Todos los amores pueden llegar a doler en algún momento y el amor por el teatro no es una excepción. Los protagonistas de Dolores lo aman profundamente y sufren las consecuencias pero ¿cómo van a renunciar a aquello que les ha elegido, a su vocación?
Pepe y Pepi son actores que recuerdan tiempos mejores soñando con que volverán a triunfar, con que su eterna residencia artística dará sus frutos y podrán saldar sus deudas y volver a las tablas. Entre pequeños gags de humor plagados, a modo de chiste interno, de referencias a términos mil veces escuchados en escuelas de teatro, encontramos instantes emocionantes de exquisita belleza y altura poética que dejan al espectador con el alma en vilo, especialmente a aquel que siente el mismo profundo apego por el teatro que los protagonistas.
Dolores (con las alas del amor salté la tapia) es una carta de amor al teatro firmada por el autor y director Selu Nieto, que es a su vez intérprete junto con Esther Alonso. Ambos hacen un trabajo magnífico que, si bien puede deslucir en ocasiones en las partes cómicas quizá algo repetitivas, brillan con luz propia en los momentos más poéticos.
Cualquier amante del teatro disfrutaría con esta obra como disfrutamos ayer todos los presentes pero sin duda lo más emotivo fue ver la mirada de Selu en los saludos, plagada de emoción, demostrando que ese amor por el teatro es genuino y que para escribir un texto tan bello es necesario sentirlo incluso aunque sea un sentimiento tan fuerte que duela.