorme que representa todo el abismo que habita en el corazón del ser humano. Ese abismo con el que convivimos constantemente, el cual nos cuesta definir, pues puede ser algo inabarcable para alguien. Sin embargo, como se lee en uno de los sobres: es importante cómo llamamos a las cosas. Una palabra puede determinar la manera en que vivimos, nos enfrentamos a nuestros temores y superamos, o no, los momentos más difíciles. Es de admirar que esta experiencia tenga la humildad de no dar las respuestas, pues reconoce que no hay claves efectivas para salir del estómago de una ballena, dejándonos margen para que cada uno elija lo que quiera hacer. Impresiona encontrarse en una sala amplia donde ves cómo vive cada persona esa experiencia, colocándose los papeles de maneras distintas, sentándose o tumbándose, construirse su espacio personal con los materiales. Cuarta Pared se convierte en todo una comunidad de viajeros que crean sus propios teatros en miniatura, llenando el aire con sus visiones imaginarias de la obra.

Mientras los circuitos oficiales de teatro (y también en los espacios off) se llenan de espectáculos donde el público es un mero agente pasivo, resulta todo un agrado descubrir que en otros lugares se abre a otras posibilidades en las artes escénicas, devolviendo el foco en el testimonio de los espectadores. Personalmente es un placer repetir por tercera vez esta inmersión, pues cada vez que la hago me relaciono de manera distinta, en función de cómo me encuentre y lo que he vivido, entendiendo más cosas de mí y de mi propia realidad. Ante esta cuestión, me vienen las palabras de Ignacio García May, hablando de lo que denomina “el cuarto elemento” en su libro ANTES DEL TEATRO: “El espectador se pone frente al Mundo y lo mira para entenderlo como lo que es: una ficción que a su vez revela la propia ficción de lo que llamamos existencia.” (Página 132).