En Violencia los padres de un hijo muerto en un tiroteo en un instituto se reúnen seis años después de la tragedia con los padres del autor de los disparos, un joven que se suicidó tras el suceso. Durante una hora y media, los cuatro padres afrontan el tramo final del duelo por la muerte de sus hijos. Esta trama procede de la película del mismo título escrita y dirigida por el norteamericano Fran Kranz en 2019, su ópera prima como director, que el español Diego Garrido ha adaptado y dirigido para llevarla a escena, en lo que supone también su ópera prima teatral.
Sinopsis
Beatriz no sabe si está preparada para la reunión que tendrá en diez minutos. Su marido Martín la acompaña. Pero el dolor es inmenso. Hace años que no ve cara a cara a los padres del asesino de su hijo, Ricardo y Amelia. Pero Beatriz necesita entender, o al menos intentarlo por última vez, cómo pudo ocurrir semejante atrocidad. Para poder pasar página. Para recuperar las ganas de vivir. Y está dispuesta a llegar hasta el final, cueste lo que cueste.
Seis años después, ambas parejas han acordado reunirse. Y lo que comienza como un intento de entender el pasado se convierte en un proceso doloroso pero necesario. Hablan de la infancia de sus hijos, del acoso escolar, de la soledad, del arrepentimiento y del duelo. Ricardo y Amelia cargan con la culpa de no haber visto las señales. Martín y Beatriz con la rabia de haberlo perdido todo. Pero en medio del abismo, surge la posibilidad del perdón. Un gesto pequeño, silencioso, lo transforma todo: se cogen de las manos. Y por un instante, hay luz. Hay vida. Hay futuro.
Esta es una historia de superación del trauma a través del diálogo. En un mundo donde la rabia, la violencia y la venganza inundan nuestras calles, el perdón y el diálogo pueden convertirse en las armas más poderosas y transformadoras para un cambio social profundo.
Palabras del director y adaptador
No, no es solo en Estados Unidos.
La violencia está desbordando las calles de nuestras ciudades. Y adopta muchas formas: un tiroteo, una agresión, un suicidio… Pero la raíz es la misma: nuestra salud mental se ve gravemente afectada porque los vínculos sociales se están rompiendo. La pérdida de la sensación de pertenencia es la base del derrumbe. Somos animales sociales.
Y este colapso afecta especialmente a los más jóvenes: el suicidio es ya la principal causa de muerte entre menores de treinta años en España. Hay un malestar profundo, silenciado, estructural. Esta obra intenta arrojar algo de luz sobre este problema masivo.
¿Quién es responsable? ¿Qué papel juegan internet y las redes en nuestra salud mental? ¿Está realmente la clase política asumiendo su responsabilidad? ¿Cómo articular el dolor a través de la palabra, cómo desenredarlo para que no se enquiste y pueda, por fin, fluir? ¿Cómo generar una narrativa colectiva que nos aleje del discurso simplista de buenos y malos? ¿Cómo perdonar aquello que no comprendemos y que, sin embargo, nos atraviesa?
En Violencia, los grandes dilemas contemporáneos se sientan alrededor de una mesa. Si las respuestas institucionales fallan, si los parlamentos se vacían de sentido, entonces nos toca a nosotres —»artistas»— asumir la responsabilidad. Hablar de la tragedia contemporánea es labor del teatro. Sin metáforas. Sin filtros. Sin maquillaje. Solo el objeto de análisis y los cuerpos que lo habitan. Con toda su crudeza. Para provocar la catarsis. Y quizás, solo quizás, para iluminar un camino posible.
Diego Garrido Sanz